IX
Después de presenciar la muerte del párroco del pequeño
pueblo comprendí que debía mantener una posición respetuosa ante los ideales y
las creencias de los habitantes de la Higuera; tal vez, de la misma manera, con
las personas de las aldeas próximas como Ojo Caliente y Tierra Firme. Debía
hacer a un lado mis opiniones, las etiquetas, mis
pensamientos y, de una buena vez, centrarme en lo que realmente estaba haciendo
ahí: exponer columnas frescas, como me dijo mi jefe.
La verdad, me considero una persona muy reservada, tímida al
exponer un tema en público, pero con un carácter fuerte y audaz para defender
mis opiniones. Me juzgo como un joven con valores muy marcados; tolerante ante los
demás, de igual manera respetuoso y honesto con todos aquellos que ponen su
confianza en mí: leal, pues. En el ámbito social soy un desastre pues no tengo la
facilidad de interactuar con otras personas. Definitivamente la palabra que me define
sería reservado.
Otro aspecto fundamental que me define es el laboral. Desde la preparatoria he trabajado de todo para no tener que depender
de otros. He laborado como mesero, lavaplatos, portero, cerillo, cajero,
supervisor en tiendas comerciales; trabajé en cines, teatros, tiendas de
autoservicio, restaurantes, y demás. Mi último trabajo fue en la librería del
Centro de las Artes. Cuando entré a la universidad, me concentré totalmente en
mi carrera y poco a poco fui agradando a los profesores por el talento y la
sencillez de mi pluma. Me otorgaron grandes e interesantes elogios gracias a
proyectos universitarios y columnas en distintos medios, concediéndome una oportunidad
real para trabajar como periodista en el periódico, en el que estoy laborando.
Tal vez pensaran que estoy en una relación seria, con una
señorita joven y hermosa, emprendedora y carismática, de muchos años de pareja
y con un matrimonio que no tarda en llegar y, al mismo tiempo, con un futuro
sumamente prometedor. Debo admitir que todo esto es una fantasía, un espejismo
desolador. Siempre he dicho que la frase que encaja perfectamente en mi vida
amorosa es “yo en el amor soy un idiota”. Claro, no toda la culpa recae
en mis hombros pues he tenido oportunidades para consagrar un amor duradero
pero siempre me tropezado con las mismas piedras, lo cual, sin duda alguna, me
convierte en un idiota.
Claro, he tenido noches de sexo, con chicas que nunca he
vuelto a ver, lo que comúnmente se le conoce como “sexo de una noche”;
resumiendo mí monologo, nada serio con nadie. De esta manera, me enfoqué al
cien por ciento en mi profesión. Pero no quiero entrar en detalles acerca de mi
pobre y desértica vida amorosa, por lo cual retomare el hilo de la historia con
los sucesos increíbles, y también lamentables, que sucedieron después de la
muerte del padre Córdova. Como, por ejemplo, la triste noticia de Anastasio, el
conserje del periódico y hermano de Eloísa, puesto que había fallecido el lunes.
La mala nueva me fue notificada el martes, el mismo día que
conocí a Isabel Orizaba. La bellísima Isabel.
J.A.N.H.
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