martes, 19 de abril de 2016

Personajes Femeninos en la HIstoria


La Dinastía Destronada.

Dancing bears,
Painted wings,
Things I almost remember,
And a song someone sings
Once upon a December.

(Once Upon a December, Anastasia, 2000)

 Había una vez un reino en la gran Rusia, gobernado por la línea de los poderosos Zares, siendo la Dinastía Romanov los últimos herederos de ellos. Pero incluso los magníficos imperios tienen un fin. El Zar Nicolás II  fue el último monarca de la Corona rusa, junto a él gobernó su esposa, la Zarina Alejandra, y   juntos sufrieron la pena del arrebato al trono. La derrocada familia sufrió del castigo y la prisión al perder el poder, siendo las cuatro hijas de la Zarina quienes pasarían penurias a manos de los revolucionarios hasta el momento de su ejecución junto a sus padres y hermano menor. Décadas más tarde, el mundo recordaría a la familia real con el  misterio de la Gran Condesa Anastasia y su aparente supervivencia. El apellido Romanov fue remarcado en la Historia por su trágico desenlace y los misterios que rodearon a éste. Siendo los nombres de las mujeres Romanov rememorados por la angustiosa experiencia que aconteció en sus últimos días en vida.

La Zarina Alejandra fue gobernante de la Rusia Imperial por veintidós años, en los cuales fue devota a su esposo, a su familia y a su pueblo. Buscó ser un apoyo político para su esposo, Nicolás II, quien no era un líder fuerte y al cual le costaba tomar decisiones a tiempo. Tenía el papel de una madre protectora para todos sus hijos, en especial para su único varón, Alexei, quien era hemofílico, procurando mantenerlo cuidado todo el tiempo. Para su pueblo, poseía un comportamiento atento y bondadoso; durante la Gran Guerra trabajó como enfermera, junto a sus hijas, e instauro grupos femeninos que empacaban provisiones para los soldados. Y aun con todas sus acciones, durante la Revolución de Febrero fue aprisionada junto a sus hijas, mientras su esposo abdicaba al trono. En esa trágica hora, la Zarina recordó el descontento que el pueblo llevaba acumulando, pero sobre todo las palabras de Grigori Rasputín, consejero espiritual de los Zares, quién había profetizado que con su asesinato, la Corona caería en desgracia.

 Mientras el Zar renunciaba a sus derechos al trono, la Zarina y sus hijos fueron encerrados en un ala de su palacio. Alejandra se mantuvo integra y fuerte para sus hijas, intentando mantenerlas ignorantes. Eso se volvió imposible cuando los revolucionarios cortaron los servicios del lugar, condenándoles a la oscuridad y al frío. Permanecieron cautivos en el palacio por poco tiempo, siendo trasladados a Tobolsk, un pueblo aislado en Siberia. El invierno en el lugar provocaba que la temperatura descendiese a cincuenta grados bajo cero, Nicolás mantuvo la casa caliente cortando leña diariamente, mientras que Alejandra cosía y tejía para mantener a sus hijos tibios. A pesar de las dificultades, eran libres de moverse por lo que su estancia no fue incomoda. Cuando Lenin subió al poder, que llegaron los días duros para los Romanov. Exiliados a Ekaterimburgo, donde estuvieron encerrados a cal y piedra en una casa pequeña. No podían salir y siempre estaban rodeados por soldados. Eran días de tensión donde se sospechaba que el final estaba cerca. El 16 de Julio de 1918,  ocurrió la masacre de la Sangre Real Rusa.

 Nicolás y Alejandra cayeron al primer disparo, mientras que sus hijas fueron asesinadas a golpes de bayoneta, ya que las balas no las travesaban por las joyas que escondían entre los dos corsés que llevaban puestos. Olga falleció a la edad de veintidós años; Tatiana, veintiuno años;  María, diecinueve años y Anastasia a los diecisiete. El pequeño Alexei murió desangrado por múltiples heridas de bala. Los soldados quemaron y escondieron los restos de la familia real. Años después, y ante la especulación de que la Gran Duquesa Anastasia hubiese sobrevivido bajo el hecho de que faltaba su cadáver y sus posesiones, una mujer llamada Anna Anderson alegó ser la princesa. Lo anterior desmentido mediante un examen de ADN. En 2007, finalmente se encontraron todos los cuerpos, enterrados en distintas fosas comunes, y fueron trasladados a la Catedral de San Petersburgo, donde hoy descansan en paz.

 La caída de los Zares tuvo su causa en una serie de acontecimientos que provocaron el descontento del pueblo y donde personas inteligentes supieron manipular a masas para cambiar a una nación. El papel de la Zarina Alejandra fue lo esperado para una mujer de su época, su posición y sus circunstancias. Siempre buscó mantener la filosofía de su abuela, la Reina Victoria, incluso hasta el último día de su vida: “Dios, la familia y el país”. Lo ocurrido a ella y su familia, sólo muestra las consecuencias de perder el poder y lo que se hace para mantenerlo.


Esperanza del Refugio Aguilar Carrillo.

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