domingo, 3 de abril de 2016

Infierno grande


X

*Isabel Orizaba era una chica peculiarmente atractiva, con un semblante de reina y una mirada atrevida; ocupaba un recinto de amor imposible en cada corazón de los habitantes de la Higuera. Tenía la fama de ser la mujer más bella, guapa y coqueta en los poblados aledaños: Ojo Caliente, La Higuera y Tierra Firme. Se decía que había rechazado todo tipo de hombres: machos, charros,  galanes, hijos de empresarios, de Gobernadores, y de Presidentes Municipales;  de todo. Nunca se le había visto con hombre alguno mas que su padre, el Presidente municipal de la Higuera, Alfonso Orizaba.

*Vivía en un ranchito no lejos de la cabecera municipal. Iba al pueblo tres veces a la semana, sin contar que asistía a misa de medio día todos los domingos acompañada de su madre, doña Renata de Orizaba. De esta manera, todos los hombres tenían la dicha de ver su belleza casi todos los días. Y realmente era bella, cual Afrodita.

La conocí horas después de que me fuera notificada la muerte de Anastasio. Recuerdos de él se proyectaron ante mis ojos y su cálida sonrisa, al igual que la de su hermana, expresaba una confianza y familiaridad única. Realmente era él la razón por la que estaba ahí, la razón de estas memorias que escribo y que usted lee. Todo esto invadía mi mente: nostalgia, tristeza, melancolía, pesadumbre.

A pesar de todo esto no tenía la valentía ni el coraje para decirle a Eloísa que su hermano había fallecido. Buscaba alguna manera para comentárselo pero no es nada sencillo decir algo de esta magnitud a una persona que apenas conoces. Yo no tengo tanto valor. Nada, nada se me ocurría. De sólo una cosa si estaba seguro, debía contárselo a Eloísa.

Mientras fumaba un cigarrillo a la sombra de un pirul torcido e imaginaba la reacción de Eloísa ante tal noticia, pasó Isabel con un vestido blanco que combinaba perfectamente con el tono caneloso de su piel. Ella notó mi pasividad melancólica y se acercó ante mí. Pude notar sus piernas brillosas por el sudor y la ligereza de sus brazos del sol aplomante. “Prefiero un agua mineral fría a un cigarrillo. Es mucho más refrescante.”

Con esta frase se marchó, dejándome impactado por su belleza. Después de esto una relación inició de una manera tan extraña y acabo de las peores maneras posibles.


J.A.N.H.

*Toda esta información acerca de Isabel la conocí momentos después a la matanza del amor.

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