Introducción
Atípico espectáculo es éste, en
el que el espectador se enfrenta a la soledad y a las tinieblas. A diferencia
del teatro, por ejemplo, no hay marco visible alrededor del escenario, no hay
límite entre la puesta en escena y lo que es real. Distinguir uno de otro se
vuelve complicado, incluso se vuelve innecesario. Al momento de apagarse las
luces la única realidad posible es la que se presenta en pantalla, y entonces
uno se ve transportado y sumergido en otro mundo, viviendo vidas ajenas,
disfrutando de una mera ilusión tan bien construida que en ocasiones se pasa
por alto.
Es espectáculo, espectáculo
atípico, decíamos, puesto que, cuando culmina, no lo hace rodeado por el clamor
del aplauso, y las pocas veces que lo hace, esa ovación no está dirigida hacia
la película vista, sino a los que participaron en su creación.
Arte es llamado también este
fenómeno, tan común como el oxígeno que diariamente se respira. Designado “el
séptimo arte” por uno de los primeros críticos y teóricos del cine: Riccioto
Canudo. En efecto, actualmente, el cine es considerado un arte, mas no es un
arte más, no es sencillo, sino complejo y diverso, y probablemente sea el
más completo e importante.
El cine puede ser visto como una
conjunción del resto de las artes. Cada una de estas artes (arquitectura,
escultura, pintura, música, danza y literatura) pueden ser relacionadas con los
aspectos que conforman al cine, o más específicamente, a una película.
Es de este “séptimo arte” de lo
que se estará tratando, precisamente, en esta serie de publicaciones, arte que en
la actualidad es también uno de los negocios más lucrativos e importantes del mundo. En este sentido, se le puede llamar producto, producto que cuando es de calidad, se convierte en una obra de arte.
Ma. Teresa Vergara Téllez
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