Le picaron un ojo
al pez dorado y mira lo que sucedió
Bocanadas de aire fresco son las que se sienten cuando
uno encuentra material que valga la pena en el internet. Que si soy culpable,
al igual que todos, de ingresar horas enteras a la red sin ninguna utilidad más
que estar simplemente ahí; me declaro culpable. Sin embargo, también habrá que
culpar a aquellos contenidos que se propagan como buenos e interesantes, cuando
en realidad se tratan de cosas sin sentido alguno, que ni siquiera divierten.
Una gran bocanada de aire fresco resultó hace unos días mientras pasaba el
tiempo viendo a los famosos youtubers. Fue entonces cuando encontré un término
que me llamó la atención: “viralidad”. Situación a la que estamos expuestos sin
caer en la cuenta de que se trata de un hecho masivo.
¿Acaso alguien está a salvo? Primero habrá
que definir “viralidad”. Tras una investigación relativamente rápida, para no
errar en el término; la viralidad consiste en la propagación masiva, como un
virus, de un contenido en específico (vídeos, artículos, fotografías) con un
sentido más bien cómico o controversial. Con la viralidad, dicho contenido
alcanza gran parte de los rincones de la red, pero se extinguen después de un
corto plazo. Su principal propagación se realiza mediante las redes sociales.
En ocasiones, esta propagación es directa; sin necesidad de la apertura de
alguna otra página, mas también se realiza mediante la apertura de ciertos
links que guían al cibernauta a una nueva página con el contenido deseado, o no.
¿Qué parte de la viralidad realmente lo
es? Es cierto que la mayoría de las personas están activas en las redes
sociales, por lo que estos contenidos llegan a ellas con gran facilidad. Sin
embargo, en muchas ocasiones sólo se trata de contenidos que no valen la pena,
sobre todo, en aquellos que requieren abrir otra ventana. La publicidad juega
parte importante en estos casos, y hay que admitir que el internet se ha
convertido en una nueva manera de hacer negocios, por lo que llamaremos a esto “estafas
de entretenimiento”. Entre más visualizaciones tiene una página patrocinada,
más dinero tiende a ganar. Dichas páginas, por lo regular se valen de la
curiosidad de los cibernautas para ganar dinero, cuando en realidad no se trata
del contenido esperado. Inclusive, algunas veces, la estafa va más allá cuando
la “viralidad” adquiere un significado más literal y los virus se hacen
presentes en el ordenador del cibernauta.
Efectivamente, se pueden sufrir estafas aun sin ser monetarias.
La viralidad ha otorgado una nueva manera
de enajenación. Dentro de los contenidos que cumplen lo que prometen, existen
temáticas realmente vacías, desde alguna caída graciosa hasta la explotación de
los ridículos humanos. Es claro que estos contenidos se inclinan a la comedia,
pero habrá que preguntarse la calidad de comedia a la que uno se enfrenta.
Banalidades como el color de un vestido provocan controversias aún más grandes
que las elecciones en el país más influyente de nuestra era. Los famosos
“memes” que han alcanzado una gran popularidad, se asemejan cada vez más a la
comedia barata, aunque también pueden llegar a cumplir la función de los nuevos
“caricaturistas” de la red, debido a la carga de crítica que algunos “memes”
mantienen. La viralidad nos aleja cada vez más de temáticas con contenidos
realmente interesantes. Un nuevo modo de enajenamiento, un nuevo modo de caer
en el vacío que tanto caracteriza a nuestras generaciones actuales.
Lo relevante y lo entretenido siempre
habrán de enfrentarse. Si bien, es cierto que dentro de las viralidades existen
temas interesantes, también lo es que la mayoría radican en genuinas
estupideces. Lo realmente importante es distinguir entre lo que es relevante y
lo que simplemente se antoja entretenido. La viralidad se encontrará siempre en
cada uno de los rincones de la red, sin embargo, queda en las manos del
cibernauta elegir entre aquello que revisará y lo que pasará por alto. El
bombardeo siempre estará presente, pero la elección sigue en las manos de cada
una de las personas que visualizan los famosos contenidos “virales”.
Adriana Gasca L.
Fuentes:
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