jueves, 28 de abril de 2016

Anagnórisis

Gargantúa y Pantagruel, gingantes gentiles o el inesperado virtuosismo hedonista.




Hace algunas semanas, durante la clase de literatura medieval, tuve la oportunidad de hablar, junto con otros compañeros, acerca de la enigmática e hilarante figura de Rabelais; junto con su obra más notoria y celebrada: Gargantúa y Pantagruel. Médico dedicado, ávido lector de los griegos y amante del vino son algunas de las etiquetas adjudicadas al escritor. Asimismo las etiquetas negativas no se hacen esperar y a veces resultan más vigentes, pero como dije el día que concluímos la exposición: No importa lo que se diga de él, su obra habla por sí misma y da cuenta de los intentos de difamación que sufre y sigue sufriendo aún  post-mortem. Sin duda alguna Rabelais tenía ideas demasiado radicales para su  tiempo, y lo mismo pasa con su sentido del humor; en el libro es fácil darse cuenta de ello: Estas ideas, a veces veladas por lo hilarante de las situaciones, encierran en realidad la filosofía de vida de Rabelais, su opinión acerca de la iglesia, la educación y sobre cómo vivir nutriéndose de conocimiento a la par que se disfruta y queda tiempo para el libre esparcimiento. Puede que dichas ideas se vieran reflejadas como nunca al momento en que Gargantúa manda hacer la abadía de Thélème para el monje Juan, casi al termino del primer libro. No por nada, siglos más tarde, el polémico e influyente ocultista Aleisteir Crowley, adoptaría las ideas hedonistas que rigen la vida en la abadía ficticia, inventada por Rabelais. ¿Habrán  trascendido estos disparates con tanta fuerza hasta nuestros días?

Como se puede apreciar, el influjo Pantagrueliano en los siglos posteriores es más que notorio, desde personajes con altas inquietudes espirituales o religiosas, hasta músicos de vanguardia y grabadores sumamente talentosos. Así pues me dispongo a señalar algunos referentes pantagruelianos en  la vida y obra de artistas y personajes, comenzando con Crowley. La abadía de Thélème era un lugar de hedonismo y virtud, ¿¡Hedonismo y virtud!? ¿Es posible? Pues sí, el lugar está tan bien descrito física como ideológicamente, que sería fácil llevarlo a la realidad desde los cimientos; Crowley funda una religión llamada Telema, basada en las ideas de Rabelais, además de que recomienda leer y analizar su obra para poder congeniar de mejor manera con sus ideales ocultistas. La única clausula a seguir en las abadía de Thélème era una simple frase: "Haz lo que quieras", y es que en esta frase es posible contener toda  la filosofía de vida que proponía Rabelais para sus queridos Thelemitas. En la abadía de Thélème no están permitidos los relojes, campanas, u algún otro artefacto que sirva para medir el horas, minutos o segundos; tanto hombres como mujeres disponen de su tiempo y persona del modo en que ellos gusten, duermen cuando quieren, beben a la hora que sea y se educan cuando ellos lo creen pertinente. Las mujeres visten como quieren, son virtuosas, bellas y libres; todo gracias al libre albedrío. Cada quien está en su derecho de retirarse cuando así lo desee. Sin duda nada que ver con las abadías de la época. Muchas de estas ideas son tomadas erróneamente como delirios hedonistas y nada más, pero Rabelais cuenta que en su osada abadía "Estaban instruidos de un modo tan superior, que no había entre ellos nadie que no supiera leer, cantar, tocar instrumentos musicales, hablar cinco o seis lenguas y componer en éstas, tanto en verso como en prosa", y es así como plantea una atrevida  propuesta de como nutrir el cuerpo y el espíritu, a través de la libertad y la aceptación de las ventajas y pormenores que conlleva el hecho de ser humano y existir, por más escatológicos que éstos sean. Ahora resulta menos descabellado que alguien se atreviera a fundar una religión bajo dichos preceptos, ¿No?


