sábado, 20 de febrero de 2016

Cajón de sentidos ochentanianos para viajeros

He escuchado varios cassette en mi walkmam ya; es hora de meter mano de nuevo en mi cajón y ver que otra memoria está a la espera de ser recordada, de ser vivida otra vez. He sacado una fotografía, tomada por una cámara Polaroid seminueva que conseguí por unos cuantos euros en un bazar de la ciudad de Berlín. Fue difícil hallar una, pero tenía que capturar un momento icónico que marcó la vida de Alemania y sus habitantes para siempre.



Tal vez no podamos imaginar vivir en un país dividido, en un país con fronteras internas, donde cruzarlas signifique en muchos casos: la muerte. Los alemanes lo saben muy bien, ellos tienen una historia, una que merece la pena ser contada, una de la cual hablaré a continuación. Remontémonos a la segunda mitad del siglo XX. Después de la Segunda Guerra Mundial y durante la Guerra Fría, Alemania quedó dividida en cuatro sectores: soviético, francés, inglés y estadounidense. Para el 49, debido a las diferencias que tenía el convivir de diferentes modelos políticos y económicos, Alemania llegó al punto de tener dos monedas dos sistemas sociales y políticos, dos ideales y finalmente dos Alemanias: la RDA (República Demócrata Alemana) en oriente, conformada por la Unión Soviética y la RFA (República Federal Alemana)que incluyó a los sectores controlados por EE. UU., Inglaterra y Francia. 

A partir de aquella división, todo fue empeorando, esta frontera interna era vigilada y controlada con mucho celo, la RDA (socialista) tenía personas cientos de miles de obreros cuyos lugares de trabajo se encontraban del lado de la RFA (capitalista). Cabe mencionar algo importante en el tema económico, del lado de la RDA los costos de suelo, vivienda, etc. eran de bajo poder adquisitivo, es decir, era barato vivir en oriente; en cambio, del lado de la RFA era lo contrario, pero con la ventaja de que el trabajo pagaba mejor en occidente. Asimilando ese contexto es fácil deducir una alerta de problema; un problema gigante. La RDA sufrió un declive económico, en cambio la RFA tenía un auge y vivía en plena prosperidad; haciendo que no miles, ¡millones! de personas migraran de oriente a occidente en poco tiempo. El lado Soviético se dió cuenta de que los ciudadanos se aprovechaban de su economía, razón de su retroceso, así que puso en marcha un plan para solucionar aquella situación.

Cierta noche del 61 (12 de agosto), autoridades de la RDA comenzaron la construcción de un muro "provisional", una alambrada de 155 kms de largo, y el cierre de 69 de los 81 puntos de controles fronterizos, dejando así sólo 12 "libres". Con ello, en la mañana que procedió a aquel ultraje se vieron afectados el transporte público y los trabajadores que laboraban del otro lado. Con el paso del tiempo el muro se desarrolló a manera de ser viviente, crecía alimentándose del trabajo de los hombres; creció tanto como miden cuatro metros, este monstruo tenía piel de hormigón, músculos de ladrillos, ligamentos de concreto, huesos de cables de acero; en u parte superior tenía bordes curvos para que todo aquel que intentara escalarlo no pudiera sostenerse y callera. Ser tan maligno no se vió desde Hitler. No contento con su altura, también quiso crecer a lo ancho, creció por capas "la franja de la muerte", conformada por una alambrada de púas rodeada de zombies come cerebros, un foso de cocodrilos del Nilo escupe veneno mortal, sistemas de alarma en coches bomba, una linda carretera vigilada por guapos policías que regalan dulces a extraños, armas automáticas de lo mas variadas, cañones de hombres bala, fechas de buen roble, cerbatanas y metralletas; torres de vigilancia con verdugos y patrullas con perros gigantes de tres cabezas que lanzan rayos láser. Las buenas barricadas como siempre digo (dije yo nunca), las construyen los chinos y los alemanes.

Después de 28 años con miles de intentos de escape, unos fallos, muchos exitosos; por fín el 28 de noviembre de 1989 ocurrió lo más anhelado, después de que Alemania ganará el mundial, claro; ver al muro caer. Pasaron muchas cosas oportunas para que eso sucediera, desde mayo del mismo año cuando se abrieron las fronteras con Austria y Hungría, muchos ciudadanos de oriente huyeron como refugiados hacia ellos, hacia las embajadas de la RFA. Todo este acontecimiento generó marchas, protestas y manifestaciones por los ciudadanos de la RDA. Justo el día de la caída hubo una conferencia de prensa con el miembro de la RDA Günter Schabowski en la que se hablaba prontos reconciliamientos y mayor tránsito en los puntos de control, pero al preguntársele cuándo entraría en rigor aquello, no supo contestar y solo dijo -De inmediato; cosa que ocasionó un caos eufórico entre los ciudadanos de oriente, pues tomaron aquella declaración al pie de la letra y empezaron a aglomerarse en los puntos de control, rasguñando y mordiendo el muro, luchando por cruzar; cayó así una primera placa de aquella muralla. Alemanes de occidente ya los esperaban del otro lado, enterados por la noticia, recibiéndolos con besos, abrazos y el contento de poder ver de nuevo a sus familiares y amigos después de 28 eternos y largos años. Alemanes mezclados homogéneamente empezaron a empujar y tirar más bloques del muro, después del éxodo todos querían un trozo de recuerdo. Lo que queda del muro es una fracción mínima, convertida en lienzos artísticos que representan una historia que Alemania atesorará con cierto rencor pero a la postre con el alivio de ser libres al fin.

"Anoche, el pueblo alemán fue el más feliz del mundo"
Walter Momper: Alcalde de Berlín occidental, 
29 de noviembre de 1989.

Jessica Fortanell N.


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