El cuento del jueves: La
carta (Puerto Rico)
De chile,
mole y pozole.
Qerido lector, oi les escriviremos
al maz puro estilo de el escritor Puerto riqueño Jocé Luis Gonsales. Una carta
es una carta, importa muy poco el cómo está escrita. Importa aún menos el cómo
cuando se habla del quién. La carta
es un cuento del año 1973, escrito por la inigualable pluma del autor José Luis
Gonzales. En esta oportunidad analizaremos la genialidad de este cuento puertorriqueño
a partir de tres principios: La ortografía y gramática, el cierre y,
finalmente, la extensión. Sin más, comencemos con el relato más corto que,
hasta hoy, ha formado parte de nuestras entradas.
Con tan sólo diecisiete
líneas La carta refuerza ese viejo sermón
que, en ocasiones, escuchamos sin cesar: calidad sobre cantidad. El relato
cuenta con dos momentos narrativos. En primer lugar se presenta la carta que un
hombre llamado Juan escribe a su Qerida
bieja desde San Juan, puerto Rico.
Al finalizar la carta de Juan hacía su madre, el segundo momento será protagonizado por un
narrador omnisciente quien conducirá al lector durante las seis líneas
restantes hasta sorprenderlo con el cierre.
En la literatura que
ofrece José Luis González los finales inesperados poseen gran predominio*. La carta tendrá un cierre que revela al
lector información contenida en la epístola que, en un primer momento, podría
resultar irrelevante. Mediante la revelación del oficio que ejerce Juan la voz
autoral reconstruye el primer momento narrativo bajo los puntos que expone el
segundo: Después de firmar, dobló
cuidadosamente el papel ajado y lleno de borrones y se lo guardó en el bolsillo
de la camisa.
La carta llena de
borrones que cierra con la afectuosa despedida: Su ijo que la qiere y le pide la bendision, permitirá un juego ortográfico
y gramatical. González otorga la escritura a su personaje y permite que éste la
use a su parecer; los errores ortográficos serán predominantes en ésta, permite
la construcción del personaje principal (Juan) y dota al texto de un atractivo
simple e irónico.
“Como
yo le desia antes de venirme, aqui las cosas me van vién. Desde que llegé
enseguida incontré trabajo. Me pagan 8 pesos la semana y con eso bivo como don
Pepe el alministradol de la central allá.
La
ropa aqella que quedé de mandale, no la he podido compral pues quiero buscarla
en una de las tiendas mejores. Digale a Petra que cuando valla por casa le boy
a llevar un regalito al nene de ella.
Boy
a ver si me saco un retrato un dia de estos para mandálselo a uste.
El
otro dia vi a Felo el ijo de la comai María. El está travajando pero gana menos
que yo.” (González, 1973)
¿Inporta mucho la forma
del escribir? En nuestro caso la respuesta es un rotundo sí pero para Juan,
quien intenta ganar ocho centavos a la semana para enviarlos a su madre, la
ortografía importa (¿o inporta?) un bledo. Después de todo los personajes
literarios nunca respetan las reglas que el mundo “real” intenta imponer, ellos
tiene sus propios problemas y sus propias formas de redactar cartas.
Isadora Cabrera.
*Si ha disfrutado de La carta recomendamos otros cuentos de José Luis González como: En el fondo del caño hay un negrito y Una caja de plomo que no se podía abrir.
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