jueves, 26 de mayo de 2016

Cuéntame un cuento, cuéntame qué hay.

El cuento del jueves: La carta (Puerto Rico)
De chile, mole y pozole.
Qerido lector, oi les escriviremos al maz puro estilo de el escritor Puerto riqueño Jocé Luis Gonsales. Una carta es una carta, importa muy poco el cómo está escrita. Importa aún menos el cómo cuando se habla del quién. La carta es un cuento del año 1973, escrito por la inigualable pluma del autor José Luis Gonzales. En esta oportunidad analizaremos la genialidad de este cuento puertorriqueño a partir de tres principios: La ortografía y gramática, el cierre y, finalmente,  la extensión.  Sin más, comencemos con el relato más corto que, hasta hoy, ha formado parte de nuestras entradas.
Con tan sólo diecisiete líneas La carta refuerza ese viejo sermón que, en ocasiones, escuchamos sin cesar: calidad sobre cantidad. El relato cuenta con dos momentos narrativos. En primer lugar se presenta la carta que un hombre llamado Juan escribe a su Qerida bieja desde San Juan, puerto Rico. Al finalizar la carta de Juan hacía su madre,  el segundo momento será protagonizado por un narrador omnisciente quien conducirá al lector durante las seis líneas restantes hasta sorprenderlo con el cierre.
En la literatura que ofrece José Luis González los finales inesperados poseen gran predominio*. La carta tendrá un cierre que revela al lector información contenida en la epístola que, en un primer momento, podría resultar irrelevante. Mediante la revelación del oficio que ejerce Juan la voz autoral reconstruye el primer momento narrativo bajo los puntos que expone el segundo: Después de firmar, dobló cuidadosamente el papel ajado y lleno de borrones y se lo guardó en el bolsillo de la camisa.
La carta llena de borrones que cierra con la afectuosa despedida: Su ijo que la qiere y le pide la bendision, permitirá un juego ortográfico y gramatical. González otorga la escritura a su personaje y permite que éste la use a su parecer; los errores ortográficos serán predominantes en ésta, permite la construcción del personaje principal (Juan) y dota al texto de un atractivo simple e irónico.

“Como yo le desia antes de venirme, aqui las cosas me van vién. Desde que llegé enseguida incontré trabajo. Me pagan 8 pesos la semana y con eso bivo como don Pepe el alministradol de la central allá.
La ropa aqella que quedé de mandale, no la he podido compral pues quiero buscarla en una de las tiendas mejores. Digale a Petra que cuando valla por casa le boy a llevar un regalito al nene de ella.
Boy a ver si me saco un retrato un dia de estos para mandálselo a uste.
El otro dia vi a Felo el ijo de la comai María. El está travajando pero gana menos que yo.” (González, 1973)

¿Inporta mucho la forma del escribir? En nuestro caso la respuesta es un rotundo sí pero para Juan, quien intenta ganar ocho centavos a la semana para enviarlos a su madre, la ortografía importa (¿o inporta?) un bledo. Después de todo los personajes literarios nunca respetan las reglas que el mundo “real” intenta imponer, ellos tiene sus propios problemas y sus propias formas de redactar cartas.
Isadora Cabrera.


*Si ha disfrutado de La carta recomendamos otros cuentos de José Luis González como: En el fondo del caño hay un negrito y Una caja de plomo que no se podía abrir.

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