miércoles, 23 de marzo de 2016

Sobre insectos y arácnidos, reflexiones de un simple hombre: ¿Plantas?



                ¿Realmente será cierto que todo lo que vemos es completamente real y justo como nuestras concepciones sensoriales nos lo indican? Varios filósofos, como descartes por ejemplo, nos mencionan que debemos dudar de nuestros sentidos o incluso de que todo sea justo como lo podemos observar. Por otro lado siempre es difícil afirmar que todo lo que está realmente está, pues no tenemos forma de verificarlo ya que realmente, como uno puede asumir, dudamos de nuestros sentidos, lo que resta veracidad a cualquier forma de comprobación física.

                De cualquier forma, tal vez se puedan preguntar el porqué de esta introducción tan diferente a las usuales. La razón de la anterior mencionada es gracias a las dos pequeñas bestias que en ésta columna se mencionarán el día de hoy, los comúnmente conocidos: Insecto hoja o insecto palo, los grandes mentirosos y genios del camuflaje entre la basta vegetación de nuestro mundo.

                ¿Será acaso que las hojas de los árboles existen solo para acabar cayendo desde lo más alto de la copa de los mismos? Cada vez que los árboles son observados son simplemente objeto de admiración por su verde color y la capacidad fotosintética de las hojas de los mismos, la cual posibilita el proceso del ciclo del carbono y de esa forma obtener, gracias al miso, el oxígeno que respiramos; ignorando usualmente el hecho de que no todo es así, si no que hay pequeños insectos alados, que con sus verdes alas y pequeñas, pero notables, venas; nos engañan fingiendo existir para el árbol, cuando lo que más hacen es vivir gracias a él y sobrevivir de la misma manera.

                De la misma forma que aquellos animales con alas como hojas existen, se nos presenta un nuevo nivel de complejidad en la formación del exoesqueleto del insecto palo, moldeando la rugosidad del tono y forma que pequeñas y delgadas ramas, moviéndose de forma pasiva para vivir y sobrevivir, haciendo gala de sus magníficas habilidades para pasar desapercibido, a veces trayendo tremendas consecuencias al ser pisado y roto por un paseante despistado que por accidente lo pisa o patea, creyendo que es una rama en el suelo o simplemente jamás notando su presencia en el mundo.

                A final de cuentas lo último que podemos decir de estas tremendas atrocidades de la naturaleza que de seda van vestidas, será que son simplemente magníficas. Dándonos una lección que nos hace dar cuenta de que no todo es lo que parece y que posiblemente no todo lo que parece necesariamente debe de ser. Y como dice el dicho: “No todo lo que brilla es oro”, ahora podremos decir: “No todo lo que es hoja es planta” o “No toda varita es palo”.

Todo suyo: Aldo Arteaga Estrada


Hojas de un árbol común

Pequeña rama de una planta hogareña

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