De peces dorados y otras
inquietudes
Goldfish- mind, era ése el título
de un artículo que leí alguna vez. En éste se afirmaba que la nueva generación
comienza a tener la concentración de un pez dorado debido al uso excesivo de
internet. En dicho artículo se afirmaba, igualmente, que la concentración fija
se perdía pero el registro de información numerosa se realizaba con mayor
facilidad, esto gracias al modo en que funciona la red y sus contenidos. Sin
embargo, aquello que podría convertirnos en esos pequeñuelos sin raciocinio no
se limita a esta red global que forma parte de nuestro día a día.
Los medios
audiovisuales se han convertido en parte de nuestra vida cotidiana y, me
atrevería a decir, han sustituido en gran medida a los libros, revistas y
periódicos impresos que lo eran antes. Dicha sustitución ha sido realizada por
el internet que, con el avance de la tecnología, pareciera colarse en cada uno
de los rincones de las comunidades humanas sin piedad, sin clemencia,
succionando o acrecentando, todo depende del enfoque, lo que nos queda de
humanidad.
El cine y la
televisión se han lanzado directamente a aquello que realmente quiere la
globalización: historias que guíen a los hombres a una felicidad que se
desmorona una vez que se cree alcanzada. El cine y la televisión comerciales lo
que nos vende es un idealismo de la sociedad moderna; mismo idealismo que se
busca detrás de un ordenador, viviendo una vida falsa que nos consume a cada
instante.
Pero no todo
es malo, aunque haya quienes digan que la humanidad se está hundiendo dentro de
una pecera en la que el hombre se transforma en una mala imitación de sí mismo
para, después, tornarse en un pez dorado con apariencia humana; lo cierto es
que estos medios audiovisuales nos convierten en lo que somos, para bien o para
mal, nos vuelve, justamente, el hombre posmoderno que nos hacemos llamar, este
hombre que presume llegar al límite de su propia evolución.
Sin embargo,
seguramente quien esté leyendo esta nota introductoria se preguntará: ¿Entonces
qué, somos o no peces dorados?, ¿es acaso que no sirve el internet como
herramienta?, ¿es que la televisión es una mala compañía en mis tardes de
ocio?, ¿en qué consiste verdaderamente la nueva realidad que estamos viviendo?,
preguntas que, sin duda, para los expertos resultan una gran disputa; y que
dicha disputa no será resuelta con una pequeña columna; pero esta columna
procurará exponer aquellos puntos que se pierden de vista cuando cotidianeidad
nos nubla estas visiones.
Adriana
Gasca L.
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