jueves, 7 de abril de 2016

Divagaciones en la Geografía Metafísica: Cuentos de Terror


Dicen que salen por la noche, cuando todo se ha quedado oscuro, haciendo ruidos de pasos pesados y respiraciones sonoras; hacen crujir las escaleras, arrastran muebles, arañan las paredes y repentinamente apagan luces; generalmente no se dejan ver, pero algunas personas dicen haberlos visto e incluso hablado con ellos. A estas presencias sobrenaturales solemos llamarlas fantasmas y, aunque muchos permanezcan escépticos dado que su existencia no ha sido probada, deben saber que en la Friendzone los fantasmas son entes reales. Sin embargo, con el término fantasma no nos referimos exactamente a alguien que ha muerto cuya alma se resiste a abandonar la zona de amigos, sino a personas vivas cuya amistad ha muerto durante o a causa de su caída en esta falla de la geografía metafísica. Si les gustan las historias de miedo, apaguen las luces y acompáñenos: bienvenidos a la Friendzone…

Antes de convertirse en fantasmas, esas personas descendieron a la Friendzone de la misma manera que todos llegan aquí, es decir, al no ser correspondidos. La tristeza, las dudas y el dolor no son lo peor del desamor, sino las semillas de resentimiento que deja en los corazones heridos; el problema empieza cuando estas semillitas reciben los nutrimentos que necesitan para germinar, como enojo o celos hacia la persona que los rechazó. Si estos malos sentimientos no se desechan pronto, empiezan los primeros brotes de odio, el cual no sólo erosiona el terreno blando del corazón, sino que es nocivo para la amistad.

¿Por qué odiamos? El odio es absurdo, la manera en que funciona se explica perfectamente en una frase de Internet (de dudosa fuente) que dice que es como tomar veneno y esperar que la persona odiada sea quien muera. Aun así, es fácil dejar que estos sentimientos se apropien de nuestro corazón porque, al igual que la maleza, crecen de forma natural y no necesitan muchos cuidados. Un corazón enfermo se manifiesta en miradas duras, palabras o comentarios hirientes, discusiones exaltadas o en un silencio forzado (la famosa ley del hielo) que poco a poco deshace los lazos que unen a dos amigos. El odio no tiene límites, por lo cual los casos más graves pueden incluso desembocar en venganza y traición, acabando con la amistad definitivamente.

Dejar de ser amigos es una salida falsa de la Friendzone. Odiar a alguien es como cargar su cadáver a cuestas a dónde sea que vamos, lo cual no sólo resulta inconveniente e innecesario, sino también agotador. Es por eso que, aunque las personas se van de la zona de amigos, una parte de ellos se queda atrapada, haciendo ruidos tenebrosos, pisando fuerte y quejándose lastimosamente. Creen que sus corazones rotos han cicatrizado y que están curados, pero en realidad su herida se ha llenado de pus y yerbas malas que no la dejan sanar. Sus fantasmas rondan las noches tenebrosas de la Friendzone, penando con un dolor más grande que el del amor no correspondido: el de la amistad perdida. 


No necesitamos un médium o un psíquico para comunicarnos con las almas en pena de la Friendzone y decirles que llegó la hora de quitarse las sabanas de la cabeza: ¡hagan su resentimiento a un lado y dejen que amanezca un nuevo día! La Friendzone no es un panteón ni una casita de espantos, por más temido que sea terminar aquí. Así que, no dejen que su amistad muera a causa de una decepción amorosa, no vale la pena, el amor no es tan genial como parece cuando nos empecinamos en encontrarlo; si desesperamos en la búsqueda, estaremos sembrando las primeras semillas de rencor que podrían dañar nuestro corazón en el futuro. Si conservan a sus amigos siempre tendrán a alguien a quien amar, porque querer no es malo, lo verdaderamente malo es el odio.


Ana Laura Bravo

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