La belleza metafísica como la verdadera belleza en San Agustín de Hipona
Es un asunto complicado deducir el pensamiento agustino con respecto al tema que nos ocupa, ya que, como él mismo narra ( Confesiones, libro IV, 15) perdió sus tratados dedicados al tema. Aún así existen ideas estéticas importantes en sus Confesiones de las cuales nos ocuparemos en esta entrega.
Breve comentario acerca del contexto agustiniano
San Agustín es un pensador medieval, en aquella época el arte estaba encaminado, sí, a una función didáctica y de propagación de la religión pero también tenía un sentido simbólico más que de imitación de la realidad. La estética del simbolismo pictórico no estaba apegada a la representación de una realidad como tal, sino al ideal divino del destino y del alma.
La bondad como la máxima virtud del alma
La bondad es un concepto que será de una importancia categórica para las reflexiones del santo de Hipona, ese pensamiento considerado como neoplatónico rescata la belleza de la forma como sinónimo del bien en una dimensión moral y éste como culmen del alma bella. No intenta evadir el pensamiento platónico en sus escritos, está presente como el parecido del hijo al padre. “Que sea ha de amar sino aquello que es bello“ (Confesiones, libro IV, 13) Esta dimensión moral es para san Agustín el fin en sí mismo de lo bello.
La importancia de la forma
Sí, para san Agustín es importante la forma, sin embargo, reconoce la belleza y su divinidad en relación a la semejanza con el creador. Se refiere a la belleza como el esplendor del orden, sin reducirlo únicamente a la belleza corporal, sino a la inteligible, aquella que tiene que ver con la razón, y a la divinidad. “Todo lo que es, es bueno" (Lib. VII. 12) y lo es porque es en relación al creador. La forma para San Agustín fungía como un continente de aquella luz divina que anima y provee de belleza al objeto. De modo que cualquier cosa que nos pareciera fea es por mucho hermosa en comparación a la nada.
La belleza metafísica como la verdadera belleza
San Agustín reflexiona acerca del sentido del conocimiento en relación con el alma, (Libro IV, 16) deja ver que el conocimiento como parte de un alma bella no significa nada si esta última no se encuentra en armonía con el creador y con la creación. Este pensamiento refiere que lo bello rebasa el intelecto y que es perceptible con el alma más allá de sus formas, la belleza agustina-neoplatónica semeja la luz del creador, apunta siempre a lo más alto y busca por sobre todo la cercanía con Dios, aquel que no se manifiesta personificado sino, vivo, palpitante en toda su obra.
San Agustín busca después de sus vivencias corpóreas lo bello en el alma, en lo metafísico más allá de su realidad objetiva. Desde luego, Platón tenía una visión distinta de lo más alto, para él; lo bello tiene relación con la idea de los dioses misma que no coincide con el concepto religioso que inunda la concepción agustiniana donde lo más elevado es siempre lo más cercano a Dios.
Rocío Berenice Ortiz García “Rose”
Bibliografía:
San Agustín, Confesiones, editorial BookTrade, 2013, Barcelona, España.
Marcelino Menéndez y Pelayo, Historia de las Ideas Etéticas en España, Volume 1, Editorial Raycar S.A. Impresores, 1994, España.
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