En esta
ocasión se hablará de uno de los insectos que posiblemente todos los días
tenemos la oportunidad de ver, pero no apreciar; de pisar y no darnos cuenta,
de odiar por simples razones, aun sin entenderlas; las hormigas, sin discriminar
entre clases, solo hormigas que caminan por el suelo en una fila en busca de
comida para llevar de vuelta a su hormiguero.
Para
los ojos de cualquiera, una hormiga no es más que un simple punto caminando por
cualquier superficie, pocas veces llaman la atención de un paseante por el
parque, incluso podemos afirmar que las hormigas no notan la existencia de
cualquiera de nosotros a menos que hagamos alguna especie de desastre,
desalmados seamos, en la organización tan perfecta que ellas llevan; somos dos
especies distintas que no requieren reconocerse en cada cruce para convivir en
relativa paz.
Podemos
presentar varias situaciones posibles ante nuestro reconocimiento de su
existencia, tales como: fascinación por su perfecto trabajo, repulsión por su
frío aspecto u odio por ambas cosas, odio que desemboca en destrucción de la
entrada a su hormiguero e ira sobre los pequeños insectos que pasivamente iban
o venían en la misión que se les ha implantado desde el momento de su
nacimiento; y al final de cuentas se puede invitar a pensar en lo siguiente:
¿Ellas realmente merecen el odio de unos y la fascinación de otros?
Con
temor a tocar la fibra sensible de aquel que se encuentre leyendo éste
artículo, podemos afirmar que los humanos hemos adoptado, modificado e
implementado esa estructura laboral que las hormigas realizan día con día,
puesto a que los autos forman filas eternas en búsqueda de ir por el “pan”,
conocido como dinero, para su pequeño hormiguero, también dicho hogar; sin darse
cuenta que se encuentran en un camino exactamente igual todos los días. También
las hormigas practican con instinto una curiosa jerarquía dónde mientras
algunas descansan tranquilamente, otras trabajan arduamente esperando ese
deseado descanso; no hay necesidad de explicar la similitud de esa actitud con
nuestro “mundo moderno”.
Pero,
no hay que pensar que las hormigas son solo un molde de “crítica social”, si no
que las mismas en sí son un hermoso producto de la naturaleza, tan hermoso que
se debió de ocultar en la pequeñez para no opacar el trabajo humano del cual
estamos tan orgullosos; uno muy preocupado por las hormigas puede atacar a los
humanos sin razón, por eso es pertinente acabar este artículo antes de que eso
pase, pero no sin antes pedir a todo aquel que lea el mismo que piense en las
hormigas todo lo que pueda antes de subestimar su existencia.
Todo suyo: Aldo Arteaga Estrada
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