jueves, 14 de abril de 2016

Divagaciones en la Geografía Metafísica: palabras que no alcanzan

Téngase en cuenta siempre que el lenguaje es pobre, limitado, en proporción con la riqueza infinita de los pensamientos, los sentimientos y las vivencias [...] la expresión lingüística no es más que una traducción aproximada...
Martín Vivaldi: Curso de Redacción.


Una historia de la vida real: Hace un par de años, mi mejor amiga tomó un curso de inglés en Estados Unidos en el cual convivió con estudiantes del idioma de diferentes países, entre quienes destacaba (al menos para ella) un guapo chico italiano. Al parecer, ella también destacó para él ya que buscaba sentarse cerca de ella y la miraba interesado. Sin embargo, cada vez que se encontraban en uno de esos lugares que solían frecuentar después de clases, mi amiga se acercaba a saludarlo y él respondía "ciao", tras lo cual mi amiga se desanimaba y se iba asumiendo que él tenía algo que hacer o que no quería hablar con ella en ese momento. Un día el chico italiano se cansó de la situación y le preguntó a mi amiga por qué lo evitaba. Entonces descubrieron el problema, la falla de traducción: en italiano ciao no sólo significa adiós, sino también hola, así que todo ese tiempo el chico italiano estuvo tratando de acercarse a mi amiga mientras ella pensaba que él trataba de evitarla. Hoy es un malentendido del que ambos se ríen.

Algo similar ocurre con la expresión “te quiero, pero sólo como amigos”, una frase por demás trillada y por demás temida, la cual no es un adiós para siempre, sino otra forma de decir bienvenido a la Friendzone. De hecho, la Friendzone misma está siendo malinterpretada puesto que su significado textual es zona de amigos, un lugar para los amigos, y ser amigos no es una desgracia; quizás nos hemos empecinado tanto con ser algo más que le hemos restado valor a la amistad. Al menos por esta ocasión le toca el turno a los de afuera, a los que rechazaron, a los que pronunciaron la terrible sentencia: “te quiero, pero sólo como amigos”. Escucharla puede ser doloroso, pero decirla puede ser más difícil de lo que imaginamos.

¿A qué le temen los de afuera cuando nos rechazan? En otras ocasiones hemos hablado del miedo al compromiso (un miedo absurdo  pero perfectamente humano), aunque también existe el miedo al cambio, entre los cuales aparece el miedo a perder un amigo.  Sí, leyeron bien: miedo a perder un amigo. Tal vez no aprovechar la oportunidad de conocernos más allá de una relación de amistad sea un error de esa persona; no obstante, ser querido “como amigos” también es la posibilidad de amar a alguien de una de las maneras más nobles en que se puede amar entre personas. En otras palabras, lo que nuestro amigo o amiga quiere decir con la mentada frase “sólo como amigos” no significa “vete al otro lado del mundo y desaparece de mi vida” sino todo lo contrario: “no te vayas aunque no pueda quererte de la misma manera que tú me quieres”.

Quedarse afuera mientras su mejor amigo o amiga desaparece en las profundidades de la Friendzone tampoco es una experiencia agradable. Al ser quien rechaza al otro, uno empieza a cuestionarse si fue lo correcto, si acaso lo lastimo o si uno mismo propició que la relación subiera de nivel hasta ese punto sin retorno aparente en que la amistad se precipita por un barranco; a veces se experimentan sentimientos de culpa o remordimiento, aunque en realidad los desencuentros amorosos no sean más intencionales que un accidente. Si la confusión es muy grande, uno llega a dudar incluso de su propia capacidad para amar. “Te quiero como amigo” puede ser otra forma de decir “de verdad te quiero, de la manera incorrecta pero de verdad”.

¿No basta con ser amigos? ¿No es basta el tiempo, las conversaciones y todas las experiencias juntos? ¿Realmente necesitamos más que eso para ser felices? El mundo lo ha tergiversado todo. Dos personas que se quieren pueden quererse mucho, intensamente, sin tener que ser más que amigos. Al igual que en la historia de mi mejor amiga, entender el “sólo como amigos” como un simple adiós es darle un final prematuro a una relación sin considerar todas las posibilidades. Enamorarse no es el problema, pero únicamente al aprender a dar a cada persona el amor que necesita de nosotros podremos ser capaces de entender todos los idiomas del corazón. No es una cuestión de lingüística, sino que se trata de aguzar el oído y escuchar esas partes que no se alcanzan a decir con palabras. “Te quiero como amigo” nunca será suficiente para expresar todo el miedo y todo el amor que implica rechazar a un amigo. 

Ana Laura Bravo

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