miércoles, 6 de abril de 2016

Sobre insectos y arácnidos, reflexiones de un simple hombre: Medievo



                ¿Por qué será que a pesar de que en éstas columnas se habla puramente de insectos, ahora en el título de la presente en éste momento se menciona “Medievo”? Ésta pregunta se puede responder teniendo en cuenta cuatro conceptos de aquella época, usados para mostrar diferentes etapas del cortejo utilizados por los poetas medievales, y de esa forma relacionarlos con la reproducción de éstos pequeños seres. Y claro que todo esto lo explicaremos más a fondo mientras avancemos poco a poco en la columna, pues de esa forma podremos dar varios ejemplos totalmente necesarios para contemplar de forma adecuada la relación mencionada.

                Como primer concepto a mostrar tenemos el de “Fenhedor”, o suspirante, el cual aplica a una persona que mira y contempla la belleza de una damisela que por diversos factores aquel no puede alcanzar; concepto que no se relaciona bastante al mundo de los insectos, teniendo en cuenta de que estos no tienen ninguna concepción de belleza, por lo que sería prudente continuar al siguiente. “Pregador” o suplicante sería la siguiente etapa, en la cual el poeta trata de engatusar a la dama con poemas dedicados en su nombre; cosa que como en el pequeño mundo de éstas pequeñas bestias siempre ocurre, pues ya sea un escarabajo que recoge la mejor pila de excremento para su hembra, dos machos dando una demostración de fuerza en una pelea sobre las hojas de los árboles y así demostrar su superioridad o, moviéndonos de especie a la mayoría de los arácnidos, tocando cuidadosamente, como de un instrumento celestial hablásemos, la tela de la araña y no solo así demostrar su capacidad, si no evitar la muerte al acercarse a aquella.

                Pero incluso y a pesar de todo el trabajo duro que realicen, tanto los poetas medievales como los insectos, la lucha por conquistar a la dama/hembra, no acaba con demostraciones de maestría en aquel talento particular de cada especie mencionada, si no que éstas solo serán las que ayuden a aquel que desea el cuerpo de la hembra a acercarse lo suficiente como para poder tocarla. En el caso del poeta: el primer beso; en el caso de los insectos y arácnidos: la inminente lucha contra la hembra para comenzar la reproducción.

                Ahora entramos a la etapa más peligrosa y casi temida por aquellos que observan simplemente al como ocurren las cosas. “Drut” o el amante carnal, después de tanta lucha por la hembra, el primer contacto que puede resultar una tremenda tortura por la incertidumbre al futuro; se inicia al fin el acto sexual, en donde cualquiera de las especies mencionadas, incluido el poeta, están en riesgo de muerte, la cual está asegurada para los arácnidos y dividida en altos porcentajes para los machos de los insectos. El sexo y la muerte están estrechamente ligadas en ésta etapa, pues  los poetas visitan a sus señoras a espaldas de los maridos de ellas, los arácnidos se sacrifican para nutrir a sus próximos descendientes y algunos insectos mueren por la simple ira de la hembra fecundada, pero el final casi siempre será igual si hay un descuido.

                ¿De qué forma ahora veremos a los poetas medievales si no es como criaturas de seis a ocho patas? Pues si bien, la relación entre éstas no se cumple expresamente con todas las especies de insectos que hay allá afuera, los exponentes son más que los necesarios como para no solo señalar a aquellos poetas como insectos, si no como a todos nosotros, que ponemos todos nuestro esfuerzo para engatusar al contrario de diversas formas, para a veces solo lograr ganar el permiso de continuar y dar el primer beso, para al final, y en los casos menos agradables, morir gracias a un corazón roto después de una única ves copular con quien se pudo haber llegado a pensar que se pasaría toda la vida. 

             Por: Aldo Arteaga Estrada



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