El cuento del jueves: Es
que somos muy pobres (México)
ESPECIAL “EL LLANO EN LLAMAS”
De aguaceros
asesinos y bovinos de mal agüero.
“Aquí todo va de mal en peor. La
semana pasada se murió mi tía Jacinta, y el sábado, cuando ya la habíamos enterrado
y comenzaba a bajársenos la tristeza, comenzó a llover como nunca.”-Juan Rulfo
(Es que somos muy pobres)
Madrugada, un jueves de marzo: hemos sido exiliados. Escribimos viendo llover bajo el
tejabán, el agua no se detiene. Uno escribe donde puede, también con lo que
puede, el problema es que uno no siempre escribe de lo que quiere. Debe saber,
nuestro estimado lector, que la ex temática del mes se encuentra en huelga por la omisión de Julio Cortázar en nuestra entrega anterior. Intentamos
negociar, pero la aludida se niega rotundamente al diálogo; nada de mesas de
trabajo, no da el brazo a torcer en las asambleas. Finalmente ha optado por
empujarnos fuera, hacía El llano en
llamas, donde esperamos con la literatura bajo la chaqueta y los cuentos entre
los dedos, un alma de Dios que nos ofrezca refugio.
Como
se ha señalado en el primer párrafo de nuestra entrega, este mes se ha optado
por el análisis de El llano en llamas.
Lamentamos los inconvenientes y respetamos las posturas en apoyo o en contra de
la huelga que ha ocasionado dicha decisión. Nos ha reventado a todos el jueves
pasado, la literatura tiende a ser temperamental ¡qué se le va a hacer! Es
que somos muy pobres, es un cuento del año 1953, escrito por el autor
mexicano Juan Rulfo, en este la lluvia tomará el papel de un criminal terrible.
“Y el aguacero llegó de repente,
en grandes olas de agua, sin darnos tiempo ni siquiera a esconder aunque fuera
un manojo; lo único que pudimos hacer, todos los de mi casa, fue estarnos
arrimados debajo del tejabán, viendo cómo el agua fría que caía del cielo
quemaba aquella cebada amarilla tan recién cortada.
Y apenas ayer, cuando mi hermana
Tacha acababa de cumplir doce años, supimos que la vaca que mi papá le regaló
para el día de su santo se la había llevado el río […]” (Rulfo, 1953)
La lluvia, revela la intención por
parte de Rulfo de dar vida al entorno natural en el cual se desarrolla la trama. La relevancia del aguacero en el panorama rural se coloca como un
elemento que funciona por la acción- reacción que tiene con la historia. Con la
aparición del agua del cielo se desencadenan los hechos y con su extinción se
da fin a la narración. La lluvia irrumpe en la cotidianidad de los personajes, señala los momentos de tensión en su historia.
Es que somos muy pobres se encuentra narrado a partir de una primera persona.
El pequeño narrador, hermano de Tacha, quien al igual que en algunos otros cuentos
de Rulfo será el más pequeño de la familia, entrega al lector un testimonio
lleno de sinceridad. Expone a cada uno de los personajes y los somete a ese ojo
infantil que no pierde ningún detalle. Un claro ejemplo será el cuadro que
refiere a las dos hermanas mayores; la perdida de la vaca depara un destino similar
para Tacha. La predicción amenaza a la familia.
“La apuración que tienen en mi
casa es lo que pueda suceder el día de mañana, ahora que mi hermana Tacha se
quedó sin nada. Porque mi papá con muchos trabajos había conseguido a la
Serpentina, desde que era una vaquilla, para dársela a mi hermana, con el fin
de que ella tuviera un capitalito y no se fuera a ir de piruja como lo hicieron
mis otras dos hermanas, las más grandes.
Según mi papá, ellas se habían
echado a perder porque éramos muy pobres en mi casa y ellas eran muy retobadas.
Desde chiquillas ya eran rezongonas. Y tan luego que crecieron les dio por
andar con hombres de lo peor, que les enseñaron cosas malas. Ellas aprendieron
pronto y entendían muy bien los chiflidos, cuando las llamaban a altas horas de
la noche. Después salían hasta de día. Iban cada rato por agua al río y a
veces, cuando uno menos se lo esperaba, allí estaban en el corral, revolcándose
en el suelo, todas encueradas y cada una con un hombre trepado encima.
Entonces mi papá las corrió a las
dos. Primero les aguantó todo lo que pudo; pero más tarde ya no pudo
aguantarlas más y les dio carrera para la calle. Ellas se fueron para Ayutla o
no sé para dónde; pero andan de pirujas.” (Rulfo, 1953)
La
lluvia como el elemento de vuelca su furia hacía el entorno de un ojo infantil
será la excusa perfecta para el desarrollo del cuento Es que somos muy pobres,
la voz autoral apunta hacía un destino preestablecido contra el cual no se
puede hacer nada. Para aquellos que miran llover resignados, la fortuna o la desgracia llegan después de las ráfagas de viento y el agua. El aguacero ha
cesado mientras esperábamos con los tenis enlodados y las maletas empapadas;
una procesión de mujeres vestidas de negro se acercan, sueltan el “¡Ave María
Purísima!” al vernos tan forasteros, nos dicen que andan buscando a un tal
Anacleto Morones…
Isadora
Cabrera.
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