jueves, 28 de enero de 2016

Cuéntame un cuento, cuéntame qué hay.

El cuento del jueves: La Gallina Degollada de Horacio Quiroga (Uruguay)

 De aves sin cabeza y lugares ideales.
Podemos decirlo sin titubeos, evitando las falacias y con la visión del extranjero; ahora que El Presidente más Pobre del Mundo ha vuelto a ser un ciudadano más de Uruguay, el nuevo mandatario Tabaré Vázquez tiene la cabeza en juego. En el mes de marzo del año pasado; cuando terminó el periodo presidencial del hombre que determinó, desde el  año 2010,
 una nueva forma de hacer política, las interrogantes que se instalaron en la mente del mundo entero, incluido el sucesor del ejemplo político uruguayo, no se hicieron esperar. ¿Cómo se supera el carisma de un líder utópico envasado en un Volkswagen Fusca?, ¿cómo se consigue ser el nuevo ideal de toda una nación después de Pepe Mujica? Resulta claro, entonces, decir que el “joven” Tabaré se encuentra muy cerca de entrar en La Gallina Degollada; obra de su compatriota, el emblemático Horacio Quiroga.
Hablar de un escritor como Horacio Quiroga es equivalente a mencionar tensiones narrativas sorprendentes y finales brutales, sin olvidar, por supuesto, una encantadora tragedia irónica. En el caso concreto de La Gallina Degollada, cuento publicado por primera vez en el libro Cuentos de amor de locura y de muerte, en el año de 1917, nos es revelada la caída de los ideales y el triunfo de la realidad o, su equivalente literario, la idiotez. Los personajes expuestos en esta terrorífica narración nos recuerdan lo simple que es dejar de ser persona:
“Todo el día, sentados en el patio, en un banco estaban los cuatro hijos idiotas del matrimonio Manzini-Ferraz. Tenían la lengua entre los labios, los ojos estúpidos, y volvían la cabeza con toda la boca abierta […]” (Quiroga, 1917)
 “[…] No sabían deglutir, cambiar de sitio, ni aun sentarse. Aprendieron al fin a caminar, pero chocaban contra todo, por no darse cuenta de los obstáculos. Cuando los lavaban mugían hasta inyectarse de sangre el rostro. Animábanse sólo al comer o cuando veían colores brillantes y oían truenos. Se reían entonces, echando afuera lengua y ríos de baba, radiantes de frenesí bestial.”(Quiroga, 1917)
Cuatro hermanos idiotas son el símbolo elegido por el autor para la realidad; los cuatro se convierten en un pretexto perfecto para la aparición de la insoportable hermana menor, Bertita. La contraparte utópica de los hermanos retardados y, claro, la hija perfecta bajo los ojos paternos:
“[…] los padres pusieron en su hija toda su complacencia, que la pequeña llevaba a los extremos límites del mimo y la mala crianza.” 
Si aun en los últimos tiempos Berta cuidaba siempre de sus hijos, al nacer Bertita olvidóse casi del todo de los otros. Su solo recuerdo la horrorizaba como algo atroz que la hubieran obligado a cometer. A Manzini, bien que en menor grado, pasábale lo mismo. No por eso la paz había llegado a sus almas.” (Quiroga, 1917)
Para Quiroga el papel de Berta y Manzini, padres de los personajes anteriores, y su capacidad de atribuir a sus vástagos características positivas o negativas, será fundamental para el cierre irónico y lleno de descripciones gráficas dentro de su cuento; en el caso de la presente columna, la ironía invita a interrogar, ¿quién hace la política en Latinoamérica?, la respuesta es simple; la política en Latinoamérica está en manos de los padres públicos.
La opinión pública juega el papel de progenitores despectivos con sus políticos, bien pueden volver a sus frutos en ideales o imbéciles. En el caso de los uruguayos éstos se han convertido en maestros del ideal, la aspiración, lo deseado; Quiroga lo demuestra en un cuento con gallinas y sangre, la política responde con polluelos y nuevas iniciativas. Por el momento sólo podemos esperar; será cuestión de tiempo antes de escuchar la respuesta de la nueva ave de corral, muy pronto sabremos dónde queda la cabeza del presidente uruguayo. 
Isadora Cabrera 


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