Mucha gente es estúpida y aun así tienen vidas plenas y productivas
9.
“-¿Y ahora qué?, ¿intentarás asustarme?
-En realidad, no. No quiero asustarte. Pero créeme, no quieres estar aquí.-¡No me toques! Tortillera de mierda.
-¿Cómo me dijiste?
-Ya me escuchaste.
-¿Cómo te llamas?
-Dina.
-Dina, qué lindo nombre. Dina, podría decirte muchas cosas para asustarte. Podría decirte que vas a ser mi puta, podría decirte que serás mi esclava, que tendré sexo contigo aunque no nos queramos. Que haré contigo lo que la primavera hace con los cerezos, pero al estilo de la prisión. Es de Pablo Neruda. Pero, ¿para qué? Eres demasiado ruda, ¿no? Sí, sé lo fácil que es convencerte de que eres algo que no eres. Y puedes hacerlo afuera. Porque puedes seguir moviéndote, mantenerte tan ocupada que no tienes que afrontar quién realmente eres. Pero… eres débil.
-Hazte a un lado, pendeja.
-Yo soy como tú, Dina. Yo también soy débil. No puedo soportar esto sin tocar a alguien, sin amar a alguien. ¿Será porque el sexo bloquea el dolor? ¿O porque soy un monstruo sexual? No lo sé. Pero sí sé que era alguien antes de venir aquí. Tenía una vida que yo misma había elegido para mí. Y ahora lo único que hago es tratar de pasar el día sin llorar. Y tengo miedo. Todavía tengo miedo. Tengo miedo porque no soy yo misma aquí y tengo miedo porque sí lo soy. Lo que más asusta de la prisión no son los demás, Dina, sino enfrentarte cara a cara con quién eres en verdad. Porque cuando estás detrás de estas paredes, no hay adónde correr, aun si pudieses correr. La verdad te alcanza, Dina. Y es ella quien te convertirá en su puta“.
-Piper
Chapman a Dina. Temporada uno, capítulo diez “Bora Bora Bora”, minuto 43:00.
El
Test de Bechdel revolucionó dentro del criterio del televidente contemporáneo.
Los primeros años del nuevo siglo han marcado cambios en la sociedad a un nivel
exponencial. El poder de alzar la voz está pasando a un sector cada vez más
amplio, en vez de priorizar la opinión del patriarcado blanco y económicamente
favorecido. Establecido esto, presumo la imposibilidad pasada de televisar una
serie como la que hoy nos convoca a este ilustrísimo espacio; y encima ser
dirigida a la masividad de medios en la actualidad. Una serie donde se cuentan
los roles masculinos con los dedos de las manos, además de ser secundarios o simples
extras de la historia. Es sobre las féminas donde gira esta trama, sin
demasiado glamour, sin personalidades huecas, situaciones repetitivas o la
necesidad de enfrascarse en un amorío convencional. OITNB no sólo pasa “La regla” mencionada al principio, rompe con muchos prejuicios, muchos roles
establecidos en el sexo débil. Tal vez una serie simple producida por Netflix
no sea nada comparado con las novelas medievales, la libertad de voto femenino o
incluso la decisión libre al aborto y/o los anticonceptivos; sin embargo, es
motivo de orgullo estar en contacto con dichas representaciones, y que partir
de éstas surjan unas mejores.
Orange is the New Black o El naranja es el nuevo negro se basa en
una historia real, publicada en el libro escrito por la ex–reclusa, Piper
Kerman: “Orange Is the New Black: Crónica de mi año en una prisión federal de mujeres”.
