miércoles, 27 de enero de 2016

Sobre insectos y arácnidos, reflexiones de un simple hombre: Hormigas

                En esta ocasión se hablará de uno de los insectos que posiblemente todos los días tenemos la oportunidad de ver, pero no apreciar; de pisar y no darnos cuenta, de odiar por simples razones, aun sin entenderlas; las hormigas, sin discriminar entre clases, solo hormigas que caminan por el suelo en una fila en busca de comida para llevar de vuelta a su hormiguero.

                Para los ojos de cualquiera, una hormiga no es más que un simple punto caminando por cualquier superficie, pocas veces llaman la atención de un paseante por el parque, incluso podemos afirmar que las hormigas no notan la existencia de cualquiera de nosotros a menos que hagamos alguna especie de desastre, desalmados seamos, en la organización tan perfecta que ellas llevan; somos dos especies distintas que no requieren reconocerse en cada cruce para convivir en relativa paz.

                Podemos presentar varias situaciones posibles ante nuestro reconocimiento de su existencia, tales como: fascinación por su perfecto trabajo, repulsión por su frío aspecto u odio por ambas cosas, odio que desemboca en destrucción de la entrada a su hormiguero e ira sobre los pequeños insectos que pasivamente iban o venían en la misión que se les ha implantado desde el momento de su nacimiento; y al final de cuentas se puede invitar a pensar en lo siguiente: ¿Ellas realmente merecen el odio de unos y la fascinación de otros?

                Con temor a tocar la fibra sensible de aquel que se encuentre leyendo éste artículo, podemos afirmar que los humanos hemos adoptado, modificado e implementado esa estructura laboral que las hormigas realizan día con día, puesto a que los autos forman filas eternas en búsqueda de ir por el “pan”, conocido como dinero, para su pequeño hormiguero, también dicho hogar; sin darse cuenta que se encuentran en un camino exactamente igual todos los días. También las hormigas practican con instinto una curiosa jerarquía dónde mientras algunas descansan tranquilamente, otras trabajan arduamente esperando ese deseado descanso; no hay necesidad de explicar la similitud de esa actitud con nuestro “mundo moderno”.

                Pero, no hay que pensar que las hormigas son solo un molde de “crítica social”, si no que las mismas en sí son un hermoso producto de la naturaleza, tan hermoso que se debió de ocultar en la pequeñez para no opacar el trabajo humano del cual estamos tan orgullosos; uno muy preocupado por las hormigas puede atacar a los humanos sin razón, por eso es pertinente acabar este artículo antes de que eso pase, pero no sin antes pedir a todo aquel que lea el mismo que piense en las hormigas todo lo que pueda antes de subestimar su existencia.

Todo suyo: Aldo Arteaga Estrada

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