Iba a ayudarte, pero después no quise
(No confíes en la P---- del apartamento 23)
“Te pedí algo. No sé qué comen las mujeres.”
“Cariño, no comemos. Vivimos en cuevas, tenemos el período hasta que podamos tener sexo con el primer tipo que nos compre un vino y nos recuerde a nuestro padre”.
-James Van Deer Beek a Busy, Don’t Trust the B---- in Apartment 23, Temporada 2, Capítulo 1 “A Reunion”, Minuto 14:01
Apartment 23 es como la obra del último poeta
maldito, Charles Bukowski: se le puede amar u odiar. No hay intermedio y es
inevitable escoger uno de los dos lados, porque es una preferencia difícil de
ocultar. Así se crea esta dicotomía en la opinión popular, al pensar que el cinismo,
la comedia cruda y el sentido común pesado y cosmopolita puede ser la
manifestación de la genialidad en persona o una perfecta oda al mal gusto. La serie americana creada por Nahnatchka Khan (American Dad!, Malcolm in the Middle), instituida por la cadena ABC,
se condujo en pleno 2013 con la polémica e inexistente tercera temporada, la increíble
sensualidad de Krysten Ritter (Jessica
Jones, Breaking Bad) y estas críticas encontradas, ante la posesión de un discernimiento
vago al momento de pensar más allá de lo que se puede ver. Después de unas
cuantas semanas de terminar con la segunda temporada, es fácil reconocer esa
tenue sensación de vacío y recaer en la conclusión de que uno termina encantado
de odiar tanto a la serie. A continuación intentaré expresar el porqué de ello.
June
Colburn (Dreama Walker: Sex and the city,
The good wife) es una joven adulta, acaba de terminar su vida como
estudiante y dado que su mayor sueño era trabajar en Wall Street, renta el
apartamento 23 de cierto edificio anunciado en el periódico, poco después de hablarlo
con quien sería su compañera y la peculiar It girl de la serie, Chloe (Ritter). En el mismo día de su cumpleaños, June
ha perdido su añorado empleo, no tiene dinero y al volver a su nuevo hogar
descubre a Chloe y a su prometido teniendo sexo sobre su pastel. Por muy
curiosa que sea la situación, la misma June termina afirmando este desastre
como lo mejor que le ha pasado. Definitivamente la ciudad de Nueva York es un
monstruo para una provinciana buena gente, pero como tal, June no se considera
una víctima en la trama, sino una mente provechosa y optimista, la cual se vale
principalmente de su lado contrario, la zorra/perra/bitch del apartamento en donde ambas subsisten. Aunque la trama es
copiosa, June aprende a vivir por y para ello, sin amedrentarse por cualquier
aprieto en que Chloe las meta. En el proceso van a encontrarse con muy buenos
amigos, como James
Van Der Beek (interpretándose a sí mismo; Dawson Creek) compañero fiel en las parrandas de Chloe; y Mark (Eric André) compañero
de trabajos de June y quizá algo más.
De momento, estas reseñas nunca han intentado persuadir a
alguien de consumir las 6 series que han sido tratadas, sin embargo, se puede
esperar cierta reflexión recíproca sobre las mismas, para un asiduo conocedor
del tema o sólo un curioso que viene de camino, que tal vez se equivocó y dio click a la columna equivocada. Después de este pequeño encuentro con la
historia, el agradabilísimo lector tal vez se pregunte si acaso la
historia gira en torno a estas dos chicas banales, con problemas burdos y la
mala comedia que un actor puede ofrecer al actuar bajo su nombre propio. Y no,
el trasfondo que ofrece esta comedia norteamericana, tan repetitiva y cansina,
en realidad se encarga de entregar un enorme significado a lo largo de los 26
capítulos emitidos: el feminismo en estado puro. No, no aquel “movimiento” que
la gente de pocas luces se ha encargado de hundir, al punto de llamar a estas
pseudo feministas “feminazis”. Es una
chica frente a su futuro soñado desmoronándose y el proceso de aprendizaje con
la otra, a la que le vale un reverendo carajo la vida; concluyendo con su difícil
relación en donde se trata constantemente de equilibrar sus personalidades.
A su vez, bajo esta hermosa perspectiva de poder femenino (ja
ja), las cosas pésimas no pueden faltar. En ciertas escenas se percibía la
molestia o incomodidad al presenciar momentos racistas, discriminación a
enfermos/discapacitados, el pisoteo a empleados de forma deliberada y la sinvergüenza generalizada. Como para dejar claro: esta no es una serie familiar, de ninguna manera; todo lo reprobable está a la orden del día: los desnudos, las escenas de sexo, las ganas de molestar o de causar polémica "porque sí", la falta de profundidad en los personajes secundarios y un largo etcétera. Hay una escena donde literalmente se minoriza a Mark por ser negro y lo peor es que él mismo lo dice, es un personaje constantemente olvidado por los demás y (spoiler) no es hasta finales de temporada que June le da una mísera oportunidad para hacer evolucionar su relación, un fracaso inminente a fin de cuentas. Y no se diga del reproche y constante "bullying" hacia la madre de Chloe, tanto por parte de ésta como del resto de su familia, sólo por ser paralítica. En su defensa, estos personajes podrían existir como una crítica a la sociedad real y para reflexionar sobre la manera de actuar del personaje principal, la zorra.
"Si tuviera tiempo para preocuparme por cada persona que me admira, me imita y me acosa, no tendría tiempo para ser mi fabuloso yo" |
9/10
Nadia B A
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