viernes, 15 de abril de 2016

¿Recuerdas la primera vez?

(…) ¿Por qué no dejas que las personas vean lo bueno en ti, Damon?
Porque cuando ven lo bueno, eso es lo que se espera...
 y no quiero cumplir las expectativas de nadie.”
J. Smith. Crónicas vampíricas.



Probablemente me arrepienta de lo que contaré con dos tragos encima. He ido a la cantina de don Marcelo, un tipo viejo pero no gruñón, él siempre decía que era bueno desahogar las penas en alcohol pero quizás lo decía porque su esposa lo dejo solo cuando supo que lo engañaba. Si, era todo un don juan ese Marcelo, sin embargo, nunca se privó de los mejores placeres de la vida; como lo es bebida, la compañía y, por supuesto, no podía faltar el sexo.

Dentro de este lugar puedes encontrar muchas personas pero cada uno con un trauma diferente. Juan, está solo por mujeriego; Carlos, es un adicto a cualquier vicio desde que termino con Laura, esa chica está buenísima; Luis, a él creo que solo le gusta gastar el dinero aquí con los perdidos y sin rumbo fijo. Hay variedad de ebrios, incluso me encontré con un desconocido, un tipo con traje y una gabardina su nombre es Gabriel me pareció un sujeto que estaba más perdido que yo. Me mira y dice: -Cuéntame tus problemas pero con palabras cortas y sencillas- y me dije por qué no.

Conocí la miseria que ofrece la vida: le “amor”. Pero sólo lo diré con pocas palabras, una chica llega a mi vida tratando de cambiarme, lo cual es absurdo si me lo preguntas, pero lo intento; al final ella se hartó y se fue, yo sólo le dije: -¿Qué putas quieres de mí? Ella con lágrimas en los ojos dijo: -Quiero que estés conmigo al final del día y al inicio de uno nuevo, que me acompañes cuando mi espalda se encuentre desnuda, que seas feliz sin meterte veneno en el cuerpo, que no me puedas olvidar con aquellas que usas en tus aventuras, ¿qué putas quiero contigo? Es broma, ¿verdad? Quiero de ti aquello que no te atreves a darle a nadie más… Soy el mayor idiota de mundo porque al escuchar eso salí corriendo de ahí y ahora estoy contigo aquí.

A veces las idioteces que hacemos son buenas. Tenemos que caer para saber que somos idiotas y que nada depende de nosotros, te mueres y el mundo seguirá girando como si nada, así es la maldita vida. El punto es que quisiera remediarlo todo pero se acabó. Gabriel me golpeó fuertemente y dijo: -No se ha acabado, ¿quieres a la chica que enloqueció más que fumar marihuana? Ve por ella, pero dile algo que valga la pena porque si no yo te mataré.

Fui a buscarla, la miré a los ojos y le dije: “No me arrepiento de nada de lo que paso entre nosotros, porque sé que soy una mala persona y, al mismo tiempo, soy egoísta, hago cosas que te lastiman, pero preferiría morir ahora que verte lejos, sé que no hay disculpas en el mundo para resumir las malditas razones por las cuales no te convengo pero ahora es tu decisión” Ella me miro a los ojos y dijo: “Bien, yo estoy segura de que tampoco me arrepiento de nada, no me arrepiento de llegar a tu vida, no me arrepiento de intentar hacerte mejor persona, porque en el fondo lo eres, no me arrepiento por eso me haría cuestionar muchas cosas. Eres terrible persona, lo sé, siempre eliges lo peor y de todo lo que he hecho quizás esta sea la peor decisión pero no me arrepiento porque estoy enamorada de ti”





L.M.




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