Notas del alma.
“Vivo para tocar, la única razón por la cual me levanto
todas las mañanas es para dar lo mejor de mí en los ensayos y demostrar que, de
entre todos, soy la mejor. Por ese motivo no comprendo por qué, en los últimos
años mi familia y conocidos están empeñados en que abandone mi pasión, me confunde
¿sabe? Si fueron ellos mismo quienes me alentaban y ahora ¿planean que me
retire? ¡No puedo imaginarlo! Es mi vida, representa todo mi esfuerzo y
dedicación. Además aun soy joven, tengo mucho que ofrecer al mundo y es a través
de mi música que puedo hacerlo.
Es uno de los pocos recuerdos vívidos que tengo de mi
infancia, aquel día mi padre me llevó a un concierto, tal vez con la intención
de que me durmiera a mitad del mismo. Al final resultó ser un concurso, los
mejores compositores jóvenes luchando entre ellos por medio de sus
instrumentos. El lugar estaba lleno, por fortuna nos encontrábamos en un lugar
desde donde se veía perfectamente el escenario; el momento culminante del
espectáculo se dio cuando se presentó un dueto, un pianista junto a una
violinista. Me enamoré totalmente de ella y la manera en que tocaba, transmitía
miles de sentimientos y se movía como fusionada con su instrumento. Al terminar
fui quien más fuerte aplaudió.
Decidí que quería ser violinista, ser capaz de volverme una
con la música y de poder alterar el ánimo de un público. En seguida mis padres
lo aprobaron, una semana después me encontraba tomando clases. Era muy
talentosa para alguien de mi edad, mi profesor se jactaba de mis habilidades
con sus compañeros e incluso los invitaba a mis sesiones, en poco tiempo tenía
ya una pequeña legión de admiradores y al cabo de un año participe en mi primer
concurso. Fue como un sueño, sentía como las notas brotaban del violín y se
expandían en enorme ondas hacía el público. Sobra decir que me obtuve el primer
puesto, no podía ser más feliz.
Me convertí en una celebridad, la niña prodigio que ganaba
en todos lados y por un instante todo era perfecto. En uno de mis ensayos me percaté
de que mi instrumento no se encontraba afinado y entre en pánico ¡Llevaba todo
un año tocando así! Aquello fue solo el inicio de mis problemas, mi técnica
estaba estancada y las notas que brotaban lo hacían de una forma irregular.
Necesitaba ensayar más. Las clases ya no eran suficientes, por lo que al llegar
de la escuela me encerraba y practicaba hasta que me saliera perfecto. Lo
admito, mis notas bajaron e incluso me llegaron a internar pues pasaba días sin
comer ni dormir, aunque no todo fue en balde, mi esfuerzo dio frutos en los
concursos, nadie podía superarme.
Abandone los estudios, me distraían de los ensayos, además
me sucede algo extraño: cada vez que pasa un concurso caigo en la cuenta de que
mi técnica disminuye, por lo que debo esforzarme más y mejorar, no puedo
permitir que alguien me rebase. Hace unos días me fracture la muñeca, no le he
dicho a nadie pues el día de mañana tengo una importante presentación, de
cualquier forma este tipo de accidentes ya me han ocurrido antes y siempre
logro salir adelante. Pero estoy asustada, mis padres no quieren dejar que
toque, al parecer los doctores les dijeron que mi cuerpo puede estar no
aguantar más mi ritmo de vida ¿Qué pueden saber ellos? Si muero será porque me
alejaron del violín y no estoy dispuesta aceptarlo, aunque eso implique
llevarme al límite.”
Andrea Hernández Álvarez.
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