domingo, 3 de abril de 2016

Retazos de existencia

Todopoderoso.

“Si algo he aprendido es que la suerte no existe, se crea. Hay momentos que son decisivos para la vida y en los que todo está permitido pues se toma conciencia de que lo que pase después se verá siempre afectado por las decisiones que se hayan tomado en esos instantes. Cuando se es joven cualquiera cree que cambiará al mundo independientemente de lo que se haga, en la mente arrogante y pendenciera de la juventud se encuentra la idea de que somos escogidos por cualquier de los dioses. Hacemos planes a futuro con tintes extraordinarios y creamos historias que nos tiene como protagonistas y héroes, no hay nada que pueda contra nosotros.

Pocas profesiones como la de un médico apoyan la idea de un poder infinito. El recorrido comienza durante los estudios; una ingenua aspirante ingresa a la prestigiosa facultad de medicina con el firme propósito de convertirse en la mejor de su generación. Marcada por una tragedia familiar está dispuesta a dedicar su vida en ayuda de los desahuciados y a no permitir que la negligencia y corrupción de los hospitales de su país vuelvan a arrebatarle un ser querido a nadie. Pasan los semestres y cada día se convence más de que podrá lograr sus metas.

Pasan los años y se convierte en un nombre famoso en el área de la cardiología, sin embargo,  comienza a realizar una serie de investigaciones con respecto a un raro virus. Poco a poco sus intenciones cambian, el virus la tiene enajenada provocando que abandone su prestigiosa carrera. En un determinado momento cae en la cuenta de que es la única persona que mantiene un vivo interés por un descubrimiento que ha sido opacado por otros más recientes, molesta por ser ignorada se pasa las noches pensando en cómo lograr que la comunidad internacional mire su proyecto. Sabe que el virus es mortal y que si se desata podría generar una pandemia colosal, pero también sabe que pocas personas tienen acceso a él. Tiene entonces una revelación y después de algunos años consigue crear el antídoto a su mortal tesoro.

Para ese tiempo el virus es prácticamente un archivo más en la base de datos de la OMS. Antes de ejecutar su plan su ética profesional le atormenta provocando que se pregunte si lo que hará es lo correcto por lo cual se promete hacer solo una prueba. Meses después, en un pueblo alejado de la ciudad comienza una extraña pandemia que acaba con un cuarto de la población, los gobiernos del mundo, temerosos de que la rara enfermedad se expanda piden a la OMS que averigüe de que se trata, en poco tiempo aquel virus olvidado resurge causando el pánico internacional. El plan de la doctora es un éxito, en menos tiempo del que creía ya está viajando para compartir sus descubrimientos al mundo, ocultando la existencia del antídoto da conferencias con respecto a las medidas de precaución que deben tomarse.

Sin embargo, un sentimiento de poder ha nacido en ella, prácticamente tiene a toda la comunidad médica a su servicio ya que es la única con el conocimiento suficiente del virus que por cierto se ha extendido a diferentes partes del mundo por la cuales ha pasado la doctora. Un par de años después descubre el antídoto, por lo cual se le venera cual dios. Sin duda el nivel de satisfacción del que es portadora le hace voltear la vista a aquellos especímenes que se encuentra en laboratorios secretos, nuevos virus cada uno más mortal que el otro, las posibilidades de que trabaje con ellos y pueda crear los antídotos son infinitas. Podrá salvar al mundo aun a costa de algunos sacrificios. Como ve, he tomado las decisiones que he creído correctas, gracias a ellas llegue a la posición en que me encuentro y la cual no planeo dejar nunca, aunque eso implique que deba generar nuevos virus. De cualquier manera, el mundo comenzaba a sobre poblarse y quien mejor que una diosa para purgarlo.”
                                                                                     
                                                                                                         Andrea Hernández Álvarez

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