“Respecto a su pregunta, lo más fácil sería resumir la
respuesta a una palabra: estremecimiento. Y no me refiero a aquello que se
supone se siente cuando miras por primera vez a la vez a la persona amada. Se trata
de contemplar la inferioridad humana, presenciar un acto de la naturaleza y
darte cuenta de que podrías morir sin poder evitarlo y al mismo tiempo ser
feliz debido a ese conocimiento. Eso es el estremecimiento, descubrir lo
pequeños que somos en comparación del mundo.
Desde pequeña siempre busque la manera de estar en un
peligro constante, así que, podrá imaginarse lo difícil que resultaba para mis
padres cuidarme. Como hermana mayor debía de ser un ejemplo para los más
pequeños de la casa, sin embargo, era la más irresponsable a tal grado que mi
hermana tres años menor ya tenía un conocimiento básico de primeros auxilios
con tan solo 7 años de edad.
Si, lo sé ¿A qué clase de peligros me exponía para que una
niña de 7 años supiera hacer vendajes? Bueno, a los 5 cinco años me gustaba observar
arañas, alacranes, abejas y otros insectos capaces de morderme o picarme, por
alguna razón me entretenía molestarlos y acercarme lo más posible a ellos para
observar sus reacciones, de esa manera termine varias veces en urgencias. Al crecer
fui volviéndome más osada: jugaba con cuchillos, fuego, petardos e incluso con
la electricidad. Y las personas a mi alrededor no entendían por qué así hacía
todo eso, creo que ni siquiera yo misma.
De adolescente descubrí los deportes extremos y mi favorito,
por mucho, era el paracaidismo, lo practicaba demasiado, casi diario, incluso
llegué a faltar al colegio. Cuando llegó el momento de entrar a la universidad
apareció en mi vida un programa de televisión acerca de personas que buscaban
tornados y tormentas, en ese momento decidí que a eso quería dedicar mi vida. Me
escapé de casa, mis padres me había prohibido terminantemente que me metiera en
algo tan peligroso, pero estaba decidida, ¿sabe? No quería hacer nada más que
buscar el peligro y encararlo, desafiar a la naturaleza y descubrir si viviría.
Me costó trabajo, pero logré comprar una camioneta y una
cámara, conocí a un grupo de chicos con la misma pasión que yo sentía y nos
embarcamos a buscar tormentas, tornados, avalanchas, terremotos, lo que fuera
que nos pudiera matar. La suerte nos sonrió en algún momento y una cadena televisiva
financió nuestra manera de vivir, eso me dio la oportunidad de probar cosas
nuevas, como el surf en mar abierto, el alpinismo sin ningún tipo de
equipamiento, snowboard extremo, etc. Si, básicamente eso es todo… ¿qué es lo
que siento? Bueno es complicado, o quizás no, pero, me gusta la sensación de
muerte inminente, es un sentimiento que se apodera de todo el cuerpo, es la
incertidumbre de si saldrás vivo. Creo que, más que nada, lo que siento es un reconocimiento
de la naturaleza como un ser supremo, porque en un instante un fenómeno como la
erupción de un volcán puede destruir toda una civilización. Porque, al final,
los humanos no somos nada en comparación con la naturaleza, no importa cuánto
avancemos tecnológicamente, la madre tierra siempre estará un paso adelante, esperando y decidiendo cuando destruirnos."
Andrea Hernández Álvarez
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