viernes, 13 de mayo de 2016

La vida, ésa mi puta favorita. 
“¿Qué va a tomar?
Lo de siempre.
¿Malas decisiones?
Con hielo, por favor.”

Anónimo.

He ido al mismo bar cada noche durante los últimos dos años, siete meses, dos semanas y tres días de mi vida. Es un completo desperdicio, lo sé. Pero no tiene sentido regresar al mismo apartamento con una mujer extraña, de la cual no me acordaré de su nombre en la mañana del siguiente día; a quién engaño, eso es lo que haré esta noche y la que sigue, y el día después del miércoles. Me he levantado; a mi lado está una mujer de pelo negro como la noche, tiene unos labios rojos como el fuego, una piel de seda y, al abrir sus ojos daban la impresión de que es era lo más cercano a sentir la paz. Pero sólo duró unos segundos, pues ella, se tenía que ir y a mí se me hacía tarde para irme a trabajar. 

Yo si sabía cómo y en qué perder el tiempo. Tenía un trabajo aburrido, mi jefe era un viejo gordo, mis compañeros eran tolerables. En fin, mi día rutinario era estar en la oficina a las 9:00 am, estar en el área de compras para que la producción no se atrasara, salía a las 5:00 pm lo cual la convertía en  una cárcel moderna para gente que no tenía sueños ni metas en la vida. La mejor parte era cuando subía en mi volkswagen y me iba a casa; me bañaba e iba, una vez más, al bar. 

¿Qué hacía que una persona estuviera vacía? Me acostaba con muchas mujeres, ya era un hábito. Pero entre más dormía con ellas; más vacío me sentía, no podía encontrar eso que tanto quería en la vida. Una noche más, maldita sea, una noche más. Estoy con una mujer de pelo rojo, muy alta me daba la impresión de que estaba soñando pero no. Tenía sed de sexo pero no podía saciarme, el efecto era momentáneo; quizá me hacía falta amor. 

La rutina me empezaba a aburrir. Algunos días eran malos y otros, lo eran más. Era sábado 16 de enero, mi cumpleaños. ¡Mierda! No quiero hacer nada, sólo ir a beber hasta explotar. Decidí ir a otro bar, el que está cerca de la costa. Ahora sólo queda buscar algo más fuerte que el tequila, en lugar de eso esperaba vodka o, por lo menos, wisky; pero sólo encontré a Soledad, una colombiana como ninguna otra, pero sólo ella supo cómo enloquecerme, cómo seducirme sin usar nada para hacerlo.

Esta mañana se ha ido Soledad, es mejor así. Seguiré disfrutando de la vida, ésa mi puta favorita. Conseguí trabajo en otro estado, haré maletas en las cuales sólo habrá ropa y nada de pasado. 




L.M.






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