El cuento del jueves: La
suerte de Teodoro Méndez Acubal (México)
De chile,
mole y pozole*.
¿Por
qué los ciudadanos queretanos le tiran cosas al gobernador con intenciones de
romperle la cabeza? Sencillo, porque ellos encontraron la moneda de plata que
un día perteneció a Teodoro Méndez Acubal. El partido blanquiazul, que hoy es
líder dentro del conservador estado de Querétaro, se encuentra en graves
problemas. Los hechos ocurridos el día 1ero de mes** en la ciudad sólo apuntan
a lo que todo el mundo sabe de sobra y está a punto de golpearnos en el rostro,
y algunos menos afortunados en la cabeza: La gente comienza a sentirse con
suerte. La fortuna del pueblo, esa rara esperanza que se tiene cuando apenas
alcanza para llegar a la quincena con menos de cien pesos en la bolsa, la misma
fortuna que la fantástica Rosario Castellanos revela en el cuento La suerte de Teodoro Méndez Acubal,
integrante del libro Ciudad Real de
1960.
Cuando
no se tiene mucho cualquier motivo es bueno para tomar riesgos. La historia que
presenta la escritora mexicana Rosario Castellanos expulsa cientos de
interrogantes dignas de analizar a profundidad. En esta ocasión y debido a la temática
elegida, se ha optado por tratar dos elementos principales: el concepto de
fortuna y el cierre como consecuencia de ésta. Consideramos, que mediante ambos
recursos es posible obtener un panorama amplio del texto y, al mismo tiempo,
encontrarnos con cierta configuración humana relacionada con la suerte.
La
suerte es un arma de doble filo. El narrador omnisciente que presenta el cuento
lo reafirma en diferentes ocasiones: La
moneda, oculta entre los pliegues del cinturón, lo había convertido en otro
hombre. Un hombre más fuerte que antes, es verdad. Pero también más temeroso.
Nuestro personaje principal, expone los conflictos que “el hombre con suerte”
tiende a enfrentar, el juego entre la codicia y la buena fortuna, el egoísmo y
la felicidad. El riesgo parece ser la única salida para Teodoro, pero el peso
en relación a la distinción de clases y la línea divisoria bien marcada entre
él y Don Agustín Velasco, el comerciante con los pequeños ojos acusadores,
insertan el miedo en la fortuna del pobre.
“Aun antes de que
Teodoro adquiriese la costumbre de apostarse ante la fachada del
establecimiento, sus facciones habían llamado la atención de don Agustín. A
ningún ladino se le pierde la cara de un chamula cuando lo ha visto caminar
sobre las aceras (reservadas para los caxlanes) y menos cuando camina con
lentitud. Como quien va de paseo. No era usual que esto sucediese y don Agustín
ni siquiera lo habría considerado posible. Pero ahora tuvo que admitir que las
cosas podían llegar más lejos: que un indio era capaz de atreverse también a
pararse ante una vitrina y contemplar lo que allí se exhibe no sólo con el
aplomo del que sabe apreciar, sino con la suficiencia, un poco insolente, del
comprador”. (Castellanos,
1960)
El
cierre en La suerte de Teodoro Méndez
Acubal, es excusado por el pánico de don Agustín al sentir la cercanía del indio ladino mirando el escaparate de la
joyería. Las consecuencias que sufre Teodoro con su entrada al establecimiento
en conjunto con el terrible presagio que cruza la mente de Agustín invita al
lector a preguntar: ¿Existen más Teodoros en el mundo? Sin la necesidad de caer
en extremos nos atreveríamos a responder con una afirmación, siempre hay uno. Castellanos
nos inserta en el mundo marcado por clases que sólo algunos se atreven a
transgredir.
“Porque Teodoro no se atrevía a
entrar. Ningún chamula había intentado nunca osadía semejante. Si él se
arriesgase a ser el primero seguramente lo arrojarían a la calle antes de que uno
de sus piojos ensuciara la habitación. […] La sangre corría, caliente y rápida,
por sus venas. La facilidad movía sus músculos, dictaba sus acciones. Como en
sueños traspasó el umbral de la joyería. Pero el frío y la humedad, el tufo de
aire encerrado y quieto, le hicieron volver en sí con un sobresalto de terror.
Desde un estuche lo fulminaba el ojo de un diamante.
—¿Qué se te ofrece,
chamulita, ¿qué se te ofrece?
Con las repeticiones don Agustín
procuraba ganar tiempo. A tientas buscaba su pistola dentro del primer cajón
del mostrador. El silencio del indio lo asustó más que ninguna amenaza. No se
atrevía a alzar la vista hasta que tuvo el arma en la mano.
Encontró una mirada que lo
paralizó. Una mirada de sorpresa, de reproche. ¿Por qué lo miraban así? Don
Agustín no era culpable. Era un hombre honrado, nunca había hecho daño a nadie.
¡Y sería la primera víctima de estos indios que de pronto se habían constituido
en jueces! Aquí estaba ya el verdugo, con el pie a punto de avanzar, con los
dedos hurgando entre los pliegues del cinturón, prontos a extraer quién sabe
qué instrumento de exterminio.” (Castellanos,
1960)
Se
dice que cuando se encuentra la suerte, el mundo comienza a verse diferente.
Para Teodoro Méndez Acubal la vida nunca volvió a ser la misma después de
encontrar en el camino una moneda de plata. A los queretanos les ha ocurrido
algo similar, se han encontrado con que las cosas en “la mejor ciudad para
vivir” no son como las pintan. Ahora observan, absortos, tras la vitrina y con la
suerte metida en el pantalón, están esperando. Sólo esperando el mejor momento
para entrar, para hacer que esa suerte les cambie la vida. No falta mucho y si
bien, ya han lanzado a más de uno tras las rejas por jugar con su fortuna, el
afligido Panchito y su pequeño Marquitos no podrán construir prisiones para dos
millones de hombres con suerte.
Isadora
Cabrera.
* A T E N C I Ó N (¿Cómo “llegarle” a los cuentos de
este mes?): De chile, mole y pozole,
se ha presentado como el inevitable título final en mis publicaciones dentro de
este blog. Como agradecimiento a mi querido lector, expongo una recopilación en
base a las temáticas abordadas durante los cuatro meses con cuatro últimos
cuentos. Por un capricho particular, no existe otra razón en realidad, he
optado por realizar una gran excepción en el cierre de las entregas. Aseguro
que no quedará decepcionado. Sin más, sólo pido que el lector me ayude a
iniciar: Cuéntame un cuento, cuéntame qué
hay.
** Mientras
que el gobernador del estado de Querétaro, Francisco Domínguez Servién y su
equipo de trabajo observaban el desfile
del 1 de Mayo, diversos manifestantes arrojaron objetos al templete donde se encontraba mientras le gritaban
“cobarde”, en protesta a diversas problemáticas que han ido empeorando durante su administración. (Nota
completa:
http://www.proceso.com.mx/439159/agreden-insultan-corren-al-gobernador-queretaro-del-desfile-del-1-mayo)
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