Son muy curiosas las palabras con las que nos despedimos: "Hasta pronto", "Nos vemos" es como sí quisiéramos ganarle al tiempo, como sí lo tuviésemos en las manos y regalásemos instantes a nuestra conveniencia.
En realidad, no sabemos sí nos volveremos a topar, o por ir terminando un buen tweet nos cruzamos la calle y somos arrollados por el cafre de la ruta 76.
Sin embargo, lo hacemos todos los días y como gesto de buenos modales. Cuando llegamos saludamos, y cuando nos vamos nos despedimos; poniendo un punto final a nuestra conversación y encuentro, pero aclarando que continuará algún día.
¿Qué acaso el humano tiene que mentir en todas sus facetas?, ¿Tenemos necesidad de tanta seguridad que hasta nos molestamos cuando no lo hacen: "Juanito ya se ve y no se despidió de mi, el muy grosero"?. Ahora bien, sí lo que nos guía para despedirnos no es más que falsa seguridad prestada; ¿qué tendríamos que decir o hacer para desarraigarnos esta pretenciosa costumbre?
Opino, que de no despedirnos, practicaríamos mejor el desapego en nuestras vidas. Así, en vez de suponer un "Hasta luego" e ir arrojándonos "Adioses", iríamos por la vida desapareciendo del lado de las personas, y veríamos alejarnos a las personas de nosotros sin esperar regresen, pero de hacerlo, valoraríamos más nuestros instantes compartidos, porque son producto de la casualidad.
Brenda Itzel Bretado Benítez
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