Percepciones headcanon de Batman once años después
Chistopher Nolan vs Zack Snyder
Siluetas nocturnas que surcan en el cielo,
fugaces silentes, explorando el viento.
Las vocales todas vuelan en sus vuelos,
diestros, zigzagueantes, ágiles, certeros...
en las noches, al surcar el cielo
(buscando celosos al dañino insecto,
al fruto maduro aún no disperso,
la flor infecunda que espera sus cuerpos)
les contemplo alegre y paciente espero
que agiten las alas en un giro nuevo,
suave y elegante, atrapen contentos todo mi cariño...
¡Murciélagos buenos!
—"Murciélagos Buenos", Noel González Gotera, 1978
Yo soy Batman. Sin tomarlo personal, aseguro que el lector también lo es, o puede serlo. Todos podemos representarnos en él, porque el caballero de la noche ni siquiera es humano, es una alegoría muy compleja. Sus matices, en la más pulcra gama de grises, remontan el poder puro del miedo, impulso invisible pero inagotable; el nivel gráfico y físico se mezcla, para darnos esa efigie etérea, al hombre capaz de caminar entre los dioses. Es necesario retener esto, dejar de lado la botana momentánea del Batman fofo de 1966 y sus semejantes, la brecha a nivel cinematográfico se reduce de manera abismal. Porque hombres murciélago hay en todos lados, eso no significa que sea cualitativamente favorecedor. Esto va a ser muy difícil, además de la precaria extensión y el esfuerzo por abreviar el asunto, se tiene como propósito esbozar las tres entregas cinematográficas de Christopher Nolan, contra la “actualización” de Snyder en este año. Si bien no se antepondrá el buen criterio del público, se busca una sola aseveración: ¿Qué es mejor para Batman como ícono invaluable de DC? Si gusto o no alguna película o si no se le vieron los calzones a Superman en esta versión de Henry Cavill, va a ser lo de menos. Atendamos un momento al futuro idealizado, a miras de The Batman.
Se necesita ciertas percepciones ya establecidas de estas cuatro películas, al poseer once años detrás para actualizarse en el material de Nolan y algunos meses para el de Snyder. Da igual, algo se habrá colado por el conocimiento general de la masa. La primera trama se basa en un mundo completa y necesariamente real (por lo tanto, posible). Por el otro lado, al sumar la cinta de Man of Steel al canon, se cuenta con la presencia extraterrestre, fantástica e incluso futurista. En este rango, la seriedad del murciélago es pragmática, ya que se le ve como un “humano” en evolución y como la autoridad intelectual, respectivamente, y las dos partes funcionan como deben. Un desacierto es la falta de pasado, más allá del obvio, en el caso de Snyder, da la sensación desesperante de enfocarse demasiado en Superman; aunque sea se trate de ambos personajes, la fluidez en el pensamiento de Wayne se ve disminuida, porque no hay un antes de ahí, sólo un coprotagonista muy intenso. El pasado contorna bellamente a Nolan.
En otro sentido, la veracidad de ambos Batman se deshace entre sus características físicas. Tenemos a Ben Affleck en pleno 2016, realizando un trabajo magistral gracias al tiempo en que la historia se basó. Seguramente un envase con mayor antigüedad hubiera servido igual, porque a Bruce Wayne no se le ve presentando dolencias y carencias físicas, y es lo necesario para usar una armadura anti radiación, el pesar ante su fragilidad humana y la grandeza de lo mismo al probarse frente al súper héroe por excelencia. Es obvio que la comparación entre tres películas es algo burdo, pero gracias a que el carácter es lo mismo, Batman reluce en la trilogía como un accesorio incómodo, casi como si el látex le impidiera estirarse con total libertad, la pretensión de despilfarrar en recursos gana a los fundamentos del “héroe”, sin detenerse mucho en los puños, la principal carencia en Christian Bale y la fortaleza fúrica y enardecida de Affleck, brindando un espectáculo esperado, concreto e incluso sobrepasado, gracias a las alucinaciones dentro del actuar del murciélago. La pequeña falta de equilibrio entre Wayne-Batman de Nolan, a pesar de la adaptación a largo plazo, hace triunfador al físico de Snyder.
Otra estancia necesaria y obligada en este ámbito, es en dónde demonios se ve envuelto el caballero oscuro. Puede ser el Batman idealizado, pero si terceros no se encargan de enaltecer u obstaculizar su rol, la representación de éste va a ser irrelevante. Con Nolan tenemos un universo simétrico, los buenos, malos y neutrales se dan a entender con cada diálogo o acción: la desahuciada ciudad de Gotham, el desuso de moral, la mafia y principalmente sus villanos, exaltan la razón de ser del héroe atormentado, del cuerpo policíaco tenaz y de la voz pícara de la razón; el orden oculto gobierna. En el 2016 nos encontramos con un manojo de personajes que están… porque sí; sin más, la estadía de tantos y tantos héroes nos deja con un sabor de boca “vengador”, relegando lo que pasa en ese momento, se busca crear expectativas, como encontrar una Caja de Pandora versión cinematográfica; además, la villanía parece estar de vacaciones, sin proveer de presión relevante entre Batman y Superman, además del mal sabor de boca ante antagonistas planos, sin sentido e incluso sin gracia. Por ahora, a falta de La Liga de la Justicia y posteriores, la cosmovisión de Nolan se sostiene.
La repetición aburre, la imitación parece ser una burla a nuestra inteligencia. Snyder no dejó de lado por completo sus aciertos como Watchmen y 300, sin embargo, cuando le cuestionamos acerca del futuro de Batman, a la fecha, deja mucho que desear. Bruce Wayne y su contraparte necesita tratarse con pinzas, no tenerse ahí como un sobrante o un mortal prescindible. Hará falta un esfuerzo para retratarlo como un cerebro y unos puños valiosos en Justice League y equilibrarse con Superman, en el destello del amanecer, contra la lobreguez de la noche. Lamentablemente el cine no es sólo expresión y amor al arte, la competencia lo censura también, le impide arriesgar más de lo preestablecido. La crítica tiene la capacidad de desintegrar a cualquier título, sin retroceder y apreciar por un momento el esfuerzo. Hablar de varas muy altas, expectativas y promesas rotas son detalles. Que ir al cine no se evoque en juzgar por tener una valía como nerd de los cómics o como simple fanático; la autenticidad no sólo requiere provenir del creador.
"If Clark wanted to, he could use his superspeed and squish me into the cement. But I know how he thinks. Even more than the Kryptonite, he's got one big weakness. Deep down, Clark's essentially a good person... and deep down, I'm not".
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