jueves, 28 de enero de 2016

Divagaciones en la geografía metafísica: Errores de uso


Mi maestra de lingüística suele decirnos que las palabras, al igual que la ropa, se desgastan de tanto usarse; el desgaste suele ser más evidente en la manera en que decimos ciertas palabras recurrentes, sin embargo, también el significado de las palabras llega a tergiversarse por querer usarlas para todo, inclusive en situaciones incorrectas; tal es el caso de la palabra bizarro que, de acuerdo con la RAE, hace referencia a alguien “valiente, generoso, lúcido, esplendido”, pero que actualmente muchos utilizan para describir algo cómico o cínico. Nuestro querido anglicismo, la dichosa Friendzone,
tampoco ha salido bien librada de esta confusión semántica; tristemente, cada día son más los ignorantes que se adjudican este término por el simple hecho de no tener éxito en el amor.

Como escribí en mi primera columna, no cualquiera puede entrar a la Friendzone. Si las personas no pueden entender eso, quizá sea el momento de recurrir al traductor o al diccionario inglés-español para darnos cuenta del significado literal de la palabra: zona de amigos, con énfasis en la palabra Amigos. Y si esto no basta, podríamos comenzar por definir qué es un amigo, es decir, qué tipo de personas son realmente propensos a terminar en la Friendzone a consecuencia de un sentimiento inconveniente.

Un amigo es alguien en quien invertimos lo más valioso que tenemos: nuestro tiempo. Con ellos podemos conversar muchísimo y sobre cualquier tema, incluso y, quizá, en especial de nimiedades; en casos excepcionalmente geniales, los amigos de verdad también saben compartir el silencio. Los verdaderos amigos ríen juntos y saben reírse el uno del otro y de sí mismos. Esta comunicación abierta, aunada a las experiencias que viven juntos, los va uniendo con fuertes lazos de confianza hasta que llegan a parecerse en todos los aspectos, incluso físicamente y, entonces, más que amigos parecen gemelos o clones o extraterrestres... Lo más importante es que los mejores amigos están juntos incondicionalmente, ya que sin importar las distancias que puedan separarlos, es como si sus corazones palpitaran al mismo ritmo.

Podría escribir muchas cursilerías sobre lo que es un amigo, pero, aunque serían ciertas, lo trascendente en esta columna es aclarar que, para bien o para mal, únicamente a estas personas maravillosas, que llegan a ser como una parte vital de nosotros mismos, son a quienes podemos destinar al infierno más triste y solitario del mundo; en otras palabras, sólo los amigos van a la Friendzone. De vez en cuando, a Cupido le da por flechar a las personas que según él o según las personas a su alrededor “harían bonita pareja” porque siempre están juntos, se llevan bien, se conocen perfectamente, etcétera. Y eso, al menos en la mente de uno de ellos, podría funcionar, así que ¿por qué no intentarlo?  Es entonces que la realidad viene a despertarnos del sueño con sus bofetones sinceros: un amante siempre podrá ser nuestro mejor amigo, pero un amigo no siempre podrá convertirse en nuestro amante.

Si nos gusta una persona que ni siquiera sabe nuestro nombre, podemos quedarnos tranquilos: no estamos en su Friendzone; lo verdaderamente alarmante es cuando uno se da cuenta de que empieza a sentir algo extraño cuando ve a su mejor amigo o amiga, algo como una sensación en el estómago… Con suerte sólo será hambre, sin embargo, si después de comer no se quita y uno no puede sacarse a esa persona de la cabeza ¡Cuidado! Puede que lo siguiente de que uno sea consiente es que está a punto de declararle su amor a una persona que también lo quiere, pero “sólo como amigos.” Pregunta: ¿Hay algo peor que ser rechazado?  Respuesta: perder a un amigo. Una vez más, bienvenidos a la Friendzone.



Ana Laura Bravo


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