jueves, 12 de mayo de 2016

Cuéntame un cuento, cuéntame qué hay.


El cuento del jueves: Curuzu de novia (Paraguay)
De chile, mole y pozole.
Dentro de cada uno de nosotros existe un ser que nos coloca al borde del homicidio. El mismo ser que nos obliga a mirar ese maldito par que tanto nos jode la vida; a esos que se abrazan, se sonríen, se cuentan secretos y se vomitan carcajadas amorosas en los labios. Seguro conoce al monstruo verde con impulsos asesinos, lo ha visto frente al espejo y en el reflejo de los cristales. Es ese que desea con todas sus fuerzas lanzarse sobre esos dos y quitarles la sonrisa con un golpe, ese que busca el mejor momento para soltarle al más feliz una patada en el estómago y dejarlo jadeando en el piso, ese que maldice en voz baja todo afecto expresado y sueña con la muerte del amor, ese que desea con todas sus fuerzas el cariño que un intruso le ha arrebatado. Ese es monstruo verde homicida que todos llamamos celos.
¿Qué tan lejos puede llegar un amante enfermo de celos? Para la escritora paraguaya Josefina Pla su cuento, Curuzu* de novia (1958) se atreve a responder con un cuchillo desde la penumbra. Internándose en el escenario rural-tropical Pla expone una narración circular, dando en un primer momento el cierre de los acontecimientos y, posteriormente, relatando las razones que condujeron a dicho final. Mediante un narrador omnisciente es presentada como protagonista a Silveria Martínez y el conflicto que está vive con su prometido Pedro Esquivel, Perú. El punto culminante de la historia caerá con la accidentada entrada del farmacéutico Antonio Miranda.

“Eran dos las cruces, casi tocándose sus nichos, en aquel bajo, a la sombra del îbapobô de tronco acanalado como columna bárbara. […] Gente recién llegada o de paso preguntaba por qué de esos dos nichos juntos, apoyados casi el uno en el otro.
-Ese más lindo, es una curuzú la novia.
-La cruz de Silveria Martínez. La mató el hombre que la quería. De celos.
-¿El otro nicho es de él?
-No. Es de otro hombre.
-¿Otro pretendiente de Silveria?
-No. Ni siquiera se conocían.
-Pero los nichos están juntos.”
-Y, así es.” (Pla, 1958)

La construcción del personaje principal, el cual es desarrollado bajo el nombre de Silveria, arroja ciertos elementos interesantes en relación a los personajes femeninos latinoamericanos. Nos encontramos con la mujer como un personaje que funciona única y exclusivamente dentro de espacios privados, lo cual, al menos en nuestro caso, se encuentra relacionado con el sexo. El engaño por parte de Perú con la mejor amiga de Silveria determinará una revolución dentro del espacio privado femenino**, la decisión que toma nuestra protagonista al no contraer matrimonio con el hombre que la traicionó,  es manejado como una ruptura en los estándares de configuración literaria femenina. Silveria es mujer, su libertad siempre estará delimitada por ese detalle, sin embargo es totalmente libre de negarse a contraer matrimonio con un hombre como Perú.

“Al principio confió en que se corregiría; pero un mes antes de la boda, se enteró de pronto, que lejos de corregirse, había seguido igual o peor en los últimos tiempos. Por fin se descubrió por sí solo. Eduvigis, su mejor amiga, estaba encinta. Lastimada en lo hondo, pidió explicaciones a Perú. -¿Por qué te haces mala sangre?... Eres mi verdadero amor. La otra era para diversión, no más. Esta explicación, sucia y todo, suele tener éxito por lo regular; pero no lo tuvo con Silveria. A ésta la excusa de Perú la asqueó profundamente. Pensó, razonable, que si el caso hubiese sido inverso, si ella hubiese sido la cuñataí encinta, Perú estaría en ese mismo momento diciéndole a Eduvigis aquello que a ella le decía. Rompió con Perú, y aunque le costó muchas lágrimas, no consintió en verle más. Pasó el tiempo, y no reanudaron. Perú hizo cuanto puede y sabe hacer un hombre de su clase para vencer la resistencia de Silveria. Esquelitas, mensajes por terceros, promesas a diestro y siniestro, amenazas. Hasta a una payesera recurrió, sin éxito. Silveria no cedió un ápice.
-Me ha de matar, pero yo no he de ser su mujer.” (Pla, 1958)

La historia subterránea que es relatada por Pla gira en torno al farmacéutico Antonio Miranda. Recién llegado a la ciudad se encuentra en el lugar y momento menos indicado. Es aquí donde la paranoia y la terrible ira del celoso amante despechado se encuentran con la oportunidad y el azar. En ese momento el ritmo narrativo pasa a ser mucho más acelerado, sin importar que el lector conozca el desenlace del cuento, el momento cumbre llega con el encuentro entre Perú y Antonio que desencadenará en un acalorado diálogo dirigido por los celos.
El amor no puede ser invento del cielo, nada que venga de arriba puede hacer sentir tantas ganas de ver correr sangre. Mírelos, ahí viene de nuevo bamboleándose como gallinas gordas frente a nuestra mirada colérica, se exhiben frente a nosotros como si gozaran de la enfermiza atención que se les ofrece. Los miramos y todas las ideas brutales sobre la extinción se nos han congregado en la cabeza. Pocos se animan a pasear de noche por estos lugares, pocos se atreven a cruzar esa línea delgada tan tentadora, pocos sucumben a los violentos celos, pocos se atreven a colocarse frente a la cruz de la novia.
Isadora Cabrera.

*De esta forma se refieren a la palabra cruz en la lengua guaraní que predomina en algunas regiones del Cono Sur Americano.

**Si nuestro lector desea profundizar dentro de la temática del espacio privado femenino aconsejamos la amena lectura de la Lisístrata de Aristófanes. 

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