miércoles, 6 de abril de 2016

Anagnórisis

Nrmal Fest o la ansiosa espera deescuchar a Slowdice (Parte 3)



Qué tal, finalmente lo logré. Sí, querido lector, esta última semana de vacaciones ha sido un verdadero estuche de monerías, pero vamos, no siempre las monerías son tan "monas" como quisiéramos. Algunas de estas inoportunas monerías pueden ser desde sufrir una extraña infección en los parpados hasta ser pintado en la cara con henna con el motivo de una filmación y sufrir de las burlas ajenas por al menos tres días en lo que consigues retirar dicho garabato de tu cara a punta de agua oxigenada y fomentos de agua caliente  (Quemando terriblemente tu piel en el proceso). Pero bueno, las anteriores no son situaciones aleatorias sacadas de lo más recóndito de mi cabeza, por desgracia no. En fin, lo logré; pude despintar dicho garabato y el problema ocular persiste, pero me mantengo optimista, sí señor. Tan optimista que aun me quedan fuerzas a mis enclenques dedos para relatar la tercer parte de mi historia.



Continuando con la crónica o intento de: Decidimos movernos de la zona donde se encontraban los dos escenarios, Low se había llevado consigo la tarde y al haberse obscurecido todo, el ambiente pasó de la amabilidad de un picnic a el ajetreo de una fiesta nocturna, con el doble o el triple de asistentes que cuando habíamos llegado, era necesario permanecer juntos si no queríamos perdernos entre el tumulto.  Llegamos al tercer escenario con la promesa de un buen acto, los chilenos Föllakzoid; su show fue más bien un set bailable de tintes electrónicos, un poco alternativo. Recuerdo lo molesto que fue que estuviera apareciendo una y otra vez una proyección con el nombre del grupo pasando por detrás de los músicos mientras ejecutaban, incluso ellos pidieron que se apagara. Fue agradable, pero no del todo impresionante. Decidimos regresar a los escenarios donde nos encontramos al principio, pues el próximo acto era uno de los más prometedores de la noche: Deerhunter.



Caminamos entre el tumulto en medio de una noche joven, queríamos unos lugares decentes para presenciar a la legendaria banda. El show comenzó en el escenario del costado izquierdo y de inmediato el recibimiento del público dejó ver lo grande que sería la noche. Con un setlist poderoso, la banda norteamericana dio un concierto memorable, cabe mencionar los elementos visuales de los que se valieron, los cuales fueron tan originales como extraños; se trataba de una especie de viaje visual que combinaba elementos renacentistas y espaciales. Después de terminado el show, no hicimos más que movernos al extremo opuesto, listos para ver el impactante concierto de A Place To Bury Strangers, una agrupación originaria de Nueva York la cual lleva  ya más de un lustro haciendo ruido. Lo primero meramente llamativo al iniciar su show fue que prescindieron totalmente de la iluminación convencional y se valieron solamente de estrobos que de ratos a uno lo dejan en estados más que hipnóticos, a veces desesperantes. Rock duro, de gran intensidad, cuando terminaron el público se trasladó de inmediato al escenario contiguo. La banda encargada de cerrar el primer día del festival sería Health, originarios de Los Ángeles, California, prepararon un setlist que fue demasiado en ese momento para mí; me encontraba agotado.



La noche ya estaba tan encima nuestro como lo pudieron haber estado esos drones que sobrevolaban al público grabándolo y provocando paranoia a más de uno. Pudimos tener lugares privilegiados para presenciar a Health, pero sin hacer consenso ni cruzar palabra, todos decidimos que lo mejor sería salir de la multitud y buscar un lugar propicio para el descanso. Nos alejamos del escenario y presenciamos todo desde cierta distancia, nos tiramos en el pasto y escuchamos a Health, quienes parecían oscilar peligrosamente entre la experimentación y las tendencias de Pop alternativo que tanto gustan a las generaciones más jóvenes. En fin, me hubiera gustado tener suficientes energías para ver más de cerca a Health y ejercer un juicio más certero, pero lo que sucedió después fue que me dirigía a la food truck sobre la cual había dejado tanto mi mochila como mi sleeping bag; seguían ahí, intactos. Todo parecía salir a pedir de boca, el buenazo de Manolo nos presentó con su amigo Israel, quien se hace llamar a sí mismo Señorongo y se dedica a la música y la producción independiente. Fue realmente agradable poder hospedarnos con él. Escuchamos algunos discos de acetato de su colección y uno a uno fuimos cayendo a las oníricas garras de Morfeo. Mañana sería el gran día,la ansiosa espera estaba por terminar y no podía creerlo.




ANJ-

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