El cuento del jueves: El
día que terminó mi niñez (Cuba)
De mentiras
mágicas y verdades paternales.
No
existen los Reyes Magos, tampoco el Ratón de los Dientes, sus padres compraban
los regalos y colocaban el dinero bajo la almohada. No hay súper héroes y a su
mascota de la infancia la atropelló un camión. Su amigo imaginario jamás fue
real, usted hablaba sólo. El partido de fútbol, con piedras como portería, era
basura y sus dibujos con crayola parecían vomito. Le mintieron si le han hecho
creer lo contrario, su infancia fue una enorme farsa…
¿Cuántas
líneas son necesarias para hacer llorar al niño interior de un lector? Para la
pluma maestra del cubano Guillermo Cabrera Infante, basta con un diálogo. El día que terminó mi niñez, cuento del
libro Así en la paz como en la guerra (1960),
posibilita un análisis singular. En esta ocasión hemos optado por enfrentar dos
mundos: el mundo infantil y el mundo adulto. Después de una cuba
libre*, sólo uno se mantendrá en pie.
“[...] Sentí pena, rabia, ganas
de llorar y ansias de hacer algo malo. Sentí el ridículo en todas sus fuerzas
al recordarme mirando al cielo en busca del camino por donde vendrían los Reyes
Magos tras la estrella […] Eso o algo parecido fue lo último que dijo, luego
agregó: "Mi niño", pero yo sentí que no era sincera, porque esas
palabras no le correspondían: yo no era ya un niño, mi niñez acababa de
terminar." (Cabrera Infante, 1960)
Nuestra
historia comienza tres días antes del seis de enero**, en una ciudad cerca del
mar. Los paisajes tropicales-cubanos que se exponen dentro del cuento son
presentados a partir de una narración en primera persona. Silvestre, nuestro
pequeño protagonista y narrador, expondrá los acontecimientos que desencadenan
en la fatídica víspera a la llegada de los Reyes Magos. Cabrera Infante juega
con las impresiones infantiles. Mezclando los espacios adultos con la visión
del niño, logra una trama rica e interesante.
“Estuvimos jugando
toda la tarde y no gané ni una sola vez. Mi hermano sacaba la cabeza del
refugio cada vez y disparaba su "pistola" —dos pedazos de madera
clavados en ángulo— a diestro y siniestro. Yo no sabía bien lo que era un
avestruz, pero había visto su figura en unas postalitas de animales que
coleccioné una vez y no podía dejar de pensar en la similitud del cuello de mi
hermano, estirado por sobre cualquier parapeto que nos ocultara, muy semejante
al pescuezo del avestruz en la litografía. Regresamos tarde y cansados” (Cabrera Infante, 1960)
Para
nuestro narrador de ocho años, su rol como infante de familia es muy claro: Un niño sabe más de lo que piensan los
mayores, pero él también conoce el doble juego y sabe qué parte le toca. El
mundo del mayor golpea con fuerza, sin embargo el pequeño Silvestre se defiende
y apunta: Todavía faltaban muchos años para hacerme hombre,
así que debía seguir fingiendo que era un niño. Entonces, ¿quién ha ganado la batalla legendaria
dentro del hogar?, ¿pequeños o mayores?, para El día que terminó mi niñez, irónicamente, la cruel realidad adulta
no imposibilita seguir siendo niño. Un niño sin niñez.
Isadora
Cabrera.
*Invitamos
a nuestro estimado lector a disfrutar el cóctel cubano resultante de la mezcla
del ron con refresco de cola, mientras lee esta entrada.
** En varios países de
Hispanoamérica existe la costumbre adoptada de los españoles de que los niños
reciban regalos de los Reyes Magos, bien en la víspera, es decir, a la
medianoche del 5 de enero, o en la mañana del 6 de enero.
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