No
figura más común en la mente de cualquiera que piense en un insecto, más que un
gusano. Repulsivo o no, de colores brillantes o simplemente uno de tierra. Al
final de cuentas el gusano es casi el representante de todos los insectos casi
por decreto divino al ser nosotros que lo manifestamos en nuestras mentes; sea
como sea en algún momento debíamos de abordar a éste embajador de todos los
pequeños rastreros que en nuestro mundo habitan.
¿Qué
variedad tan infinita de gusanos existirán para deleitar nuestros ojos? Los hay
desde inofensivos y en grandes números, hasta aquellos que con solo un roce de
su pequeño cuerpo pueden causar dolores tremendos al desafortunado que habrá
pasado por su camino. Los hay feos por sus movimientos o viscosa apariencia,
así como también hay otros que son bellos y velludos, otra obra maestra de la
naturaleza. Pero no hay duda que a más de uno le causan escalofríos el solo
verlos.
Los
gusanos no son solo larvas mostradas como primera etapa de evolución para otro
insecto posiblemente más o menos repulsivo para quien le mire, sino que también
son los responsables de que nuestras plantas florezcan en el jardín, siendo
ellos parte del sistema natural de fertilización de la tierra. Por otra parte,
aquellos rastreros que fertilizan la tierra pueden sernos de tal utilidad que
salvar nuestra vida podrían lograr; esto claro en una situación donde comerlos
sea necesario por su alta dosis de proteínas.
De
cualquier forma no hay que olvidar lo poco valorados que son estos pequeños, de
tal forma que su coloquial nombre: gusano, es usado como un vil insulto para
quitar categoría o valor a otro ser. Bueno en si toda la gama de insectos se
puede usar para lo mismo, pero pareciese que el gusano es la forma más baja a
lo que se puede llegar entre esta gran familia de pequeños seres vivos.
Lo que
por hoy se podría concluir en ésta columna sería algo como una frase que se usa
bastante en ésta época actual “No juzgues en base a las apariencias”, pero tal
vez los gusanos son más que una frase como aquella, pues si bien es cierto que
se le juzga a un gusano por su aspecto, no solo ello debería de ser tomado en
cuenta, sino también el trabajo que realiza con posible felicidad, pues bien
sea dicho “feliz como una lombriz”. Al final tampoco se puede creer en ésta
última, pero por alguna razón parece más acertada.
Por: Aldo Arteaga Estrada
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