La Condesa
Sangrienta.
El deseo más oscuro en el corazón del humano es la
eternidad, el no morir y permanecer en un estado de perpetúa salud sin ser
atormentado por los dolencias del tiempo. En la búsqueda de la inmortalidad, la
eterna juventud, el hombre ha intentado y fallado innumerables veces, ejemplos
de ella son La fuente de la eterna juventud, la alquimia, el uso de
medicamentos para alargar la vida y, en la actualidad, las cirugías estéticas.
Pero, en ocasiones, con el afán de
poseer la vida eterna, el hombre ha sobrepasado el límite de lo moral, convirtiéndose
en un ser escalofriante. De igual manera, La Condesa Sangrienta buscó la
inmortalidad, pagándola con sangre.
Erzsébet Báthory fue una Condesa húngara en el siglo
XIV, quien es conocida como la Condesa Sangrienta por los asesinatos de
aproximadamente 630 mujeres. Es reconocida como la mayor asesina de la Historia
por la cantidad de víctimas que tuvo. Sobre los asesinatos atribuidos a la húngara,
existe el mito que fueron cometidos bajo la creencia popular de que en la
sangre existía el poder de la inmortalidad y por la obsesión de la Condesa por permanecer
joven y bella.
El mito de Báthory dice que en su juventud, la noble
se vio rodeada de supersticiones sobre el poder que poseía el vital líquido
rojo. Esas historias eran contadas por su vieja nodriza, al mismo tiempo que
arreglaba la apariencia de la joven Erzsébet para que se viese bella e
impecable. Pero el resultado de estas creencias no vería luz hasta que la
Condesa cumpliese más de cuarenta años, hubiese perdido a su esposo y se
encontrase viuda y vulnerable.
Se dice que todo comenzó por un accidente, la Condesa
había golpeado a una sierva porque ésta le había lastimado mientras le
arreglaba el cabello. El golpe había hecho sangrar a la sierva y el líquido
vital había manchado la piel de la noble. La Condesa creyó notar que la sangre
había rejuvenecido su piel, por lo que ordenó hacer desangrar a la asustada
sierva y, posteriormente, ser bañada con el vital líquido. Desde ese momento,
Bathory comenzaría la cacería de jóvenes para bañarse en su sangre. Algunas
variantes del mito dicen que también bebería la sangre en ocasiones, creyendo
que esa práctica preservaba su buena salud. Se tiene el testimonio de que se rodeó
de brujos para ser asistida en su búsqueda de la eterna belleza.
Después de seis años de sangrientas prácticas, Báthory
fue llevada ante la justicia junto a los brujos y sirvientes que fuesen sus cómplices.
Al ser una noble, ella no sufriría pena de muerte. En cambio, pasó los últimos
cuatro años de su vida encerrada en una habitación donde no había luz y sólo
existía el contacto al exterior por una rendija por la que le pasaban sustento.
Su obsesión por no envejecer le convirtió en un personaje de pesadillas que
atormentaría el territorio en el que había vivido durante el periodo de
asesinatos de Erzsébet y después de la muerte de ella. Su falta de escrúpulos y
sus sanguinarios actos la hacen inmortal en la memoria como una mujer que hizo
lo que creyó necesario para conseguir la vida eterna.
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