El cuento del jueves: Corazones
Solitarios (Brasil)
De secretos en revistas y amores sobre letras.*
Hoy terminamos
de limpiar el escritorio. Hubo que desinfectar con cloro y Marx**. La película
de Julia Roberts tenía cuatro cigarrillos sabor cereza encima, los instructivos
para llorar y las letras de poesía eres
tú…, estaban llenos de me gusta
cuando callas… La novela con nombre de enfermedad en el estómago, sonreía
pretenciosa bajo el florero vacío y, frente a éste, el papel color azul con la
mentira escrita: te extraño, estaba gastada
por tanto ser vista. Acabamos medio idiotas, la gente se pone mal en estas
fechas, lo admitimos, también caímos. Caímos bien bajo.
“Trabajaba yo en un diario popular, como reportero de la
sección Policiales. Hacía mucho tiempo que no sucedía en la ciudad un crimen
interesante, involucrando a una rica y linda joven de la sociedad, muertes,
desapariciones, corrupción, mentiras, sexo, ambición, dinero, violencia,
escándalo. […] La cosa es cíclica; cuando menos se lo espera, estalla una de
aquellos escándalos que dan material para un año. Está todo podrido, a punto.
Sólo hay que saber esperar. Antes del estallido me despidieron.” (Fonseca,
1975)
…
“- ¿Ya leíste Mujer? -preguntó
Peçanha.
Admití que no. Me gusta más leer
libros.
[…] - Mujer no es una de esas
publicaciones acarameladas para burguesas que hacen régimen. Está hecha para la
mujer de clase C, que come arroz con porotos, y a la que no le importa
engordar. Dale un vistazo.
Peçanha me tiró un ejemplar del
diario, Formato tabloide, titulares en azul, algunas fotos fuera de foco,
fotonovelas, horóscopo, entrevistas con artistas de televisión, corte y
confección.
-¿Serías capaz de hacer la
sección De Mujer a Mujer, nuestro consultorio sentimental? […]” (Fonseca, 1975)
El espacio femenino-ficticio que identifica a las
páginas de la revista Mujer se
contrapone al espacio masculino-realista que se presenta en las oficinas de la
misma. Nuestro personaje principal, cuyo verdadero nombre jamás nos es revelado
pero que será conocido como Dr. Nathanael
Lessa, juega en contra de esta dualidad establecida. Su visión masculina
intentando adaptarse a las normas femeninas-ficticias que requiere su sección,
se verá reflejada en sus primeras cartas, las cuales serán rudas, irónicas y un
tanto polémicas.
“- Nathanael Lessa.
- ¿Nathanael Lessa? - dijo
Peçanha, sorprendido y chocado, como si hubiese dicho una mala palabra u
ofendido a su madre.
- ¿Qué tiene? Es un nombre como
cualquier otro. Y estoy rindiendo dos homenajes.
Peçanha pitó el habano, irritado.
- Primero, no es un nombre como
cualquier otro. Segundo, no es nombre de Clase C. Aquí sólo usamos nombres del
agrado de la Clase C, nombres lindos. […] finalmente la irritación de Peçanha
había ido aumentando gradualmente, como si estuviese sacando un cierto provecho
de ella- aquí nadie, ni yo mismo, usa seudónimo masculino. ¡Mi nombre es María
de Lourdes! Miré otra vez el diario, incluso el equipo editorial. Sólo había
nombres de mujer. […] Aquí ellas se sienten dueñas de su nariz, confían en uno,
como si fuésemos todas comadres” (Fonseca, 1975)”
…
“Estimado
Dr. Nathanael Lessa: Tengo veinticinco años, soy dactilógrafa y virgen.
Encontré a este muchacho que dice que me ama mucho. Trabaja en el Ministerio de
Transportes y dice que quiere casarse conmigo, pero que primero quiere probar.
¿Qué piensa? Virgen Loca, Parada de Lucas. Respuesta: Fíjate bien, Virgen Loca,
pregúntale qué es lo que va a hacer si no le gusta la experiencia. Si dice que
te deja, entrégate, pues es un hombre sincero. No eres grosella ni sopa de
verdura para que tengas que ser probada, pero, hombres sinceros quedan pocos,
vale la pena intentar. Fe y mantente firme.”(Fonseca, 1975)
La “mejora” de las cartas en la
sección De Mujer a Mujer o bien su
adaptación al objetivo y público de la revista, permite que nuestro estimado
“doctor” pase a convertirse en la escritora de las fotonovelas, Clarice Simone. Nos encontramos,
nuevamente, con la conversión de la oposición por parte de nuestro protagonista
hacía lo establecido; una búsqueda de innovación, encuentra su freno en la
realidad. “¿Dónde voy a conseguir […] los
dos jóvenes rubios esbeltos de ojos azules? Nuestros artistas son todos medio
mulatos.”, la fotógrafa Mónica Tutsi
apunta: ¿Cómo nos venden el
amor?, ¿Cómo es en realidad?
“Un niño rico es robado por los
gitanos y lo dan por muerto. El chico crece pensando que es un gitano
verdadero. Un día encuentra a una muchacha riquísima y los dos se enamoran.
Ella vive en una fastuosa mansión y tiene muchos automóviles. El gitanillo vive
en una carreta. Las dos familias no quieren que se casen, Surgen conflictos.
Los millonarios mandan a la policía a apresar a los gitanos. Uno de los gitanos
es baleado por la policía. Un primo rico de la muchacha es asesinado por los
gitanos. Pero el amor de los dos jóvenes enamorados es mayor que todas esas
vicisitudes. Resuelven huir, romper con sus familias. En la fuga encuentran a
un monje piadoso y sabio que consagra la unión de los dos en un antiguo,
pintoresco y romántico convento en medio de un bosque florido. Los dos jóvenes
se retiran para la cámara nupcial. Son lindos esbeltos, rubios de ojos azules.
Se sacan la ropa - ¡Oh! - dice la chica -, ