Instrucciones para usar mini falda (Manual de uso)
En los trabajos de
lo que concebimos como arte, ya sea teatro, música, pintura u otra
vertiente resulta indispensable conocer o por lo menos tener un vago
interés con respecto a los referentes de los que la obra en sí está
compuesta, para así poder tener una apreciación más completa y un
disfrute mayor de lo que se presencia.
Y afirmo de este modo que todo trabajo artístico se compone directa o indirectamente de lo que otros trabajos antes realizados inspiraron en los autores de nuevas creaciones. Es bien conocida la idea de la imitación como un rasgo natural de los seres humanos, natural y necesario para el aprendizaje y el crecimiento personal. En los días que vivimos resultaría risible y absurdo el hecho de concebir una idea o crear algo y proclamarse como el primero en haberlo pensarlo o el único al que se le hubiera ocurrido, sin embargo y aunque parezca contradictorio, la imitación nos puede ayudar a hacer lo mismo que los otros mas uno nunca podrá imitar el proceso emocional e intelectual que atravesó el autor original al momento de concebir su nueva creación, la imitación está en todos lados y eso no significa el fin de lo original o lo nuevo, sino todo lo contrario; es por eso que si prestamos atención a una canción, una puesta en escena o alguna otra forma de expresión automáticamente percibiremos estos elementos que nos llegan a recordar otros trabajos artísticos anteriormente presenciados, detalles colocados ahí como pequeños ganchos o señales que nos pueden guiar a una comprensión más profunda de lo que miramos. Puede ser que en una obra de teatro aparezca cierta música, una canción de significado importante, con una letra acorde a la escena la cual conduce nuestra emociones y nuestro intelecto a lugares no imaginados dentro de la ficción que se mira. Puede ser también que el capítulo de una novela que se está leyendo lleve el nombre de una canción, un poema o haga referencia incluso a una obra pictórica, o bien podría ser que la obra pictórica esté nombrada del mismo modo que una canción, poema o novela. Con esto quiero dar a entender que el arte se nutre del arte mismo para lograr ser lo que es. Claro ejemplo de esto es el teatro; que une fuerzas con la música, el arte plástico y el audiovisual para lograr un efecto más contundente en el espectador, esto sin contar el elemento literario que obviamente reside en la dramaturgia.
Y afirmo de este modo que todo trabajo artístico se compone directa o indirectamente de lo que otros trabajos antes realizados inspiraron en los autores de nuevas creaciones. Es bien conocida la idea de la imitación como un rasgo natural de los seres humanos, natural y necesario para el aprendizaje y el crecimiento personal. En los días que vivimos resultaría risible y absurdo el hecho de concebir una idea o crear algo y proclamarse como el primero en haberlo pensarlo o el único al que se le hubiera ocurrido, sin embargo y aunque parezca contradictorio, la imitación nos puede ayudar a hacer lo mismo que los otros mas uno nunca podrá imitar el proceso emocional e intelectual que atravesó el autor original al momento de concebir su nueva creación, la imitación está en todos lados y eso no significa el fin de lo original o lo nuevo, sino todo lo contrario; es por eso que si prestamos atención a una canción, una puesta en escena o alguna otra forma de expresión automáticamente percibiremos estos elementos que nos llegan a recordar otros trabajos artísticos anteriormente presenciados, detalles colocados ahí como pequeños ganchos o señales que nos pueden guiar a una comprensión más profunda de lo que miramos. Puede ser que en una obra de teatro aparezca cierta música, una canción de significado importante, con una letra acorde a la escena la cual conduce nuestra emociones y nuestro intelecto a lugares no imaginados dentro de la ficción que se mira. Puede ser también que el capítulo de una novela que se está leyendo lleve el nombre de una canción, un poema o haga referencia incluso a una obra pictórica, o bien podría ser que la obra pictórica esté nombrada del mismo modo que una canción, poema o novela. Con esto quiero dar a entender que el arte se nutre del arte mismo para lograr ser lo que es. Claro ejemplo de esto es el teatro; que une fuerzas con la música, el arte plástico y el audiovisual para lograr un efecto más contundente en el espectador, esto sin contar el elemento literario que obviamente reside en la dramaturgia.
El arte es ecléctico
por naturaleza.
En esta columna
pretendo señalar dichos referentes, indagar dentro de obras
teatrales que he visto o leído, trabajos musicales que he podido
escuchar u otro tipo de formas de expresión que resulten de mi
agrado o desagrado en las que encuentre algún referente literario o
que su historia sea digna de narración o remembranza. No pretendo
plantear verdades absolutas, las cuales a mi parecer son algo
ilusorio y polémico, sólo serán perspectivas muy personales
tratadas desde una subjetividad que de ratos no parezca tan absurda.
En cuanto al nombre de la columna, su origen se puede encontrar en la
Poética de Aristóteles, en el teatro griego la anagnórisis no era
otra cosa que el momento en que un personaje cae en cuenta
repentinamente acerca de datos personales o ajenos que antes
ignoraba y a partir de los cuales pretende cambiar, provocando así
un cambio significativo tanto en la trama como en el personaje que
experimenta dicha sacudida escénica. Ahora bien, dicho lo anterior y
explicado un poco de qué va, me dispongo a hablar de una obra de
teatro que tuve la oportunidad de ver el fin de semana pasado, para
ser más exactos, el sábado. Se trata de la obra “Instrucciones
para usar mini falda” escrita y dirigida por Enrique Olmos de Ita,
dramaturgo que se ha hecho notar en la escena contemporánea.
Me enteré de la
obra por mera casualidad, el anuncio fue claro: Museo de la ciudad,
sólo dos funciones, viernes quince y sábado dieciséis; el sábado
resultó más fácil para mí asistir, por fortuna estuve a buena
hora y pude comprar mi boleto sin problema alguno. En un recinto como
lo es el museo de la ciudad, nunca se sabe qué foro será ocupado y
si el cupo por ende será reducido y privilegiado. Vale la pena hacer
un paréntesis para reconocer al museo de la ciudad como una
importante cede y plataforma para artistas nuevos, es el único lugar
en la ciudad que presta las facilidades para que en él puedan
presentarse un sin número de artistas tanto emergentes como con
trayectoria. Me atrevo a decir que un espacio de este tipo es algo
que no se ve comúnmente en el país y que se trata de un lugar
privilegiado el cual no hay que dejar de visitar, pues siempre hay
algo nuevo no sólo en el ámbito teatral, sino que también hay
exposiciones y talleres que vale la pena checar. Se trata de un lugar
tan viejo como la ciudad misma, un ex convento que en sus paredes
encierra una cantidad de historia proporcional a una considerable
cantidad de misterio. Un sitio hermoso y fascinante, como ya he
dicho.
Ahora bien, la obra
comenzó puntual y fuimos conducidos al foro más grande del museo,
ubicado justo al fondo, detrás de dos grandes portones color rojo,
en frente de lo que quedó de un vetusto y ancho árbol. Tomé
asiento y lo único que podía ver era un panel, detrás del cual se
encontraban dos pares de piernas femeninas en lencería, en poses sugerentes.
De pronto, los murmullos del público impaciente fueron callados por
el sonido frenético de silbidos lascivos y piropos subidos de tono,
a la par que estos sonidos se escuchaban e incrementaban, sólo
dichas piernas eran visibles. Al poco rato aparece un tercer
personaje, Neto; un hombre velludo vestido con ropa femenina que luce
una mini falda sugiriendo al público no hacer ruido, pues su personaje se encuentra en un sueño recurrente y el despertarlo podría ser muy
malo. Es entonces cuando nos ubicamos en el espacio, la primer escena
surge ni más ni menos que en los sueños de este Neto Quien de
inmediato lanza al público una interrogante de tintes existenciales,
con una respuesta no muy existencial: ¿Qué sostiene al mundo? Cosa
que algunos espectadores intentaron adivinar. Las respuestas del
público fueron por demás variadas y hasta cierto punto predecibles:
Dinero, sexo, poder, pero todas estas respuestas se vienen abajo
cuando el personaje deja en claro que hablaba de tornillos, a lo que
sigue una disertación acerca de las máquinas y los tornillos como
sostén de nuestra civilización. Esto sirve como preámbulo para
conocer al personaje y su curiosa obsesión por los tornillos, de los
cuales presume una colección. Después de su disertación las
piernas femeninas finalmente abandonan su posición detrás del panel
y pasan a primer pano dos mujeres jóvenes en lencería, cuyos
personajes serán más adelante revelados; se trata de Adelaida y
Vera las cuales piropean y lanzan comentarios lascivos al macho con
minifalda, el cual no se inmuta.
Después de lo
anterior narrado las dos chicas adoptan poses y voces mecánicas, una
voz en off anuncia que se dará la primera lección del manual del
uso correcto de la vestimenta y gestos femeninos si es que se quiere
atraer al sexo opuesto; instrucciones para usar mini falda, que recuerdan a aquellos textos instructivos de Cortázar en los que enseña desde cómo llorar hasta cómo darle cuerda a tu reloj. A lo largo de la obra estas escenas en forma
de instructivo aparecerán, mostrando de una manera un tanto cínica
los preceptos bajo los cuales las mujeres están sometidas para ser
socialmente “aceptadas” y principalmente acosadas. La obra de
teatro gira entorno a esta temática, el acoso sexual femenino, el
acoso laboral y las dificultades de oportunidades y ofertas de
trabajo para las mujeres en la gran ciudad de México. La trama gira
en torno a estos tres personajes; Ernesto, Vera y Adelaida. Ernesto
es un trabajador del metro de la ciudad de México, encargado de una
de las estaciones más grandes. Poco a poco el verdadero temple del
personaje sale a flote dejando ver que se trata de un pervertido que
no sólo acosa a sus compañeras de trabajo, sino que realiza la
enferma tarea de seguir y clasificar a las pasajeras del metro a quienes ve
todos los días desde las cámaras de seguridad dirigirse a su destino, podría decirse que se trata
del personaje más fársico en la obra, cosa que resulta necesaria
pues de lo contrario sería un personaje más que aborrecible, incluso repulsivo debido a su naturaleza. Es ahí que entran Vera y Adelaida. Vera es una madre soletra
Colombiana, trabaja como boletera en el metro y tiene que soportar
las insinuaciones de Ernesto, quien le anuncia su posible despido al
ser reemplazada por una máquina que expende boletos y sugiriéndole
que puede salvar su empleo a cambio de sexo. Adelaida en cambio es
una actriz joven y acomplejada, viviendo en el frenesí de la ciudad
de méxico y buscando algún nicho en el incierto mundo de la
actuación en México. Toma los trabajos que puede y se encuentra en crisis,
recibe el acoso de un misterioso encapuchado que la sigue hasta casa
y le grita improperios. Más adelante se revela que dicho pervertido
no es ni más ni menos que Ernesto. La obra transcurre de esta
manera, el elemento multimedia ayuda a sentirse en los subterráneos
de la capital, se puede sentir la tensión y lo frenético de la gran
ciudad. Una canción de Rockdrigo en una de las transiciones ayuda a
que esta sensación vaya en incremento. No podría ser de otro modo,
los acorde de “Solares baldíos” llenan el silencio y el
momentáneo vacío del espacio invitando a la reflexión de lo que en
esa vieja ciudad de hierro sucede. La obra me pareció excelente,
desde el texto hasta la dirección. Se puede apreciar una dirección
efectiva en las composiciones que logran los actores en cuanto al
espacio. Hay varios momentos brillantes en que los personajes crean
imágenes hermosas y poéticas, dignas de cuadros. Las actuaciones verosímiles y contundentes. El espacio entre
el público y los actores está delimitado de manera simple y la
escenografía o consiste más que en un par de paneles donde aparecen
proyecciones, una máquina de palomitas y un asiento que recuerda al
de los operadores del metro o bien, al de un boleador de zapatos. Al
final y gracias a una carta que con valor escribe Vera, Neto termina
fuera de su trabajo y rindiendo cuentas a las autoridades debido a su
perverso hobbie de seguir a las mujeres. En algún momento Vera y
Adelaida se enemistan, pero terminan uniendo fuerzas contra Ernesto y
se olvidan de su pequeño conflicto. La obra de teatro finaliza de modo esperanzador, la cuarta y última lección en el manual de uso de la minifalda termina por explicar su correcta coloccación, pero advirtiendo que su uso no es recomendable si uno se encuentra en países retrogradas y machistas como el nuestro. Es de agradecerse que haya buenas puestas en escena en la ciudad, auque provengan de otros lares... Cabe mencionar que la obra fue hecha a partir de diversos testimonios de mujeres que han sufrido acoso. Querétaro no se queda excento de estas faltas y hasta me atrevo a decir que son tan frecuentes y fuertes como en la capital, sin duda una problemática enorme que termina siendo cruelmente minimizada otorgandole poca importancia como a todas las problemáticas del país. Por suerte el teatro está ahí para darnos una bofetada de realidad dentro de la ficción que nos imponen, una vez más.
Posteriormente y como ya había dicho me dedicaré a analizar otros textos o puestas en escena así como trabajos musicales con valor o inspiración literaria o referencias artísticas importantes (para mí), en estos momentos el tiempo me debora, los dejo con esta escueta crítica teatral como una primera embarrada de lo que viene, se agradecen las mentadas de madre y disculpen las posibles erratas. Sean bienvenidos pues a Anagnórisis.
Cambio y fuera.
-ANJ-
Posteriormente y como ya había dicho me dedicaré a analizar otros textos o puestas en escena así como trabajos musicales con valor o inspiración literaria o referencias artísticas importantes (para mí), en estos momentos el tiempo me debora, los dejo con esta escueta crítica teatral como una primera embarrada de lo que viene, se agradecen las mentadas de madre y disculpen las posibles erratas. Sean bienvenidos pues a Anagnórisis.
Cambio y fuera.
-ANJ-
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