martes, 3 de mayo de 2016

Personajes Femeninos en la Historia.


La mujer que conspiró.

No hay nada más temible que una mujer decidida, impetuosa, inteligente y bien relacionada; una dama como la mencionada puede provocar la caída de una nación o, como es en este caso, forjarla. Doña Josefa Ortiz de Domínguez, conocida como La Corregidora, es uno de los personajes destacados de la Historia Mexicana por su participación en la Independencia. Sus años antes del inicio de la conspiración son esenciales para comprender sus inclinaciones políticas y sus ideales para la nación que ayudaría a forjar. Esos ideales la llevaron a aliarse con otros con sueños similares para cambiar un territorio, por lo cual pagaría con siete años de soledad. Y su postura ante la emergente nación producto de lo que ella, junto a otros, iniciará. Doña Josefa es recordada en la Historia por ser la mujer que avisase del descubrimiento de la Conspiración de Querétaro y, con ello, iniciase la Independencia de México; pero sus acciones no empezaron o terminaron ahí, aún hay en ella más de lo que los libros de historia dicen.

Nació en el seno de una familia Criolla de clase Media bajo el nombre de María de la Natividad Josefa Ortiz Girón. Su educación corrió bajo la cuenta de su hermana a la muerte de sus padres, por lo que fue inscrita en el Colegio de San Ignacio de Loyola. En la institución aprendió a leer, escribir y nociones básicas de matemáticas, así como la educación para las señoritas de la época: coser, cocinar y bordar. En 1791, Josefa Ortiz tomó como esposo a Miguel Domínguez. Sus primeros años fueron tranquilos y un futuro próspero se predicaba para el matrimonio, pero fue entonces cuando la mujer se dio cuenta de su realidad social. Como criolla, La Corregidora mostro interés y preocupación por la posición de los Criollos en la sociedad, pues los cargos importantes eran ocupados por españoles peninsulares, mostrando su descontento al respecto. Y defendió también la reivindicación de los derechos de los indígenas, quienes vivían en condiciones decadentes. Usando su posición como esposa del Corregidor, la mujer promovió diversos eventos de caridad para beneficiar a las clases sociales más vulnerables. Con la invasión Napoleónica en España, Doña Josefa y otros idealistas vieron la situación perfecta para realizar un cambio social en la Nueva España.

La mujer influyó en su esposo para que simpatizará con la idea de una separación de la Nueva España del país europeo invadido. En 1908, Miguel Domínguez había apoyado al Virrey José de Iturrigaray   para formar  una junta de gobierno independiente de la inestable España pero eso fue imposible de realizar, por lo que el ideal liberal independentista fue atractivo para él. El matrimonio convocó reuniones políticas en su hogar, bajo la fachada de tertulias literarias. En ellas se tomaron decisiones y crearon planes que buscaban la destitución  del Virrey vigente, Francisco Venegas,  y construir una junta para gobernar el país en nombre de Fernando VII. Entre los involucrados en la llamada Conspiración de Querétaro se encontraban: Los Capitanes Joaquín Arias, Juan Aldama,  Mariano Abasolo, Ignacio Allende (Con quién se cree poseía una estrecha relación) y el Cura Miguel Hidalgo. El 13 de Septiembre, fue descubierta la conspiración por espías del Virrey; el Corregidor buscando proteger a su familia, encerró a su esposa en su alcoba. Pero ella logró comunicarse, bajo un condigo de golpes,  con el Alcalde de la Ciudad, también conspirador, Ignacio Pérez. Siendo el alcalde intermediario para mandarle un mensaje al Capitán Allende avisándole de que había descubiertos.

Las acciones previsoras de Doña Josefa evitaron que apresaran a la mayoría de los implicados, pero dejaron vulnerables  a ella y su esposo, quiénes fueron entregados a manos del Virrey por un compañero conspirador. Los traicionó el Capitán Arias, delatándolos y causando su aprensión el 14 de Septiembre. El aviso apresurado de la Corregidora causo que el movimiento iniciase en la madrugada del 16 Septiembre en Dolores Hidalgo, empezando una revuelta que duraría once años y que la mayoría de los iniciadores no vería terminar. Josefa fue enclaustrada al Convento de Santa Clara, en Querétaro. Su esposo fue puesto en libertad a causa de la petición popular, ya que durante su tiempo como Corregidor había apoyado a las masas. Mientras que a La Corregidora se le trasladó en 1814 al Convento de Santa Teresa con los cargos de Alta Traición. Y finalmente, fue encerrada en el Convento de Santa Catalina de Sena, donde su instancia fue más estricta y sobria que en los anteriores. En 1817, Miguel Domínguez consiguió liberarla, manteándola alejada de la revuelta que se producía en todo el territorio. Hasta 1922, Doña Josefa Ortiz de Domínguez fue llamada a la Corte de Agustín I para recibir un nombramiento honorario por sus acciones y otorgarle el lugar de Dama de Honor de su esposa, Ana Duarte de Iturbe. La mujer se negó a participar en la corte del emperador puesto que consideraba que la instauración de un Imperio iba en contra de los ideales con los que se había empezado la Independencia. Falleció en el año de 1829, observando como el proyecto de nación que había soñado florecía a pasos pequeños.

Josefa Ortíz se mantuvo aferrada a sus ideales sabiendo las consecuencias de sus actos y pagando por ellos ser alejada de su familia. Es considerada la “Madre de Patria” porque sin ella no hubiese sido posible el inicio del movimiento independista en el momento en que ocurrió. Es permisible recordar que no todo lo hizo fueron que ideales filantrópicos, pues deseaba mejorar su propia condición social como Criolla, pero también mostró preocupación por las clases sociales vulnerables y la manera en que estos vivían. Fue una mujer involucrada en grupos que poseían pensamientos de la ilustración y al final de su vida, se integró a agrupaciones de carácter liberal y, se cree, masónicos. Cabe destacar que en vida no aceptó ningún reconocimiento por las acciones ejercidas en favor de la estructuración de la nueva nación emergente. Al morir  en la Ciudad de México, a la edad de 61 años, fueron sus restos mortales llevados a la Ciudad de Querétaro y enterrados en el convento de Santa Catalina. Hoy en día, sus huesos descansan en el Panteón de Queretanos Ilustres, en un mausoleo construido en su honor en el antiguo Convento de la Cruz. Sí alguna vez tiene usted la oportunidad de visitar la ciudad, encontrará miles de referencias a esta valiente mujer que realizó todo con el afán de cumplir su deber con lo que ella creía correcto.

Esperanza del Refugio Aguilar Carrillo.

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