En esta
ocasión se va a abordar a uno de los insectos de los cuales realmente desde un
inicio se había pensado omitir: Las moscas, estos seres que a muchas personas,
por no decir todas, repudian por casi todos sus aspectos, los cuales sin duda
alguna que son difíciles de defender, pues tanto su aspecto como rutina diaria
son repugnantes. Desde la basura emergen y en su corta vida a contaminar
nuestra vida han llegado.
Estos seres voladores existen en nuestro mundo sin más propósito que reproducirse y crear montones de clones suyos, que seguirán ese patrón de vida una y otra vez. Existen en todas partes, desde los campos verdes, los bosques salvajes, los campos de hermosas flores, hasta la basura que simplemente dejamos botada en una bolsa. Viven poco tiempo, pero el suficiente como para hacernos pensar que jamás morirán, pues una vez muere otra la reemplaza no de inmediato, si no antes de lo inmediato.
No hay
más que decir de la horrorosa procedencia y aspecto de la mosca, pero con ella
no solo se podrían mencionar los mil efectos negativos; si no todo el arte,
como la araña, que éste ser ha inspirado; arte que demuestra el parecido de
cualquier cosa con la asquerosidad de las moscas, como la pútrida existencia de
un ser humano o esas sucias tendencias que la humanidad deja mostrar a todos
aquellos que deseen mirar atroces actos.
Por
otro lado podemos evocar el pensamiento griego de que las moscas eran
consideradas el ser más veloz del planeta, pudiendo escapar de las manos del
guerrero más ágil sin problema alguno, solo siendo más veloz el guerrero
Aquiles. O incluso aquella arte marcial oriental que se jacta de atacar de
forma veloz y eficiente, cuyo “guardián” o inspiración es la mosca.
Para
concluir ésta columna solo se puede mencionar que no siempre se tiene que ver
el lado negativo de cualquier cosa, pues a pesar de la existencia de las
horribles moscas, sin ellas no solo no tendríamos el arte y la técnica que
ellas han inspirado, si no que el mundo natural y “perfecto” que tenemos caería
en pedazos lentamente. Esta vez podrá no ser posible el frenar la ira y
disgusto de aquellos que aborrecen las moscas, pero por lo menos se habrá
tratado de dar una pequeña enseñanza usando a las mismas de ejemplo.
Por: Aldo Arteaga Estrada
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