La mujer que conspiró.
No hay nada más temible que
una mujer decidida, impetuosa, inteligente y bien relacionada; una dama como la
mencionada puede provocar la caída de una nación o, como es en este caso,
forjarla. Doña Josefa Ortiz de Domínguez, conocida como La Corregidora, es uno
de los personajes destacados de la Historia Mexicana por su participación en la
Independencia. Sus años antes del inicio de la conspiración son esenciales para
comprender sus inclinaciones políticas y sus ideales para la nación que
ayudaría a forjar. Esos ideales la llevaron a aliarse con otros con sueños
similares para cambiar un territorio, por lo cual pagaría con siete años de
soledad. Y su postura ante la emergente nación producto de lo que ella, junto a
otros, iniciará. Doña Josefa es recordada en la Historia por ser la mujer que
avisase del descubrimiento de la Conspiración de Querétaro y, con ello,
iniciase la Independencia de México; pero sus acciones no empezaron o
terminaron ahí, aún hay en ella más de lo que los libros de historia dicen.
Nació en el seno de una
familia Criolla de clase Media bajo el nombre de María de la Natividad Josefa
Ortiz Girón. Su educación corrió bajo la cuenta de su hermana a la muerte de
sus padres, por lo que fue inscrita en el Colegio de San Ignacio de Loyola. En
la institución aprendió a leer, escribir y nociones básicas de matemáticas, así
como la educación para las señoritas de la época: coser, cocinar y bordar. En
1791, Josefa Ortiz tomó como esposo a Miguel Domínguez. Sus primeros años
fueron tranquilos y un futuro próspero se predicaba para el matrimonio, pero
fue entonces cuando la mujer se dio cuenta de su realidad social. Como criolla,
La Corregidora mostro interés y preocupación por la posición de los Criollos en
la sociedad, pues los cargos importantes eran ocupados por españoles
peninsulares, mostrando su descontento al respecto. Y defendió también la reivindicación
de los derechos de los indígenas, quienes vivían en condiciones decadentes.
Usando su posición como esposa del Corregidor, la mujer promovió diversos
eventos de caridad para beneficiar a las clases sociales más vulnerables. Con
la invasión Napoleónica en España, Doña Josefa y otros idealistas vieron la
situación perfecta para realizar un cambio social en la Nueva España.
La mujer influyó en su
esposo para que simpatizará con la idea de una separación de la Nueva España
del país europeo invadido. En 1908, Miguel Domínguez había apoyado al Virrey José de
Iturrigaray para formar una junta de gobierno independiente de la
inestable España pero eso fue imposible de realizar, por lo que el ideal
liberal independentista fue atractivo para él. El matrimonio convocó reuniones políticas
en su hogar, bajo la fachada de tertulias literarias. En ellas se tomaron decisiones y crearon planes que buscaban
la destitución del Virrey vigente, Francisco Venegas,
y construir una junta para gobernar el país en nombre de Fernando VII.
Entre los involucrados en la llamada Conspiración de Querétaro se encontraban: Los
Capitanes Joaquín Arias, Juan Aldama,
Mariano Abasolo, Ignacio Allende (Con quién se cree poseía una estrecha
relación) y el Cura Miguel Hidalgo. El 13 de Septiembre, fue descubierta la
conspiración por espías del Virrey; el Corregidor buscando proteger a su familia, encerró a su esposa
en su alcoba. Pero ella logró comunicarse, bajo un condigo de golpes, con el Alcalde de la Ciudad, también
conspirador, Ignacio Pérez. Siendo el alcalde intermediario para mandarle un
mensaje al Capitán Allende avisándole de que había descubiertos.
Las acciones previsoras de
Doña Josefa evitaron que apresaran a la mayoría de los implicados, pero
dejaron vulnerables a ella y su esposo, quiénes fueron entregados a manos del Virrey por un compañero conspirador. Los traicionó el Capitán Arias, delatándolos
y causando su aprensión el 14 de Septiembre. El aviso apresurado de la
Corregidora causo que el movimiento iniciase en la madrugada del 16 Septiembre
en Dolores Hidalgo, empezando una revuelta que duraría once años y que la
mayoría de los iniciadores no vería terminar. Josefa fue enclaustrada al
Convento de Santa Clara, en Querétaro. Su esposo fue puesto en libertad a causa
de la petición popular, ya que durante su tiempo como Corregidor había apoyado a las
masas. Mientras que a La Corregidora se le trasladó en 1814 al Convento de
Santa Teresa con los cargos de Alta Traición. Y finalmente, fue encerrada en el
Convento de Santa Catalina de Sena, donde su instancia fue más estricta y
sobria que en los anteriores. En 1817, Miguel Domínguez consiguió liberarla, manteándola
alejada de la revuelta que se producía en todo el territorio. Hasta 1922, Doña
Josefa Ortiz de Domínguez fue llamada a la Corte de Agustín I para recibir un
nombramiento honorario por sus acciones y otorgarle el lugar de Dama de Honor
de su esposa, Ana Duarte de Iturbe. La mujer se negó a participar en la corte
del emperador puesto que consideraba que la instauración de un Imperio iba en
contra de los ideales con los que se había empezado la Independencia. Falleció
en el año de 1829, observando como el proyecto de nación que había soñado
florecía a pasos pequeños.
Josefa Ortíz se mantuvo
aferrada a sus ideales sabiendo las consecuencias de sus actos y pagando por
ellos ser alejada de su familia. Es considerada la “Madre de Patria” porque sin
ella no hubiese sido posible el inicio del movimiento independista en el
momento en que ocurrió. Es permisible recordar que no todo lo hizo fueron que
ideales filantrópicos, pues deseaba mejorar su propia condición social como
Criolla, pero también mostró preocupación por las clases sociales vulnerables y
la manera en que estos vivían. Fue una mujer involucrada en grupos que poseían
pensamientos de la ilustración y al final de su vida, se integró a agrupaciones
de carácter liberal y, se cree, masónicos. Cabe destacar que en vida no aceptó
ningún reconocimiento por las acciones ejercidas en favor de la estructuración
de la nueva nación emergente. Al morir
en la Ciudad de México, a la edad de 61 años, fueron sus restos mortales
llevados a la Ciudad de Querétaro y enterrados en el convento de Santa
Catalina. Hoy en día, sus huesos descansan en el Panteón de Queretanos
Ilustres, en un mausoleo construido en su honor en el antiguo Convento de la
Cruz. Sí alguna vez tiene usted la oportunidad de visitar la ciudad, encontrará
miles de referencias a esta valiente mujer que realizó todo con el afán de
cumplir su deber con lo que ella creía correcto.
Esperanza del
Refugio Aguilar Carrillo.
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