¡Burbujas, burbujas!
¿Quién no habrá de recordar aquel pequeño pez en
“Buscando a Nemo”, aquel pez que espera ansiosamente a que las burbujas salgan
de un cofre? Ese pequeño pez pasaba sus horas contemplando el cofre en espera
de esas burbujas, olvidaba su entorno con el único fin de observarlas flotar al
final de la pecera y se olvidaba que simplemente estaban ahí para oxigenar un
poco más el agua. El consumo y la adicción distan de un solo paso. La pregunta
realmente importante consiste en la verdadera longitud de dicho paso, qué es lo
que difiere entre el consumo y la
adicción. En cuanto a la existencia del nuevo medio audiovisual como lo resulta
la red, es importante considerar la posibilidad de la generación de adicciones
y, siendo de ese modo, si es que las curas y prevenciones son compatibles con
ello. La información nunca está de más, por lo que el formato de esta columna
en específico será un poco distinto a los anteriores. Después de todo, la obsesión
y la adicción no difieren en demasía.
Con anterioridad se creía que las
sustancias que nos hacían sentir un placer momentáneo, podían tornarse en
posibles adicciones futuras. Después de un tiempo, los humanos dependían de
dichas sustancias para poder sentir el placer que tanto ansiaban. Ese placer se
volvía su único fin de existencia y se olvidaban del entorno, de su trabajo, de
su familia… Actualmente se sabe que las adicciones no difieren mucho de esta
descripción, sino en el punto en que ya no se trata solamente sustancias las
que pueden enajenar a un ser humano. Entonces se dirá que surgieron las
“adicciones comportamentales”, o mejor denominadas, adicciones psicológicas.
Sin embargo, algunos especialistas no consideran una clasificación válida a
esta especie de adicciones, sino como un trastorno de control de impulsos; pues
no se requiere sustancia alguna para ser saciada la ansiedad.
Sin embargo, dicha ansiedad nunca habrá de
saciarse por más que se intente. En eso
consisten las adicciones psicológicas, se requiere de una acción que sacie ese
hueco .Al tratarse del internet, se supone un problema grave, pues no se logra
definir a qué es a lo que se hacen adictas las personas, a qué clase de
contenidos. Después de un tiempo se llegó a la conclusión que se trata de una
adicción tanto hacia el medio como hacia el contenido, sin inclinarse en
específico por ninguno. La adicción al internet no difiere en demasía de otras
adicciones, lo que se quiere es saciar un pozo que nunca se llena, cada vez es
más el tiempo que se consume en esta herramienta olvidándose del mundo. Cuando
el adicto se separa de este medio, sufre el síndrome de abstinencia, como en
cualquier otra adicción. El placer después de todo, es la clave para la
adicción.
Claro es que el placer nunca llega y que
la infelicidad se hace presente. Los conflictos empiezan en ese momento. Por
ello existen grupos de ayuda en EEUU que tratan de recuperar de una manera muy
similar a Alcohólicos Anónimos, a los pacientes con este problema de adicción
cibernética (como también se ha llegado a denominar). Siendo efectivo,
igualmente, la terapia conductual en la que se limita al paciente para su
ansiedad mengüe lentamente sin riesgo a la recaída. Al ser, la adicción al
internet, poco distinta a otras adicciones psicológicas, el tratamiento radica
en el autocontrol, ya que se trata de una herramienta útil de la que no se
puede prescindir.
Finalmente,
internet es parte de nuestras vidas contemporáneas, uno no se puede deslindar
de su uso con extrema facilidad. En su lugar, cada día pareciera más
indispensable. Lo importante es comprender cuando el uso pasa a lo obsesivo y
tomar cartas en el asunto. Si la abstinencia resulta un problema, identificar cual
sería una posible solución. Una solución que evite el complejo “burbujil”.
Adriana Gasca L.
Referencias básicas:
- http://www.centroima.com.ar/trastornos_de_ansiedad_adicciones_comportamentales_adiccion_al_uso_de_internet.php
- http://www.psicologia-online.com/colaboradores/nacho/ainternet.htm
- http://www.psicologiacientifica.com/adicciones-y-salud/
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