El cuento del jueves: Acuérdate
(México)
ESPECIAL “EL LLANO EN LLAMAS”
ESPECIAL “EL LLANO EN LLAMAS”
De memorias empolvadas y aniversarios atrasados.
“Acuérdate de Urbano Gómez, hijo de
don Urbano, nieto de Dimas, aquél que dirigía las pastorelas y que murió
recitando el "rezonga ángel maldito" cuando la época de la gripe.” -
Juan Rulfo (El llano en llamas.)
Decidimos
tirar nuestra planeación de la primera entrega del mes a la basura. Aunque
usted no lo crea, (sí, así como el programa en la T.V), nuestras columnas son
sometidas a largas pruebas, desde la elección del cuento hasta la composición
de los párrafos. Nuestros procesos de selección son un poco violentos, ningún cuento
muerto hasta el momento. En esta ocasión se ha decidido romper con nuestro riguroso
protocolo e ignorar por completo la temática de este mes; nuestra
justificación: este es el año de Rulfo.
En
el mes de enero se cumplieron 30 años desde la muerte del escritor mexicano
Juan Rulfo, su huella en la literatura
ha significado una nueva forma de narrar, la visión de la literatura mexicana.
En El llano en llamas (1953), recopilación
de sus cuentos, el predominio del escenario rural en el México de los años
cincuenta es expuesto a partir de diferentes perspectivas centradas en una
misma temática. Entre tantas, nos encontramos con aquella titulada Acuérdate, la cual será el objeto de
estudio en esta ocasión. ¿La razón?, verá
usted, Acuérdate pertenece a esos
textos que irrumpen en la intimidad de los personajes desde la visión del otro.
Sí, nos agrada el chisme.
“Acuérdate que a su
madre le decían la Berenjena porque siempre andaba metida en líos y de cada lío
salía con un muchacho. Se dice que tuvo su dinerito, pero se lo acabó en los
entierros, pues todos los hijos se le morían recién nacidos y siempre les mandaba
cantar alabanzas, llevándolos al panteón entre música y coros de monaguillos
que cantaban "hosannas" y "glorias" y la canción esa de
"ahí te mando, Señor, otro angelito".” (Rulfo, 1953)
El
primer paso a seguir para el lector que se encuentra por primera vez con el texto
de Rulfo es correr por pluma y papel para trazar el vasto árbol genealógico de
Urbano Gómez, nuestro personaje principal. Narrado a partir de una primera persona, la genialidad del estilo
narrativo de Acuérdate recae en su
estructura circular que, al pasar por cada uno de los episodios en la vida del
personaje y cruzarse con los secundarios, desarrolla pequeñas narraciones
que conforman una mayor.
Para
nuestro segundo paso como lectores entusiastas de realismo mágico, el
diccionario en mano es requisito indispensable. Los juegos con el lenguaje de
los cuales se hace uso en nuestro cuento apunta hacia un habla nacional. Los
rezos o los apodos típicos de esta corriente literaria, contribuye a “enredar”, aún más, la estructura del argumento. El ritmo de la narración tiene su origen
en una convergencia de elementos que sólo pueden ser apreciados a partir de una
lectura minuciosa.
“Ese Urbano Gómez
era más o menos de nuestra edad, apenas unos meses más grande, muy bueno para
jugar a la rayuela y para las trácalas. Acuérdate que nos vendía clavellinas y
nosotros se las comprábamos, cuando lo más fácil era ir a cortarlas al cerro.
Nos vendía mangos verdes que se robaba del mango que estaba en el patio de la
escuela y naranjas con chile que compraba en la portería a dos centavos y que
luego nos las revendía a cinco. Rifaba cuanta porquería y media traía en el
bolso: canicas ágata, trompos y zumbadores y hasta mayates verdes, de esos a
los que se les amarra un hilo en una pata para que no vuelen muy lejos. Nos
traficaba a todos, acuérdate.” (Rulfo, 1953)
Si
en este punto el lector no ha sido desanimado por la ardua tarea que implica
leer un cuento mexicano, expresamos nuestras más sinceras felicitaciones. La
lectura de El llano en llamas, puede
ser considerada como una de las experiencias literarias que cualquiera debe
experimentar. Ya sea por el simple morbo de ir por ahí gritando ¡diles qué no me maten!, o viajar a Comala una temporada. Aseguramos que
no se arrepentirá y, si acaso llegara a arrepentirse sabemos que no lo
olvidará, Sólo que te falle
mucho la memoria, no te has de acordar de eso… Jamás, de Rulfo nadie se olvida.
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