Invitación a traspasar las barreras de lo cotidiano
A quién corresponda. Si este texto ha llegado a su manos, o usted ha llegado a él, considérese invitado a una serie de aventuras, viajes e introspecciones sin tener que poner un pie afuera del territorio conocido como Santiago de Querétaro. Si las incógnitas ¿qué pasa en la ciudad cuándo ningún coche rueda por las calles? o ¿ habrá otra cosa en esta ciudad que iglesias y prejuicios? pasan por su cabeza de vez en cuando, es decir si usted es de los que piensan "en este lugar no pasa nada", lo invito a acompañarme cada semana para que desde su cómodo sillón descubra lo que hay oculto en la blanquecina mole de cemento en crecimiento.
No es ningún secreto que Querétaro cada día crece desmesuradamente, según estudios recientes del Conavi (comisión nacional de vivienda) nuestra ciudad ocupa el cuarto lugar en crecimiento a futuro en vivienda, panorama increíble para algunos, atemorizante para otros ¿acaso no es común escuchar en el camión, plazas comerciales o con amistades el clásico grito de dolo exhalado por algunos queretanos nativos: "¡ya no queremos más foráneos!"? y muy a su pesar los índices crecen y es más que común ver placas de los 32 estados que conforman nuestra república transitando por avenidas concurridas como Bernardo Quintana o Zaragoza. Son tantos los artículos que se publican al respecto que podríamos dedicarle el blog entero al tema pero al ser éste sólo un preámbulo para el gran tópico que nos aqueja, aquí le pararemos.
Ya nos quedó claro que esta ciudad está a punto de reventar pero ¿para qué diablos mencioné ese dato curioso? Fácil, ese dato es la puerta a una premisa tal vez exagerada, quizá falsa pero sin duda interesante: imaginemos a Querétaro como una Babel moderna en construcción y nosotros como los primeros constructores y habitantes de tan raro proyecto, como se ha mencionado en líneas atrás este texto se trata de una invitación para atrevernos a observar las calles que diario pisamos, repensar y recrear nuestros pasos, abrir bien el oído y cada vez captar un poquito más de esos detalles que hacen de este proyecto urbano un caso singular. Abrir bien el oído y dejarnos engullir por los diversos dialectos y lenguas que se hablan en nuestra Babel semidesértica.
Ya sé que mi postura puede parecer un remedo de Virgilio pero no mi amigo, si usted acepta esta invitación le aseguro que seremos dos (o los que sean) náufragos en esta pecera de pequeños y variopintos monstruos, descubriremos al mismo paso lo que tenga que ser descubierto; entonces ¿es un sí? Si usted ha asentido ya sea con la cabeza, un sí quieto o una festiva aprobación, de la forma que más le agrade (que para eso de decir sí hay miles de maneras), le informo lo que necesitaremos para nuestro emocionante viaje de 16 semanas:
*Olvídemos que conocemos las calles que a diario transitamos.
*Ignoremos por completo que llevamos lo que llevemos de vida en esta ciudad, podrán ser más de veinte años o apenas unos meses, no importa, a partir de este momento, somos nuevos en Babel.
*Ignoremos por completo que llevamos lo que llevemos de vida en esta ciudad, podrán ser más de veinte años o apenas unos meses, no importa, a partir de este momento, somos nuevos en Babel.
*Ignorase, en la ciudad oculta a la que vamos puede tomar el nombre que apetezca.
De seguro, ahora los más meticulosos se cuestionarán ¿qué tengo que esperar en específico de este intento de columna? Montones de basura espacial, resultado de nuestro viaje, ¿a qué me refiero con esta ridícula metáfora? Todo, desde entrevistas a personajes singulares hasta mal escritas reseñas gastronómicas. Ahora que ha dicho que sí, lamento decirle que lo he engañado desde un principio, no permanecerá tumbado en su cómodo sillón sino que explorará a mi lado todos los rincones pero vamos, verá que es sumamente divertido.
Con amor, el viajero intercolonial Anselmo Jiménez.
Sintonícenos cada martes para una aventura sin igual.
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