jueves, 28 de enero de 2016

Anagnórisis

Fluffy Bunnies o el invisible retrato de la violencia 


 "Son dulces conejitos aprendiendo a contar muertos"


En el norte del país y a lo largo del basto territorio que conforma nuestra vapuleada patria se ha hecho normal escuchar sobre pueblos fantasma, territorios pequeños que fueron abandonados por sus habitantes debido a la creciente violencia, pues no es de extrañarse que estos poblados reciban la fatídica visita de grupos criminales, los cuales buscan imponer su ley;
una ley basada en el terror y la inescrupulosidad. Es posible encontrar en la red galerías de fotos que dan testimonio de la desolación en las casas abandonadas y derruidas, testigos silenciosos de la ola de violencia que arrasa vorazmente.
Aunque la mayoría de los poblados sucumben ante la presión de estos grupos, es necesario señalar alguna de las contadas excepciones, pues las hay y hablo precisamente del municipio de Cherán en Michoacán, poblado que se vio en esta situación y y contrario a lo que se pudiera pensar sus habitantes decidieron defenderse y expulsar al gobierno corrupto, mismo que se encontraba obviamente coludido con las fuerzas criminales (Historia típica que se extiende por todo el país). En fin, la valentía y convicción de la gente en Cherán es admirable. Lo mismo para con las autodefensas que han surgido en ese y otros estados, y precisamente de eso es de lo que trata una obra de teatro la cual tuve oportunidad de presenciar hace ya algunos meses, ¿Su nombre? Fluffy Bunnies, una tragedia contemporánea que pone dicho tema sobre la mesa, le pese a quien le pese.


Fue, si mal no recuerdo, dentro del marco del festival de artes escénicas Eitai. Sinceramente fue la única obra del evento a la que asistí, ni siquiera lo tenía planeado, pero la invitación de una persona entrañable me convenció y salí de casa. Fue poco el Quorum del evento, cosa que no sorprende y que entristece; es ridículo que eventos como estos reciban una afluencia mediocre a pesar de ser totalmente gratuitos. Normalmente los únicos eventos "coolturales" que se atiborran de público sn aquellos en los que se ofrecen canapés y vino. Triste tradición la de la gorronería mexicana, pero bien se dice que en el teatro están los que deben de estar.


La puesta en escena toca diversos temas, pero se puede decir que su eje principal reside en el estado de derecho, en el fin del estado de derecho, ¿Qué sucede en el momento en que nuestra libertad y aquéllo que llamamos nuestra propiedad resultan amenazados y finalmente ultrajados? ¿Nos quedamos indefensos y suplicantes cual conejitos al acecho de terribles cazadores? ¿Escapar o luchar? En fluffy bunnies nos situamos en ese momento decisivo. Un grupo armado ha llegado a un pequeño poblado y como se esperaría, la mayoría de sus habitantes emprenden la huida, pero esto no sucede en una casa, lugar donde se sitúan los protagonistas de esta historia, cuya dramaturgia corresponde a Jorge Fabregas; es en esta casa que habitan Laura, una mujer enferma y sorprendentemente enérgica; su esposo, un hombre realmente delicado y sensible el cual prefiere distraerse de la situación con la lejana cercanía que las redes sociales le otorgan a su vida; y finalmente el jardinero, fuerte e inteligente, fiel a Laura y su esposo. Estos tres personajes se ven inmersos en el terror provocado por los delincuentes, que cual cazadores, han comenzado a buscar a sus tiernos conejitos. La historia da un giro significativo en el momento en que Laura, a pesar de su condición, toma su rifle y decide ir a la azotea, es entonces que los papeles se invierten y el conejo se convierte en el cazador. Esta fortaleza del personaje femenino sobre la del masculino resulta realmente enriquecedora para la trama y le da un sentido que normalmente no se esperaría. ayuda a romper el paradigma del héroe masculino que todo lo puede y da merecido foco a las féminas, acabando así con estereotipos y clichés. Sin embargo, el final de la obra es terrible; alguno de los cazadores logra divisar a Laura en su azotea y ella cae en cuenta de su terrible error, cabe mencionar que para entonces el jardinero, quien se pensaría los podría librar del conflicto, yace muerto en circunstancias violentas. Laura sabe que no tardarán en llegar, pero decide guardarse dicha información y mentirle a su asustado esposo. Le dice que todo está bien, que ya se han ido, pero la verdad es otra y no es necesario hacer una escena donde suceda la masacre, pues bien la conocemos y bien sabemos qué es lo que les espera a estos pobres conejitos.

Esta obra me dejó buenas sensaciones, como ya dije, me pareció un acierto inesperado el hecho de dar prioridad y mayor importancia al personaje femenino y su inagotable voluntad y fuerza. Según pude leer, se estrenó en el ahora extinto foro "La casa suspendida" en Guadalajara y fue dicho montaje que dio por clausurado el espacio independiente. Desgraciadamente sucede muy a menudo la pérdida de este tipo de espacios, por la poca afluencia de público y falta de oportunidades publicitarias. Es en estos recintos escondidos donde, por lo general, sucede el buen teatro. Por eso me despido invitando a quien me lea: Acudan a los foros independientes, apoyen el teatro emergente y si quieren un disparo de realidad envuelto en el mágico manto de la ficción, denle una oportunidad a la dramaturgia contemporánea. No se arrepentirán.


-ANJ-

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