jueves, 5 de mayo de 2016

Cuéntame un cuento, cuéntame qué hay.


El cuento del jueves: La suerte de Teodoro Méndez Acubal (México)
De chile, mole y pozole*.
¿Por qué los ciudadanos queretanos le tiran cosas al gobernador con intenciones de romperle la cabeza? Sencillo, porque ellos encontraron la moneda de plata que un día perteneció a Teodoro Méndez Acubal. El partido blanquiazul, que hoy es líder dentro del conservador estado de Querétaro, se encuentra en graves problemas. Los hechos ocurridos el día 1ero de mes** en la ciudad sólo apuntan a lo que todo el mundo sabe de sobra y está a punto de golpearnos en el rostro, y algunos menos afortunados en la cabeza: La gente comienza a sentirse con suerte. La fortuna del pueblo, esa rara esperanza que se tiene cuando apenas alcanza para llegar a la quincena con menos de cien pesos en la bolsa, la misma fortuna que la fantástica Rosario Castellanos revela en el cuento La suerte de Teodoro Méndez Acubal, integrante del libro Ciudad Real de 1960.
Cuando no se tiene mucho cualquier motivo es bueno para tomar riesgos. La historia que presenta la escritora mexicana Rosario Castellanos expulsa cientos de interrogantes dignas de analizar a profundidad. En esta ocasión y debido a la temática elegida, se ha optado por tratar dos elementos principales: el concepto de fortuna y el cierre como consecuencia de ésta. Consideramos, que mediante ambos recursos es posible obtener un panorama amplio del texto y, al mismo tiempo, encontrarnos con cierta configuración humana relacionada con la suerte.
La suerte es un arma de doble filo. El narrador omnisciente que presenta el cuento lo reafirma en diferentes ocasiones: La moneda, oculta entre los pliegues del cinturón, lo había convertido en otro hombre. Un hombre más fuerte que antes, es verdad. Pero también más temeroso. Nuestro personaje principal, expone los conflictos que “el hombre con suerte” tiende a enfrentar, el juego entre la codicia y la buena fortuna, el egoísmo y la felicidad. El riesgo parece ser la única salida para Teodoro, pero el peso en relación a la distinción de clases y la línea divisoria bien marcada entre él y Don Agustín Velasco, el comerciante con los pequeños ojos acusadores, insertan el miedo en la fortuna del pobre.

“Aun antes de que Teodoro adquiriese la costumbre de apostarse ante la fachada del establecimiento, sus facciones habían llamado la atención de don Agustín. A ningún ladino se le pierde la cara de un chamula cuando lo ha visto caminar sobre las aceras (reservadas para los caxlanes) y menos cuando camina con lentitud. Como quien va de paseo. No era usual que esto sucediese y don Agustín ni siquiera lo habría considerado posible. Pero ahora tuvo que admitir que las cosas podían llegar más lejos: que un indio era capaz de atreverse también a pararse ante una vitrina y contemplar lo que allí se exhibe no sólo con el aplomo del que sabe apreciar, sino con la suficiencia, un poco insolente, del comprador”. (Castellanos, 1960)

El cierre en La suerte de Teodoro Méndez Acubal, es excusado por el pánico de don Agustín al sentir la cercanía del indio ladino mirando el escaparate de la joyería. Las consecuencias que sufre Teodoro con su entrada al establecimiento en conjunto con el terrible presagio que cruza la mente de Agustín invita al lector a preguntar: ¿Existen más Teodoros en el mundo? Sin la necesidad de caer en extremos nos atreveríamos a responder con una afirmación, siempre hay uno. Castellanos nos inserta en el mundo marcado por clases que sólo algunos se atreven a transgredir.

“Porque Teodoro no se atrevía a entrar. Ningún chamula había intentado nunca osadía semejante. Si él se arriesgase a ser el primero seguramente lo arrojarían a la calle antes de que uno de sus piojos ensuciara la habitación. […] La sangre corría, caliente y rápida, por sus venas. La facilidad movía sus músculos, dictaba sus acciones. Como en sueños traspasó el umbral de la joyería. Pero el frío y la humedad, el tufo de aire encerrado y quieto, le hicieron volver en sí con un sobresalto de terror. Desde un estuche lo fulminaba el ojo de un diamante.
—¿Qué se te ofrece, chamulita,  ¿qué se te ofrece?
Con las repeticiones don Agustín procuraba ganar tiempo. A tientas buscaba su pistola dentro del primer cajón del mostrador. El silencio del indio lo asustó más que ninguna amenaza. No se atrevía a alzar la vista hasta que tuvo el arma en la mano.
Encontró una mirada que lo paralizó. Una mirada de sorpresa, de reproche. ¿Por qué lo miraban así? Don Agustín no era culpable. Era un hombre honrado, nunca había hecho daño a nadie. ¡Y sería la primera víctima de estos indios que de pronto se habían constituido en jueces! Aquí estaba ya el verdugo, con el pie a punto de avanzar, con los dedos hurgando entre los pliegues del cinturón, prontos a extraer quién sabe qué instrumento de exterminio.” (Castellanos, 1960)

Se dice que cuando se encuentra la suerte, el mundo comienza a verse diferente. Para Teodoro Méndez Acubal la vida nunca volvió a ser la misma después de encontrar en el camino una moneda de plata. A los queretanos les ha ocurrido algo similar, se han encontrado con que las cosas en “la mejor ciudad para vivir” no son como las pintan. Ahora observan, absortos, tras la vitrina y con la suerte metida en el pantalón, están esperando. Sólo esperando el mejor momento para entrar, para hacer que esa suerte les cambie la vida. No falta mucho y si bien, ya han lanzado a más de uno tras las rejas por jugar con su fortuna, el afligido Panchito y su pequeño Marquitos no podrán construir prisiones para dos millones de hombres con suerte.  
Isadora Cabrera.

* A T E N C I Ó N (¿Cómo “llegarle” a los cuentos de este mes?): De chile, mole y pozole, se ha presentado como el inevitable título final en mis publicaciones dentro de este blog. Como agradecimiento a mi querido lector, expongo una recopilación en base a las temáticas abordadas durante los cuatro meses con cuatro últimos cuentos. Por un capricho particular, no existe otra razón en realidad, he optado por realizar una gran excepción en el cierre de las entregas. Aseguro que no quedará decepcionado. Sin más, sólo pido que el lector me ayude a iniciar: Cuéntame un cuento, cuéntame qué hay.

**  Mientras que el gobernador del estado de Querétaro, Francisco Domínguez Servién y su equipo de trabajo  observaban el desfile del 1 de Mayo, diversos manifestantes arrojaron objetos al templete  donde se encontraba mientras le gritaban “cobarde”, en protesta a diversas problemáticas que han  ido empeorando durante su administración. (Nota completa: http://www.proceso.com.mx/439159/agreden-insultan-corren-al-gobernador-queretaro-del-desfile-del-1-mayo)

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