martes, 15 de marzo de 2016

HIMYS o CCAT Spoilers con reseñas

Mucha gente es estúpida y aun así tienen vidas plenas y productivas


9. 
“-¿Y ahora qué?, ¿intentarás asustarme?
-En realidad, no. No quiero asustarte. Pero créeme, no quieres estar aquí.-¡No me toques! Tortillera de mierda. 
-¿Cómo me dijiste? 
-Ya me escuchaste. 
-¿Cómo te llamas? 
-Dina.
-Dina, qué lindo nombre. Dina, podría decirte muchas cosas para asustarte. Podría decirte que vas a ser mi puta, podría decirte que serás mi esclava, que tendré sexo contigo aunque no nos queramos. Que haré contigo lo que la primavera hace con los cerezos, pero al estilo de la prisión. Es de Pablo Neruda. Pero, ¿para qué? Eres demasiado ruda, ¿no? Sí, sé lo fácil que es convencerte de que eres algo que no eres. Y puedes hacerlo afuera. Porque puedes seguir moviéndote, mantenerte tan ocupada que no tienes que afrontar quién realmente eres. Pero… eres débil. 
-Hazte a un lado, pendeja. 
-Yo soy como tú, Dina. Yo también soy débil. No puedo soportar esto sin tocar a alguien, sin amar a alguien. ¿Será porque el sexo bloquea el dolor? ¿O porque soy un monstruo sexual? No lo sé. Pero sí sé que era alguien antes de venir aquí. Tenía una vida que yo misma había elegido para mí. Y ahora lo único que hago es tratar de pasar el día sin llorar. Y tengo miedo. Todavía tengo miedo. Tengo miedo porque no soy yo misma aquí y tengo miedo porque sí lo soy. Lo que más asusta de la prisión no son los demás, Dina, sino enfrentarte cara a cara con quién eres en verdad. Porque cuando estás detrás de estas paredes, no hay adónde correr, aun si pudieses correr. La verdad te alcanza, Dina. Y es ella quien te convertirá en su puta“.
-Piper Chapman a Dina. Temporada uno, capítulo diez “Bora Bora Bora”, minuto 43:00.
El Test de Bechdel revolucionó dentro del criterio del televidente contemporáneo. Los primeros años del nuevo siglo han marcado cambios en la sociedad a un nivel exponencial. El poder de alzar la voz está pasando a un sector cada vez más amplio, en vez de priorizar la opinión del patriarcado blanco y económicamente favorecido. Establecido esto, presumo la imposibilidad pasada de televisar una serie como la que hoy nos convoca a este ilustrísimo espacio; y encima ser dirigida a la masividad de medios en la actualidad. Una serie donde se cuentan los roles masculinos con los dedos de las manos, además de ser secundarios o simples extras de la historia. Es sobre las féminas donde gira esta trama, sin demasiado glamour, sin personalidades huecas, situaciones repetitivas o la necesidad de enfrascarse en un amorío convencional. OITNB no sólo pasa “La regla” mencionada al principio, rompe con muchos prejuicios, muchos roles establecidos en el sexo débil. Tal vez una serie simple producida por Netflix no sea nada comparado con las novelas medievales, la libertad de voto femenino o incluso la decisión libre al aborto y/o los anticonceptivos; sin embargo, es motivo de orgullo estar en contacto con dichas representaciones, y que partir de éstas surjan unas mejores.

