¿Realmente
será cierto que todo lo que vemos es completamente real y justo como nuestras
concepciones sensoriales nos lo indican? Varios filósofos, como descartes por
ejemplo, nos mencionan que debemos dudar de nuestros sentidos o incluso de que
todo sea justo como lo podemos observar. Por otro lado siempre es difícil
afirmar que todo lo que está realmente está, pues no tenemos forma de
verificarlo ya que realmente, como uno puede asumir, dudamos de nuestros
sentidos, lo que resta veracidad a cualquier forma de comprobación física.
De
cualquier forma, tal vez se puedan preguntar el porqué de esta introducción tan
diferente a las usuales. La razón de la anterior mencionada es gracias a las
dos pequeñas bestias que en ésta columna se mencionarán el día de hoy, los comúnmente
conocidos: Insecto hoja o insecto palo, los grandes mentirosos y genios del
camuflaje entre la basta vegetación de nuestro mundo.
¿Será
acaso que las hojas de los árboles existen solo para acabar cayendo desde lo
más alto de la copa de los mismos? Cada vez que los árboles son observados son
simplemente objeto de admiración por su verde color y la capacidad
fotosintética de las hojas de los mismos, la cual posibilita el proceso del
ciclo del carbono y de esa forma obtener, gracias al miso, el oxígeno que
respiramos; ignorando usualmente el hecho de que no todo es así, si no que hay
pequeños insectos alados, que con sus verdes alas y pequeñas, pero notables,
venas; nos engañan fingiendo existir para el árbol, cuando lo que más hacen es
vivir gracias a él y sobrevivir de la misma manera.
De la
misma forma que aquellos animales con alas como hojas existen, se nos presenta
un nuevo nivel de complejidad en la formación del exoesqueleto del insecto
palo, moldeando la rugosidad del tono y forma que pequeñas y delgadas ramas,
moviéndose de forma pasiva para vivir y sobrevivir, haciendo gala de sus
magníficas habilidades para pasar desapercibido, a veces trayendo tremendas
consecuencias al ser pisado y roto por un paseante despistado que por accidente
lo pisa o patea, creyendo que es una rama en el suelo o simplemente jamás notando
su presencia en el mundo.
A final
de cuentas lo último que podemos decir de estas tremendas atrocidades de la
naturaleza que de seda van vestidas, será que son simplemente magníficas.
Dándonos una lección que nos hace dar cuenta de que no todo es lo que parece y
que posiblemente no todo lo que parece necesariamente debe de ser. Y como dice
el dicho: “No todo lo que brilla es oro”, ahora podremos decir: “No todo lo que
es hoja es planta” o “No toda varita es palo”.
Todo suyo: Aldo Arteaga Estrada
Todo suyo: Aldo Arteaga Estrada
Hojas de un árbol común |
Pequeña rama de una planta hogareña |
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