El cuento del jueves: Últimos
atardeceres en la tierra (Chile)
De
recesos tropicales y familias contrarias.
Las
vacaciones familiares siempre han sido espantosas. ¿La razón?, uno nunca hace
lo que quiere. El poeta visceral Arturo Belano* es el mártir que encarna dicha
situación durante un viaje con su padre; mientras que el viejo quiere ir a
buscar mujeres y alcohol, B sólo quiere leer sobre el poeta surrealista Gui
Rosey. ¡Padres!, nunca entienden nada. Últimos
atardeceres en la tierra es un cuento creado por la sorprendente pluma del escritor
chileno Roberto Bolaño. Integrante del libro Putas asesinas (2001), el cuento que protagonista nuestra entrada
de esta semana contiene elementos que valen la pena considerar si se ha pensado
en salir con el padre a vacacionar en alguna playa del Pacifico.
Al
referirnos al estilo narrativo de Últimos
atardeceres en la tierra, nos encontramos con un narrador omnisciente, el
cual posee características singulares. Al igual que en algunos otros de sus
textos**, Bolaño expone una narración que se inmiscuye en la intimidad de su
protagonista, dando paso a la reflexión sobre sus pensamientos e inquietudes a
lo largo de la historia. En contraposición a lo anterior, nuestro narrador
partirá de enunciados simples, casi científicos, y de un lenguaje frío que
contribuye al ritmo de la historia.
El
viaje vacacional que deciden emprender padre e hijo con destino al Acapulco de
1975, resulta la excusa perfecta para el desarrollo de la historia en nuestro
cuento. El choque generacional entre nuestro protagonista el veinteañero B y el
patriarca, resulta ideal para observar las conductas que expone cada uno.
Mientras que B desea pasar el tiempo inmerso en su lectura sobre poesía
surrealista mientras fuma y se enfrasca en pensamientos reflexivos sobre la
vida; el progenitor desea ir a bares, beber, divertirse y, por supuesto
conseguir algunas prostitutas. La contraposición de ambos personajes conduce al
lector hacía el fenómeno de los opuestos, éste será el detonante del final que
es anunciado por B mucho antes de su llegada.
.......... Antes de que su padre
se marche B le dice que se cuide. Su padre lo mira desde la puerta y le dice
que sólo va a tomarse un par de tragos. Cuídate tú, dice y cierra suavemente.” (Bolaño, 2001)
El
cierre de Últimos atardeceres en la
tierra, se encuentra directamente relacionado con él título mismo. A lo
largo de la trama nos encontramos con un especial énfasis frente a aquellas
descripciones que nos enfrentan con el atardecer, dicho patrón se repetirá en
diferentes ocasionales. Finalmente, cuando nos encontramos con los cuadros
finales, entre juegos de cartas, sexo oral y el presagio de la catástrofe, la
oración: Comienzan a pelear, permite
que al lector indagar en sus propias conclusiones sobre el destino del padre y
el hijo.
“No tardan otras
dos mujeres en acercarse a él. ¿Qué quieren tomar?, dice B. Su papá de usted es
muy simpático, dice una de ellas, la más joven, de pelo largo y negro, tal vez
la misma que me lo chupó hace un rato, piensa B. Y recuerda (o trata de
recordar) escenas en apariencia inconexas: la primera vez que fumó en su
presencia, a los catorce años, un Viceroy, una mañana en que los dos esperaban
la llegada de un tren de carga en el interior del camión de su padre y hacía
mucho frío; armas de fuego, cuchillos; historias familiares. Las putas beben
tequila con coca-cola. ¿Cuánto rato estuve afuera vomitando?, piensa B. Parecía
moto, dice una de las putas, ¿quiere un poquito? ¿Un poquito de qué?, dice B
temblando pero con la piel fría como un témpano. Un poquito de mota, dice la
mujer, de unos treinta años, el pelo largo como su compañera, pero teñido de
rubio. ¿Golden Acapulco?, dice B dando un trago de tequila mientras las dos
mujeres se le acercan un poco más y le acarician la espalda y las piernas.
Simón, para tranquilizarse, dice la rubia. B asiente con la cabeza y lo
siguiente que recuerda es una nube de humo que lo separa de su padre. Usted
quiere mucho a su papá, dice una de las mujeres. Pues no tanto, dice B. ¿Cómo
no?, dice la morena. La que atiende la barra se ríe. A través del humo, B
observa que su padre da vuelta la cabeza y durante un instante lo mira. Me está
mirando con una seriedad de muerte, piensa. ¿Te gusta Acapulco?, dice la rubia.
El local, sólo en ese momento lo percibe, está semivacío. En tina mesa hay dos
tipos que beben en silencio y en la otra están su padre, el ex clavadista y los
dos desconocidos jugando a las cartas. Todas las demás mesas están desocupadas.”
(Bolaño, 2001)
La
guía básica vacacional, propuesta por el excéntrico chileno con lentecillos
circulares, deja elementos claros: Un libro de poesía, un espíritu de apertura
y un distanciamiento hacia la familia. Sólo así la proximidad hacía un cierre
que nos permita observar los Últimos
atardeceres en la tierra será cada vez más cercano, tal como el contacto de
una desconocida arrodillada en la oscuridad.
Isadora
Cabrera.
*Tenemos el placer de presentar, a
nuestro estimado lector, el alter ego del escritor Roberto Bolaño. Personaje que
ha realizado diversas apariciones en sus obras. Al igual que en otras de sus
creaciones, en Últimos atardeceres en la
tierra Arturo Belano será identificado como B.
**Invitamos
a comprobar nuestra afirmación con la lectura del cuento Llamadas telefónicas o, en caso de presentar interés en textos con mayor extensión, Estrella distante y Los detectives salvajes.
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