Es una pena que la ignorancia y el miedo sean mayores e incluso se le llegue a adjudicar la etiqueta de satánico o hereje al autor, quien más bien buscaba una conciliación entre lo espiritual y lo natural del hombre. La idea de moderación es también un elemento que resalta y se repite a lo largo de la historia de Gargantúa, sobre todo durante los momentos en que Gargantúa es educado e instruido para dejar atrás su vida de vicio y desorden. Es la moderación un concepto aristotélico per se, dejándose ver la clara influencia griega sobre Rabelais, de quien se cuenta tenía una biblioteca enorme, misma que le le fue confiscada por la orden a la que pertenecía; también se dice que más tarde la recuperaría con la ayuda de un colega. Fue un tipo misterioso, siempre tratando de confundir al lector; al inicio de la obra se puede ver como insta a indagar en el trasfondo de sus cómicas situaciones. Como si de un hueso se tratara, nos invita a roer y llegar hasta el tuétano, dejando de lado el recubrimiento burlesco que suele confundir a los más despistados haciéndoles creer que lo que ahí se dice no son más que bromas y disparates empapados de vino, pero más tarde afirma aborrecer a aquellos que se encargan obsesivamente de encontrar trasfondos y dobles sentidos. En otro segmento alega que su obra no tiene ningún significado y que la ha realizado en los momentos intermitentes entre la comida y la bebida, por lo que no se le debe tomar en serio. Sin duda algo de lo que Rabelais gustaba demasiado era el jugar con el lector y con las letras. Resultando en una especie de prestidigitador literario. Su influencia llegaría también al grabado y , más recientemente, a la música de rock progresivo.

En la segunda mitad del siglo XIX Gustave Doré, prolífico ilustrador francés, cuya obra se caracteriza por su extravagancia y onirismo, hace para Gargantúa y Pantagruel una serie de grabados realmente impresionantes, dejando ver una de las perspectivas más atinadas y bellas del universo de Rabelais. El ilustrador se caracterizaba por sus trabajos en obras infantiles, pero eso no fue impedimento para que realizará trabajos para obras de otras índoles. Por otra parte, en el ámbito musical se puede hablar de la banda británica de rock progresivo "Gentele giant" quienes desde su nombre lanzan un guiño al viejo Rabelais, pero eso no es todo. Se trataba de una banda surgida en los años 70s, en sus propias palabras su misión era "expandir las fronteras de la música popular contemporánea a riesgo de tornarse sumamente impopulares". Lo cierto es que la  agrupación ha sido una de las más originales y queridas de la escena progresiva, el riesgo que mencionan lo corrieron, ¡y vaya forma de hacerlo!. Incorporando instrumentos inusuales y sonidos experimentales, canciones que remiten a lo medieval, pero con un extraño sabor de modernidad alterada, explorando historias antiguas y tocando magistralmente. En su disco "Acuratting The taste" se puede encontrar como pieza abridora la canción "Pantagruels nativity" la cual comienza con un sintetizador lento, burlesco, como derritiéndose para dar entrada al poderoso tema, con un también poderoso e inolvidable riff; la letra trata acerca del nacimiento de Pantagruel, hijo de Gargantúa, quien se encuentra en un duro dilema, pues no sabe si reír o llorar a causa del parto; de un lado se encuentra la alegría de ver a su hijo nacer, pero del otro está la amargura de saber que su mujer murió en el proceso. El otro tema se encuentra en el disco "Octopus" y lleva por nombre "The advent of Panurge", haciendo referencia a el momento en que Pantagruel conoce a Panurgo, un pícaro y mujeriego personaje que se vuelve inseparable para los gigantes. Más tarde la banda trataría de insertarse en el gusto popular haciendo su sonido más digerible, menos ecléctico; su intento sería fallido, decepcionando del mismo modo a fanáticos como a aquellos que se acercaron a los trabajos producto de estos cambios. Actualmente tocan bajo el nombre de Three Friends y estuvieron a punto de venir a México, pero cancelaron por la demolición del teatro Blanquita, lugar donde se presentarían. En fin, no me queda más que invitar a que estos referentes sean consultados para deleite musical, visual y literario; también recomiendo ampliamente leer la obra original y dejarse empapar de la sana locura de Rabelais quien, a final de cuentas, fue médico. Se dice que escribió las aventuras de estos gigantes nobles para amenizar la situación e sus enfermos. Déjese curar, pues, al más antiguo estilo francés.



ANJ-

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