martes, 8 de marzo de 2016

Sobre Videos de Juegos y Juegos de Videos: El pasado y el futuro


Mi abuelo me contaba que cuando era joven jugaba con un trompo de madera que su hermano le había hecho. Él era sumamente hábil al usarlo y, si no lo hubiese demostrado frente a mí, no le habría creído. En otra ocasión, mi padre me habló de cómo iba por las tortillas a la esquina de su calle montando una patineta; con eso demostraba, según él, que tenía más dinero que los demás, a pesar de que se caía a cada rato. Pero, cuando escucho a alguien diez o veinte años mayor que yo, no me hablan tan activamente de trompos y patinetas, sino de videojuegos, y eso hace que yo me haga preguntas sobre el futuro.



El entretenimiento cambia todo el tiempo. Con los medios modernos es muy fácil implantar modas en las mentes infantiles. Lo que usaba mi papá y mi abuelo no son lo mismo que uso yo para divertirme (ni para demostrar mi superioridad) y supongo que no será lo mismo que usaran las generaciones futuras (por no decir hijos, porque quiero alejarme de esa maldita idea). Solo hay que ver lo que estamos usando mis compañeros y yo, para escribir estas columnas y ver cómo eran antes. Mi madre me hablaba de un enorme salto tecnológico al cambiar monitores monocromáticos por pantallas a color. Yo jugaba Pinball en mi antiguo PC con Windows XP y para mí eso era lo máximo. Ahora veo que hay teléfonos con más potencia que esa máquina, tan poderosos que me han sacado de muchos apuros minutos antes de entregar un trabajo en la preparatoria. Lo que se usaba antes, si se adapta, prevalece y puede seguir haciéndolo, pero solo si los medios lo permiten. Los videojuegos, al ser contenido que funciona de un modo exclusivo a una plataforma determinada, tienen desventaja ante eso.

Mi abuelito me mostró aquel trompo que tanto lo divirtió, pero yo solo vi un cono de madera muy golpeado con un clavo en la punta. Eso me hizo entender que los juegos de hace treinta años, como Donkey Kong, Galagga, Super Mario Bros, Pac-Man y Metroid, sean vistos de la misma forma. Muchos dirán que son lo mejor de lo mejor. Otros dirán que Final Fantasy, Grim Fandango o Chrono Trigger, los cuales tienen una historia compleja y profunda, son aún mejores, pero al verlos los niños de ahora y del mañana verán un montón de pixeles descoloridos y revueltos, con pésimo sonido y controles complejos; similar a lo que yo siento al ver películas viejas como el Ciudadano Kane o las de Pedro Infante.

Después, si miro a hace solo diez u ocho años, veo joyas de la industria, material asombroso lleno de trabajo, inspiración y excelente contenido, enterrado todo debajo de mil juegos de disparos iguales, con violencia, y con una trama “americana”. Ver a la franquicia de Mass Effect, una de las más asombrosas, no solo de los juegos de video sino de toda clase de arte en general, que ya es vista con repulsión por su edad, me hace sentir como un anciano nostalgico. Sé que yo tampoco soy un súper modelo, pero creo que así se ha de sentir ser rechazado por perder la belleza de la ocasión, y créanme cuando les digo que duele, y mucho. Ahora se prefiere a otros más vacíos y simples, en donde la agresividad está muy viva. Uno puede estar cerca de gente en todo el mundo, pero alejado de los que lo rodean y aún más de sí mismo, al dejarse llevar por la novedad.

Esta columna, a pesar de haber hablado muchísimo sobre el pasado, no se trataba de él, sino del futuro. Hace unos días, en nuestro mismo campus, un grupo de estudiantes se encontraban trabajando con un visor de realidad virtual: el Oculus Rift. Éste, al alejar de la experiencia a los que están alrededor, no permite que los juegos sean un evento social. Sí, por la pantalla de una computadora se podía ver lo que hacían, pero no se acerca ni un poco a la sensación real. Shigeru Miyamoto, uno de los principales agentes creativos de Nintendo (conocido por crear juegos como Mario Bros., Donkey Kong, Pikmin y Zelda) calificó el uso de estos visores como muy excluyentes. Y esto me hace pensar que podría llegarse a un punto en el que jugar videojuegos sea un evento de una sola persona por completo, como si nos adentráramos en una matrix. Actualmente, solo las productoras más conservadoras producen juegos con un sistema de multijugador local, todo es individual o, en el caso de que se pueda invitar a un amigo, cada uno tiene que hacerlo desde su propio equipo a través de internet. Todo eso provoca que la violencia verbal sea cada vez más, redundantemente, violenta al sentirse uno protegido por el anonimato, perdiendo total interés en la partida o en el objetivo, y buscar ser lo que más es querido ser en internet; un completo y total cretino.
Sir Erick Ayala

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