sábado, 19 de marzo de 2016

Estudiando el escarlata - La Condesa Sangrienta


En los temibles paisajes, como lo es la tétrica Transilvania, los monstruos que merodean entre las tinieblas no son más que mansas imitaciones del horror que los más terribles asesinos han significado en la historia de la humanidad. Un ejemplo de ello es el siguiente caso a tratar: nacida en Hungría el 7 de Agosto de 1560, en el seno de una de las familias aristócratas más importantes de Transilvania, es considerada la peor depredadora que haya tenido la historia del crimen; por supuesto, nos referimos a Erzsébet Báthory, quien ostenta el sobrenombre de “la Condesa Sangrienta”.


Como es notable, no es este el primer caso en el que un miembro de la nobleza o poseedor de algún título de relevancia sea el ejecutor de tan viles atrocidades. A pesar de la distinción de su estrato social, existen también antecedentes esotéricos entre los miembros de la familia Báthory, como fue el satanismo, la alquimia y el manejo de la magia negra, siendo la propia condesa influenciada a las prácticas de brujería desde su infancia.

A los quince años, Erzsébet se casó con el conde Nadasdy, un gran guerrero conocido como “El Héroe Negro”, con quien se fue a vivir al solitario castillo de los Cárpatos. Tras la partida de este al campo de batalla, la joven condesa resintió el triste aislamiento que aquella alejada propiedad imponía, por lo que no tardó en encontrar consuelo en un joven noble apodado “el vampiro” debido a su extraño aspecto. Más tarde volvería a su castillo y empezaría a mantener relaciones lésbicas con sus doncellas. Pero esto no fue suficiente para la condesa, que en busca de distracción al abandono de su marido, se refugió en su nueva afición por el esoterismo, rodeándose de una siniestra corte de brujos y alquimistas.

Con el paso de los años, la belleza que la caracterizaba se iba degradando; preocupada por su aspecto físico, Erzsébet acudió a su vieja nodriza en busca de consejo, y es ésta quien le indica que la sangre y los sacrificios humanos daban buenos resultados en la práctica de la magia negra, y que bañarse en sangre de doncella le permitiría conservar su belleza indefinidamente. Fue este deseo irracional de perfección estética lo que llevó a la condesa a cometer tan aberrantes crímenes de los que se le acusaría después.


El caso de este personaje resulta realmente interesante para la historia del crimen en serie – como se expone en esta columna – al partir del hecho de que se trata de las pocas mujeres asesinas de las que se tiene registro hayan actuado con tal nivel de crueldad, siendo responsable por la muerte de alrededor de 650 niñas. Por supuesto que esto, en conjunto con el sadismo que reinaba en cada asesinato cometido por su mano, fue lo que le brindó la fama que hasta la fecha posee.


Por: Marissa Sigala A.

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