Orange is the New Black o El naranja es el nuevo negro se basa en una historia real, publicada en el libro escrito por la ex–reclusa, Piper Kerman: “Orange Is the New Black: Crónica de mi año en una prisión federal de mujeres”. En este libro y en la serie se narra cómo Piper Chapman (Taylor Schilling; Mercy, The lucky one) fue presa, gracias a verse envuelta en tráfico de drogas hace diez años, junto a su pareja en ese entonces, Nora Jansen, alias Alex Vause (Laura Prepon; HIMYM, That 70’s show). A partir de ahí Piper se despide de su vida de mujer cosmopolita y educada, para entrar en la prisión de mujeres en La Penitenciaria Federal de Litchfield, New York. La situación en ese hoyo negro y sucio no es para nada parecido a su vida afuera, y las personas que se encuentra en su camino son tan diferentes a ella y eso de cierta manera no es malo. Al final, Chapman resultar ser la persona a la cual menos gusto da de ver a lo largo de la serie. Dirigida desde 2013 por Jenji Kohan (Weeds), cuenta con tres temporadas y se ha confirmado hasta una séptima. 


Abres la página o aplicación de Netflix, te topas con el spotlight de la aclamada serie de cinco estrellas, le das una oportunidad y le das al pequeño triángulo para iniciar… en el primer minuto y treinta segundos, ¿hueles eso?, son todos los errores que están por presenciar tus ojos. Es que aquí nadie trata de establecer a las reclusas como mujercitas inocentes o como malditos monstruos chupa recursos de la sociedad productiva. Simplemente son personas cometiendo errores o con pésima suerte, estando en el momento equivocado y con la gente equivocada. A lo largo de cada episodio puede verse uno o más flashbacks sobre alguna presa en particular, de acuerdo a la vida que llevaba antes y probablemente el crimen por el cual paga ese enclaustramiento. Vemos niñas, mamás, tías, primas, amigas, enemigas, novias, abuelas, cabezas de familias, lesbianas, heterosexuales, bisexuales, transexuales, jefas, empleadas, princesas, machorras, pacifistas, drogadictas, inocentes, culpables, enamoradas, estafadoras, deprimidas, enfermizas, rebeldes, tímidas, amantes… mujeres pasando por la vida. Definitivamente no podría asimilar la semejanza entre Pennsatucky, una asesina que se convirtió al cristianismo en la cárcel y tuvo una idea equivocada del amor y el sexo desde su niñez; y Sophia, una mujer transexual acusada de fraude de tarjetas de crédito para completar su transición, con grandes problemas en su familia y en especial con su hijo, porque no puede aceptar la reasignación de sexo de su papá.

En cuanto terminé esta serie (o desde la primera temporada) quise enterarme de más, obviamente; le han etiquetado bajo el género de comedia. Y yo no lo podía creer. Tal vez podría ser humor muy negro… pero en ciertos capítulos incluso se puede percibir ese aire depresivo. Ser testigo de las pésimas condiciones en que viven las reclusas (hay un episodio donde tienen que hacer sus necesidades en cubos y dormir en la cafetería), ver a los poderosos salirse siempre con la suya, incluso las peleas o los confinamientos por el simple abuso de poder por parte de los policías, la misma vieja discriminación de siempre: por el color de piel, las creencias religiosas e incluso el género. Se puede ver lo peor de la sociedad, enfocado en el sexo que a nadie le importa. Es cierto que en ciertas ocasiones te puedes reír y mucho, pero es más una risa por el jodido resultado de todo. Ya es tanta la desgracia, la tensión y los errores que no queda nada más, excepto echarse unas risas al ver o alucinar a una gallina en medio del patio.

La vida se ha encargado de distraernos con todo lo existencialmente posible sobre este universo. Podemos enfocarnos en todo menos en nosotros mismos. Se ha dicho que al encerrar a una persona en un cuarto, sin distracciones, sin ruido, sólo por unas cuantas horas; se puede volver loco o puede conocerse a sí mismo. ¿Qué pasa cuando tus propios errores llegan incluso diez años después a cobrar factura con intereses? La vida, eso pasa. Ya de por sí es duro convivir con uno mismo por veinticuatro horas, los siete días de la semana. Imagínalo sin televisión, sin privacidad, sin agua caliente, sin entretenimiento... meter la pata siempre ha sido opción, nadie dijo que es una buena idea.

Trust no bitch


9/10


Nadia B A

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