viernes, 29 de enero de 2016

MITOS Y LEYENDAS

Inframundo

"Abandonad toda esperanza, aquellos que entréis aquí" 
— Dante Alighieri

El ser humano tiene muchos miedos, entre los cuales esta el miedo a la oscuridad, al fracaso o incluso a la soledad, pero el más grande de ellos siempre ha sido el miedo a la muerte. Pero si bien es cierto que es el mayor temor del hombre, también representa un gran misterio ya que los mortales anhelan saber que hay después de que se ha dado el último suspiro de vida. Desde antaño se ha dicho que al morir el alma del hombre esta destinada a viajar a otro mundo, condenada a pasar la eternidad en el reino de la muerte.

El imperio egipcio no temía a la muerte, para ellos el morir era lo mejor que podía pasar pues consideraban que tras la muerte era posible alcanzar la inmortalidad. El Duat (Inframundo egipcio) estaba gobernado por el Dios Osiris, anteriormente por Anubis o por Horus quienes terminaron siendo deidades de papel secundario dentro del Duat. Este lugar en un inicio era un lugar de purificación pues ahí se encontraban todos los que aún no eran completamente puros. Fue hasta que el resucitado Dios Osiris se volvió el regente que hubo un cambio y paso a convertirse en un inframundo. Los espíritus al morir eran dirigidos al Duat, pero para llegar a ese lugar se tenía que pasar por una serie de puertas, cavernas y montañas, las cuales eran vigiladas por deidades o monstruos. Si lograban superar toda la travesía debían enfrentarse a un juicio. Anubis, el dios de forma canina, guiaba al alma hasta el tribunal donde se haría el juicio, ahí extraía el corazón del difunto y lo colocaba en un lado de una balanza de dos platillos, del otro lado era colocada una pluma representando el Maat (verdad, orden y justicia universal). Durante el juicio los dioses Anubis y Horus eran los encargados de vigilar la balanza, mientras que Tot, el Dios de la sabiduría, se encargaba de anotar los resultados e informarle a Osiris de ellos para que diera un dictamen. Si la persona no había cometido pecados o estos estaban en balance con el Maat, se podía acceder a los Campos de Juncos donde podías vivir eternamente e incluso renacer. Por el contrario, si el resultado era que se habían dicho mentiras y cometido crímenes en vida, el corazón ganaba peso y entonces eran sentenciados a ser arrojados a Ammit, la devoradora de los muertos que les 'mataba por segunda vez' eliminando para siempre la existencia del propietario del espíritu. 

Para los griegos, el lugar a donde el alma se dirigía después de morir era el Hades, conocido popularmente como el Inframundo. Hades era el Dios que regia en ese mundo, a pesar de ser considerado por muchos como un Dios maligno, Hades era el Dios más justo ya que en su mundo se juzgaba a todos los mortales por igual, además llego a mostrar misericordia con Orfeo y supo aplicar castigos justos a quienes intentaban engañarlo, como fue el caso de Sísifo. Bajo las ordenes de Hades se encontraban diferentes personajes, entre ellos estaba Cerbero el perro de tres cabezas, los jueces del inframundo y los dioses gemelos Tánatoes e Hypnos. El Hades se dividía en varias secciones: el Érebo, el Tártaro, los Campos Elíseos, y cinco ríos que eran el río Aqueronte o río de la pena, el Estigia río del odio, Flegetonte el río de fuego, Cocitos el de los lamentos y el río Lete o del olvido. El alma estaba condenada a viajar primero al Érebo donde esperaban a Caronte, quien los ayudaría a cruzar el río Estigia a cambio de un óbolo, después Radamantis, Éaco y Minos se encargaban de juzgar el alma para decidir a donde sería enviada. Los que eran enviados al Tártaro acompañarían a los terribles Titanes en su encierro, este era el peor de todos los destinos pues era el lugar más profundo y donde había sufrimiento eterno y sin límites; las personas virtuosas y bondadosas (en su mayoría héroes) podían acceder a los Campos Elíseos y a la posibilidad de entrar en el río Lete para olvidar todo y así poder ser reencarnadas. 

La mitología nórdica por su parte tiene tres diferentes destinos para aquellos que mueren. Los héroes caídos en batalla tenían dos posibles lugares de llegada, una mitad, escogida por el dios Odín, era dirigida por las Valquirias hacia el Valhalla, mientras que los restantes iban a Fólkvangr donde moraba la Diosa Freya. El tercer destino era a donde iban a parar los restantes difuntos, un lugar del cual ni siquiera los dioses podian salir: el Helheim. El Helheim, o Hel, era uno de los nueve mundo sostenidos por el árbol Yggdrasil, este mundo era gobernado por la hija de Loki, Hela, quien era representada con la mitad de su cuerpo como calavera. Los difuntos accedían a este lugar después de atravesar el Niflheim, un terrible lugar de oscuridad siempre envuelto en una densa niebla, y la única separación entre Niflheim y Helheim, era un intransitable y gélido río llamado Gjöll, el cual solo se podía cruzar por un puente. Después de cruzar el puente que une al Niflheimcon el Járnvidr (Bosque de hierro), los fallecidos arribaban a las puertas del Helheim y ahí es donde se encoentraban con el perro Garm, este monstruoso perro estaba a la ordenes de Hela, se presentaba siempre con el pecho cubierto de sangre y se encargaba de custodiar la puerta para que nadie pudiera abandonar el Hel, además se saciaba con la carne de los que habían fallecido. El lugar más terrible de este inframundo era el Náströnd, o playa de los cadáveres, ahí es donde iban a parar todas las almas viles, como asesinos y criminales; las paredes estaban cubiertas por serpientes que escupían veneno al interior, obteniendo como resultado ríos de veneno a lo largo de todo el sitio. 

Aunque no podamos decir a ciencia cierta si estos lugares en verdad existieron, resulta escalofriante la presencia de tantas semejanzas en las diferentes culturas. El más curioso parecido radica en que la mayoría de estos lugares estaban bajo tierra y se representaban como un lugar de castigo a aquellos que infringían las leyes de los hombres y dioses, mientras que aquellos héroes virtuosos eran recompensados con un hermoso lugar al cual llegar, quizás se usaban como una forma de mantener a las personas en orden, pues en la tierra de los muertos todos los mortales sufrían el destino dado por sus acciones. También hay que señalar la presencia de los canes como guías y custodios de estos lugares, si su figura fue tomada por la fidelidad a sus amos o por su afición a los huesos nunca lo sabremos. Quizás todas estas semejanzas son el resultado de invasiones e intercambios culturales que se llevaron a cabo durante cientos de años, y a pesar de la presencia de tantas semejanzas cada cultura integra algo diferente logrando así que cada historia se disfrute y nos ponga a pensar en que si existen a cuál de todos iremos a parar. 

Darian Álvarez

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