domingo, 1 de mayo de 2016

Retazos de existencia.

Notas del alma.

“Vivo para tocar, la única razón por la cual me levanto todas las mañanas es para dar lo mejor de mí en los ensayos y demostrar que, de entre todos, soy la mejor. Por ese motivo no comprendo por qué, en los últimos años mi familia y conocidos están empeñados en que abandone mi pasión, me confunde ¿sabe? Si fueron ellos mismo quienes me alentaban y ahora ¿planean que me retire? ¡No puedo imaginarlo! Es mi vida, representa todo mi esfuerzo y dedicación. Además aun soy joven, tengo mucho que ofrecer al mundo y es a través de mi música que puedo hacerlo.

Es uno de los pocos recuerdos vívidos que tengo de mi infancia, aquel día mi padre me llevó a un concierto, tal vez con la intención de que me durmiera a mitad del mismo. Al final resultó ser un concurso, los mejores compositores jóvenes luchando entre ellos por medio de sus instrumentos. El lugar estaba lleno, por fortuna nos encontrábamos en un lugar desde donde se veía perfectamente el escenario; el momento culminante del espectáculo se dio cuando se presentó un dueto, un pianista junto a una violinista. Me enamoré totalmente de ella y la manera en que tocaba, transmitía miles de sentimientos y se movía como fusionada con su instrumento. Al terminar fui quien más fuerte aplaudió.

Decidí que quería ser violinista, ser capaz de volverme una con la música y de poder alterar el ánimo de un público. En seguida mis padres lo aprobaron, una semana después me encontraba tomando clases. Era muy talentosa para alguien de mi edad, mi profesor se jactaba de mis habilidades con sus compañeros e incluso los invitaba a mis sesiones, en poco tiempo tenía ya una pequeña legión de admiradores y al cabo de un año participe en mi primer concurso. Fue como un sueño, sentía como las notas brotaban del violín y se expandían en enorme ondas hacía el público. Sobra decir que me obtuve el primer puesto, no podía ser más feliz.

Me convertí en una celebridad, la niña prodigio que ganaba en todos lados y por un instante todo era perfecto. En uno de mis ensayos me percaté de que mi instrumento no se encontraba afinado y entre en pánico ¡Llevaba todo un año tocando así! Aquello fue solo el inicio de mis problemas, mi técnica estaba estancada y las notas que brotaban lo hacían de una forma irregular. Necesitaba ensayar más. Las clases ya no eran suficientes, por lo que al llegar de la escuela me encerraba y practicaba hasta que me saliera perfecto. Lo admito, mis notas bajaron e incluso me llegaron a internar pues pasaba días sin comer ni dormir, aunque no todo fue en balde, mi esfuerzo dio frutos en los concursos, nadie podía superarme.

Abandone los estudios, me distraían de los ensayos, además me sucede algo extraño: cada vez que pasa un concurso caigo en la cuenta de que mi técnica disminuye, por lo que debo esforzarme más y mejorar, no puedo permitir que alguien me rebase. Hace unos días me fracture la muñeca, no le he dicho a nadie pues el día de mañana tengo una importante presentación, de cualquier forma este tipo de accidentes ya me han ocurrido antes y siempre logro salir adelante. Pero estoy asustada, mis padres no quieren dejar que toque, al parecer los doctores les dijeron que mi cuerpo puede estar no aguantar más mi ritmo de vida ¿Qué pueden saber ellos? Si muero será porque me alejaron del violín y no estoy dispuesta aceptarlo, aunque eso implique llevarme al límite.”

Andrea Hernández Álvarez.

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