13.
Hoy es
necesario salirse completamente de la regla. La reseña aquí presente no retrata
una serie más y ya. Mis líneas comienzan con un tópico en demasía difícil para
esta pluma inexperta, más allá de los límites físicos previamente establecidos,
es “casi” una obsesión personal, por lo que intentaré esclarecer de forma
adecuada toda inquietud, incluso si termino leyendo únicamente yo estas líneas,
una y otra vez. Hace unos días, pasando por el inicio de Facebook antes de dormir,
me topé con una columna de la página soyhomosensual.com, sitio continuamente
actualizado con temas LGBT+. Al leer de forma rápida encontré una reseña
dedicada a una película norteamericana del 2016 dirigida por Tom Hooper,
protagonizada por Eddie Redmayne (La Teoría del Todo, Los Miserables) y Alicia
Vikander (Anna Karenina, El Séptimo Hijo). El pasado 28 de Febrero ésta fue
nominada a cuatro premios de la academia, ganando únicamente el de actriz
secundaria. Como tal, el filme y mi reacción al mismo ya habían pasado a los
anales de mi historia personal, pero una opinión más del tema no afectaba en lo
más mínimo, además de tratarse de un hombre transexual, un conocedor del tema
de la propia película. Me sorprendió la obscena cantidad de comentarios, poco
frecuentes en sitios con más letras que imágenes, reconociendo, encima de todo,
las pésimas opiniones de los demás lectores, gente que tal vez lleva tiempo
leyendo a esta persona. Después de leer otro par de críticas, generalidades
confusas y videos “informativos”, henos aquí, con una opinión de esta
arriesgada apuesta: “The Danish Girl”.
La película
está basada en un libro, éste a su vez retrata en forma de novela la historia
real de Lili Elbe (o Elvenes), una mujer transexual de los años veinte, la
primera conocida en realizar una transición quirúrgica. Einar Mogens
Wegener y Gerda Marie Fredrikke Gottlieb era una joven pareja danesa, Einar era
un pintor reconocido, mientras que Gerda trataba de encontrar un estilo propio
de pintura y que su arte fuese redituable. Un día la Sra. Wegener convence a su
esposo de posar para ella, tras la ausencia de su modelo. Se acomoda malamente
las medias, apenas pisa las zapatillas y abraza aquel sedoso vestido; gracias
al magistral trabajo de Redmayne se nota, casi después de cien años, ese “clic”,
el giro de tuerca y la conclusión inconsciente de Einar. Después de ello no
habría retroceso, viste por veinte años como mujer. La libre relación conyugal
es motivo de escándalo y secreteos en la sociedad, motivo suficiente para
trasladarse a París y seguir exitosamente con los retratos de Gerda. Casi a los
50 años Lili se realiza cinco operaciones con el doctor Magnus-Hirshcfeld, fallando
en el trasplante de útero, deshaciendo su deseo de ser madre y provocando su
mismo deceso. A pesar de que el matrimonio Wegener fuera anulado, Gerda no
siguió la transición de su “esposo”, se casó con otro hombre, separándose a los
cinco años y muriendo en los años cuarenta, más o menos siete años después de
Lili.
¿Qué hay de malo en la trama? Nada de esto tiene que ver con la película. Piensa en lo contrario de la historia previa, porque tal vez es lo que pasó en el rodaje, creyéndolo una buena idea, algo totalmente “Oscarizable”. Entonces, ¿qué es lo penoso de La Chica Danesa? Nuestra propia concepción como personas. La industria cinematográfica, al fin y al cabo una empresa con necesidades, no cree capaz a la gente de soportar realidades, además de conseguir apenas pequeños señuelos de situaciones inconcebibles. Si ha de importar tanto el bolsillo de las producciones, los cines y los mismos receptores, más que el criterio humano, hay algo malo, muy muy… bastante pésimo en la sociedad para cachar apenas una parte de una historia totalmente válida, una voz que únicamente desea provocar más ruido y hacer valer a personas como Lili Elbe, mínimo de una forma social. Tal vez es irreconocible, si no es por críticas y asomar tantito la cabeza al exterior, pero de repente uno se encuentra confiando de más en la gente. Uno piensa que la gente se tomará en serio un filme como este, un tema tan controversial como desconocido, uno piensa… que las risas no son a propósito, que las fallas son pasables, que el susto persignado es exagerado, que las críticas de dientes para afuera no van a doler. Pero pensar positivamente no alcanza, no cuando la gente ve las cosas como en automático, sin preguntarse el porqué de esto o aquello, sin detenerse a pensar en ese chico pequeño con suéter holgado y rasgos femeninos, uno más que la pasa sufriendo su propia transición en esa sala de cine, en esa sala junto a sus padres heterosexuales. La gente no puede aguantar lo suficiente sin dar tanto asco. Pan y circo, pan y circo, pan y circo.
Después de tanto, viene la segunda oportunidad, la redención de tanto pesimismo y pobreza mental. Incluso para mis compatriotas, la gente dedicada a reseñar en este mundillo del internet. Si ya me es increíble la existencia del hablar por hablar, el escribir por escribir es otro nivel. Hay de todo en relación con La Chica Danesa: el uso incorrecto de pronombres (“él” en lugar de “ella”), la transformación por completo de Lili a Einar (ignorando la parte clave de la trama), la concepción errónea de esa mujer mártir a la que su esposo le sale “puñetas”, la confusión entre orientación sexual e identidad de género, la total ignorancia entre los términos transgénero y transexual. Tú nómbralo. En sí, la película no cae completamente en el fallo hollywoodense, porque finalmente fue un momento de dedicación y una jugada que habría salido muy cara si no hubiese sido un éxito.
Simplemente parece ser muy pronto para el público. La cuestión importante y necesaria debe ser: ¿Es tarde también para la comunidad LGBT+? Más allá de las personas homosexuales, ¿el resto está condenado a vivir una farsa automática, impuesta por los “normales”? Ya está ejemplificado con la vivencia de Sophia Burset en Orange is the New Black, una mujer transexual capaz de caer en la cárcel por las estafas en las tarjetas de crédito, para pagar su transición. ¿Hasta cuándo ser transexual va a dejar de ser una especie de lujo? De ninguna manera una reasignación de sexo podría ser considerada una operación estética. ¿A qué edad es adecuado alzar la voz como transexual, sin ser considerado como alguien caprichoso/vanidoso/homosexual al extremo? ¿Por qué es necesario tanto drama al respecto? Los asesinatos, el odio, las burlas, la incomprensión, las familias rotas, el simple hecho de entrar al baño incorrecto. Esta gente existe, y encima de soportar a esta sociedad, está la disforia, la depresión, la pérdida de seres queridos por ser simplemente quien uno quiere, el salir de ese clóset interminable, la ayuda que no parece llegar nunca. Porque las respuestas no se ven ni un poquito claras, ni en la época de Lili Elbe, ni en pleno 2016.
Gerda y Lili |
“Yo, Lili, soy vital y tengo un derecho a la vida que he probado viviendo 14 meses. Podría decirse que no es mucho tiempo, pero esos meses me parecen una vida plena y feliz”.
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