domingo, 24 de enero de 2016

La mente del pez dorado

De peces dorados y otras inquietudes




Goldfish- mind, era ése el título de un artículo que leí alguna vez. En éste se afirmaba que la nueva generación comienza a tener la concentración de un pez dorado debido al uso excesivo de internet. En dicho artículo se afirmaba, igualmente, que la concentración fija se perdía pero el registro de información numerosa se realizaba con mayor facilidad, esto gracias al modo en que funciona la red y sus contenidos. Sin embargo, aquello que podría convertirnos en esos pequeñuelos sin raciocinio no se limita a esta red global que forma parte de nuestro día a día.
Los medios audiovisuales se han convertido en parte de nuestra vida cotidiana y, me atrevería a decir, han sustituido en gran medida a los libros, revistas y periódicos impresos que lo eran antes. Dicha sustitución ha sido realizada por el internet que, con el avance de la tecnología, pareciera colarse en cada uno de los rincones de las comunidades humanas sin piedad, sin clemencia, succionando o acrecentando, todo depende del enfoque, lo que nos queda de humanidad.
El cine y la televisión se han lanzado directamente a aquello que realmente quiere la globalización: historias que guíen a los hombres a una felicidad que se desmorona una vez que se cree alcanzada. El cine y la televisión comerciales lo que nos vende es un idealismo de la sociedad moderna; mismo idealismo que se busca detrás de un ordenador, viviendo una vida falsa que nos consume a cada instante.
Pero no todo es malo, aunque haya quienes digan que la humanidad se está hundiendo dentro de una pecera en la que el hombre se transforma en una mala imitación de sí mismo para, después, tornarse en un pez dorado con apariencia humana; lo cierto es que estos medios audiovisuales nos convierten en lo que somos, para bien o para mal, nos vuelve, justamente, el hombre posmoderno que nos hacemos llamar, este hombre que presume llegar al límite de su propia evolución.
Sin embargo, seguramente quien esté leyendo esta nota introductoria se preguntará: ¿Entonces qué, somos o no peces dorados?, ¿es acaso que no sirve el internet como herramienta?, ¿es que la televisión es una mala compañía en mis tardes de ocio?, ¿en qué consiste verdaderamente la nueva realidad que estamos viviendo?, preguntas que, sin duda, para los expertos resultan una gran disputa; y que dicha disputa no será resuelta con una pequeña columna; pero esta columna procurará exponer aquellos puntos que se pierden de vista cuando cotidianeidad nos nubla estas visiones.


Adriana Gasca L.

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