En este libro y en la serie se narra cómo Piper Chapman (Taylor Schilling; Mercy, The lucky one) fue presa, gracias
a verse envuelta en tráfico de drogas hace diez años, junto a su pareja en ese
entonces, Nora Jansen, alias Alex Vause (Laura Prepon; HIMYM, That 70’s show). A partir de ahí Piper se despide de su vida
de mujer cosmopolita y educada, para entrar en la prisión de mujeres en La
Penitenciaria Federal de Litchfield, New York. La situación en ese hoyo negro y
sucio no es para nada parecido a su vida afuera, y las personas que se
encuentra en su camino son tan diferentes a ella y eso de cierta manera no es
malo. Al final, Chapman resultar ser la persona a la cual menos gusto da de ver
a lo largo de la serie. Dirigida desde 2013 por Jenji Kohan (Weeds), cuenta con
tres temporadas y se ha confirmado hasta una séptima.
Abres
la página o aplicación de Netflix, te topas con el spotlight de la aclamada serie
de cinco estrellas, le das una oportunidad y le das al pequeño triángulo para
iniciar… en el primer minuto y treinta segundos, ¿hueles eso?, son todos los
errores que están por presenciar tus ojos. Es que aquí nadie trata de
establecer a las reclusas como mujercitas inocentes o como malditos monstruos
chupa recursos de la sociedad productiva. Simplemente son personas cometiendo
errores o con pésima suerte, estando en el momento equivocado y con la gente
equivocada. A lo largo de cada episodio puede verse uno o más flashbacks sobre
alguna presa en particular, de acuerdo a la vida que llevaba antes y
probablemente el crimen por el cual paga ese enclaustramiento. Vemos niñas,
mamás, tías, primas, amigas, enemigas, novias, abuelas, cabezas de familias, lesbianas,
heterosexuales, bisexuales, transexuales, jefas, empleadas, princesas,
machorras, pacifistas, drogadictas, inocentes, culpables, enamoradas, estafadoras,
deprimidas, enfermizas, rebeldes, tímidas, amantes… mujeres pasando por la
vida. Definitivamente no podría asimilar la semejanza entre Pennsatucky, una
asesina que se convirtió al cristianismo en la cárcel y tuvo una idea
equivocada del amor y el sexo desde su niñez; y Sophia, una mujer transexual
acusada de fraude de tarjetas de crédito para completar su transición, con
grandes problemas en su familia y en especial con su hijo, porque no puede
aceptar la reasignación de sexo de su papá.
En cuanto
terminé esta serie (o desde la primera temporada) quise enterarme de más, obviamente;
le han etiquetado bajo el género de comedia. Y yo no lo podía creer. Tal vez
podría ser humor muy negro… pero en ciertos capítulos incluso se puede percibir
ese aire depresivo. Ser testigo de las pésimas condiciones en que viven las
reclusas (hay un episodio donde tienen que hacer sus necesidades en cubos y
dormir en la cafetería), ver a los poderosos salirse siempre con la suya,
incluso las peleas o los confinamientos por el simple abuso de poder por parte
de los policías, la misma vieja discriminación de siempre: por el color de
piel, las creencias religiosas e incluso el género. Se puede ver lo peor de la
sociedad, enfocado en el sexo que a nadie le importa. Es cierto que en ciertas
ocasiones te puedes reír y mucho, pero es más una risa por el jodido resultado
de todo. Ya es tanta la desgracia, la tensión y los errores que no queda nada
más, excepto echarse unas risas al ver o alucinar a una gallina en medio del
patio.
La vida
se ha encargado de distraernos con todo lo existencialmente posible sobre este
universo. Podemos enfocarnos en todo menos en nosotros mismos. Se ha dicho que
al encerrar a una persona en un cuarto, sin distracciones, sin ruido, sólo por unas
cuantas horas; se puede volver loco o puede conocerse a sí mismo. ¿Qué pasa
cuando tus propios errores llegan incluso diez años después a cobrar factura
con intereses? La vida, eso pasa. Ya de por sí es duro convivir con uno mismo
por veinticuatro horas, los siete días de la semana. Imagínalo sin televisión,
sin privacidad, sin agua caliente, sin entretenimiento... meter la pata siempre
ha sido opción, nadie dijo que es una buena idea.
Trust no bitch
9/10
Nadia
B A
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