XVIII.
“Sí, él siempre es así”
Razón para el proceso de beatificación para Mike Stamford*
Un
genio con genio, un sociópata de alto funcionamiento, un condenado a su propia
mente y, a la vez, condena de su propio creador, Sir Arthur Conan Doyle. El detective
privado Sherlock Holmes, ha acumulado alrededor de cincuenta adaptaciones,
fácilmente; entre cine, teatro, series, comics, etcétera, sabemos de Sherlock
porque lo han metido hasta en un título de Deadpool (1). La saturación del
protagonista holmesiano se traduce en la necesidad de renovación, una prueba
remarcable de su inigualable huella: la relevancia del mismo, siendo
constantemente actualizada por los propios fanáticos. Mark Gatiss y Steven
Moffat, escritores de la versión moderna de este insaciable investigador, son culpables
de la explotación más reciente (2) de este fenómeno británico.
No importa
si usted detesta con enardecida pasión a las obras serializadas, si preferiría
leer cien veces el canon holmesiano, en vez de toparse con semejante aberración
televisiva (3). Desde que escuchamos la profunda voz de Benedict Cumberbatch,
elucidando sus diálogos a la velocidad de la luz, hacia Martin Freeman, el
dueño de una cara parecida a la del televidente, entre maravillada y
confundida; abre paso a la magistral pareja de Sir Doyle, un Don Quijote victoriano
con su respectivo Sancho Panza; el Dr. House británico y su respectivo Dr.
Wilson; Capitán Spock y Capitán Kirk (4), con la misma química romántica. Sherlock
Holmes y John Watson se han transportado, de alguna manera a tiempos contemporáneos,
adquiriendo un óptimo resultado.
Mike
Stanford y John Watson se acercan a Sherlock. De un vistazo, el detective
pregunta: “¿Afganistán o Iraq?” y en un minuto describe cómo, cuándo, dónde y
por qué, huye con un “Mi nombre es Sherlock Holmes y la dirección, 221B de
Baker Street” y un guiño (5). En las escenas siguientes ya están viendo el
departamento futuro a compartir, con extraños diálogos pequeños, como una
manera de acostumbrarse al otro. Cuidando apariencias, fingiendo modestia… el
erudito nunca se había visto tan necesitado de la aprobación de otra persona,
en este caso, una relativamente “desconocida”. La casera presupone que John es
la pareja de Sherlock… (¡SPOILER!) Básicamente es esto en toda la serie, Watson
aclarando con un falso tono ofendido “No soy gay” y Holmes… ¿sin decir nada? (6).
Más
allá del contexto, las preconcepciones del escritor están plasmadas
fidedignamente, la serie es una mezcla de dramas detectivescos, un toque de comedia
inglesa, la acción adecuada y entretejida y complicada relación de esta pareja,
dedicada a resolver misterios y crímenes. Por un lado, John se atreve a salir
apenas del trauma de la guerra, sus lesiones y su afirmación “No me pasa nada”
(7). Por el contrario, Sherlock “aprende” a mantener a una persona cerca de sí,
además de todo lo que eso conlleva; vivir en un contexto social que lo
marginaliza y después convivir con el doctor, su maravillado amigo, un
compañero de aventuras, dispuesto a seguir sus pasos, pero a regañarle cuando
sea necesario. Juntos crecen como personas, tal como lo haría una pareja
sentimental.
Por una
parte, contamos con la nueva versión holmesiana, y su respectiva adaptación
encausada en una serie de televisión de tan sólo nueve capítulos. Esta serie
cumple con su principal función, envolver a la viejísima pareja “Johnlock” (8)
en pleno siglo XXI, así como todo lo que este contexto modernizado refiere. La
presente duda de las preferencias sexuales de ambos personajes sigue a uno en
silencio, a lo largo de la serie, muy a pesar del contenido imperdible, la trama
dirigida por el detective y la aparición adecuada de los “archienemigos” de
éste (9); la verdad no será ratificada hasta que haya algo más entre esta
pareja que un par de miradas cómplices. ¿O usted será capaz de elucidar algo más allá de eso?
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NOTAS
1.- Deadpool
Killustrated, encontrada en la edición de Deadpool, trilogía asesina.
2.- Reciente, para esta reseña, significa desde el año 2010,
en el estreno de la primera temporada de la serie. Además el adjetivo viene con
sus implicaciones culturales, como el fenómeno causado por el título a una
escala masiva.
3.- Con “Aberración televisiva” me refiero a la necesidad de
condenar a los medios populares recientes, alegando que la sola TV hace
estúpido a uno y demás aseveraciones falaces. Es como decir que el chocolate
engorda… si el que engorda es uno.
4.- Las referencias hacia Holmes se encuentran enlistadas al
principio, mientras que las de Watson son a su lado, como es debido. Sin embargo,
Spock y Kirk no es una referencia muy precisa, pero fue menester agregarlos por
la química ya mencionada.
5.- Aproximadamente en el minuto diez del capítulo primero: Study
in Pink.
6.- Respecto al carácter de Sherlock, es realmente
impresionante que no debata, comente, rectifique, corrija o aclare cualquier
cosa. Es sumamente sorpresiva esta postura ante las presuposiciones del resto
respecto a su relación con su mano derecha.
7.- John Admite esto cuando va con su psicóloga, cuando ésta le
pregunta por qué no ha escrito nada en su blog.
8.- Nombre de la pareja adoptado por el fandom. Une el
nombre de pila del doctor con la partícula final del nombre del detective, aunque
también es una referencia al capítulo primero de la segunda temporada Scandal in
Belgravia, donde la pareja se encuentra con “La mujer”, Irene Adler.
9.- Un “ensayo” sólo de estos personajes es un posible proyecto futuro.
10/10
NBA
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