Si la entrada anterior les pareció brutal o grotesca, es
recomendable entonces preparar sus estómagos para un crimen aún más escandaloso.
De acuerdo con lo que se cuenta en la historia de Escocia, situado durante el
reinado de Jacobo VI, Alexander Sawney Beane fue el legendario líder de un
numeroso clan durante el siglo XVI al oeste del territorio escocés. Los
miembros de esta “familia”, compuesta de 48 individuos, fueron juzgados y
ejecutados por el asesinato en masa y canibalismo de más de 1000 personas.
Esta rebuscada historia tiene lugar en el condado de East
Lothian, a unos trece kilómetros al este de la ciudad de Edimburgo. Luego de
contraer matrimonio, Sawney Beane y su mujer tomaron la inusual decisión de
irse a vivir a una cueva situada en la costa del condado de Galloway, donde
vivirían durante veinticinco años. ¿Cómo es que alguien pudo haber pasado tal
cantidad de tiempo dentro de una cueva, y bajo qué condiciones?
El horror de esta situación comienza desde que se supo que
la conformación de su clan fue producto del incesto. La familia de Sawney Beane
se dedicaba a asaltar a los viajeros que pasaban cerca de la cueva en donde se
refugiaban y habitaban, para robarles cualquier pertenencia que llevaran
consigo, asesinarlos y, posteriormente, ingerir su sangre y devorar su carne.
Estas prácticas canibalísticas fueron consideradas también como vampirismo por
los investigadores del caso.
Sin embargo, no todos sus ataques resultaron tan “impecables”
como era costumbre, lo que los llevó a ser descubiertos finalmente. Por
terribles casualidades de la vida, una pareja como cualquier otra se encontraba
paseando cerca de la cueva del Clan Beane, y, como sucedió con tantas otras
víctimas, fue asaltada. A pesar de ser brutalmente agredidos, gracias a un ‘golpe
de suerte’, el hombre logró escapar de los caníbales, no sin antes ser testigo
de las atrocidades cometidas contra su esposa. Luego de su milagrosa huida, el
marido denunció los crímenes cometidos por el temible clan.
Tan pronto este hecho llegó a oídos del rey, mandó a sus
hombres a detenerlos a todos y fueron llevados a Edimburgo, donde serían
condenados sin derecho a juicio luego de haber hallado en la cueva los restos humanos
de al menos mil víctimas. Durante su ejecución, el clan Beane se mostró
arrepentido por sus actos, pero por supuesto que esto no los libró de su condena
de muerte. Ellos, como tantos otros asesinos, pagaron así por sus actos.
Por: Marissa Sigala A.
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