“Ocurrió en una noche de Enero; es sorprendente lo que el
frío provoca en los seres vivos, aquella parte de la ciudad se encontraba
totalmente desierta, mis pasos resonaban estrepitosamente contra los muros de
las casas y locales, la nieve continuaba cayendo y mi vista se entorpecía cada
vez más. Al mirar sobre mi hombro descubrí que aquella figura se había
transformado en una mancha borrosa y mal contorneada, permanecía inmóvil,
observando mi patético intento de alejarme. Las lámparas de la calle
parpadearon y de un momento a otro mi cara impactaba contra la nieve.
Nunca llegué a sentir que encajaba, ni siquiera en mi
persona. Exteriormente mostraba al mundo lo que querían ver pero internamente
estaba lleno de dudas, cuestionaba todo y a todos. En algún momento de mi
existencia perdí la conexión con mi falsa personalidad, mi familia, amigos y
demás personas interactuaban con un ser que yo no reconocía y que controlaba
mis acciones. Yo me encontraba atrapado, sintiéndome feliz en mi pequeña
burbuja, sin ningún disturbio del exterior. Así pasó gran parte de mi vida, sin
que me enterara de nada, hasta que ocurrió el evento que me reventaría aquella fantasía
en que vivía.
Un día apareció un chico idéntico a mí a excepción de sus
ojos, mientras los míos son de un café oscuro los de él eran azules; pues bien,
este chico perturbó toda mi vida. No solo era mejor que y en absolutamente
todo, sino que también comenzó a ocupar
mi lugar, me explico: a los pocos meses de conocerle las personas a mí
alrededor comenzaron a ignorarme, primero fueron mis compañeros de trabajo,
después mis amigos y aquel fenómeno contagió a mi familia. Era invisible, un
cero a la izquierda y me sentía confundido.
Era extraño, en principio no me importaba nada ni nadie, me veía
como alguien que había nacido en una época incorrecta, cuando ese sujeto aparecía
me obligo a salir de mis cascarón, debía reclamar mi lugar en mundo aunque
hacía mucho que yo mismo lo había destruido. Realice demasiadas cosas para
hacerme notar, pero nada funcionaba. Después de algún tiempo decidí que empezaría
de nuevo en otro lugar y me fui. No funciono por mucho tiempo, volví a repetir
mi círculo vicioso.
Esa noche de Enero regresaba a mi casa después de
embriagarme, mi sombra era mi única acompañante. Al doblar en una esquina me
encontré de frente con mi doble, me dirigió una sonrisa burlona y se apartó
para dejarme pasar. Al pasar de él comencé a sentirme débil y mareado, volví el
rostro y noté que seguía en aquel lugar, el pánico se apoderó de mí y camine
más rápido, sintiendo a cada instante su mirada clavada en mi espalda. Desperté
al mañana siguiente cubierto de nieve y con el cuerpo entumido, con demasiado
esfuerzo me levanté, mi vista se dirigió de inmediato a donde antes estuviese
aquel sujeto. El lugar estaba vacío, como si todo hubiera sido un sueño, al
volver a girar el rostro mis ojos toparon con el vidrio de un aparador y un reflejo
azul proveniente de mis pupilas me sobresaltó, al parpadear me encontré de
nuevo con mi color café. Como pude llegue a mi casa y me encerré, prometiéndome
tomar el siguiente vuelo a cualquier lugar del mundo.”
Andrea Hernández Álvarez
No hay comentarios:
Publicar un comentario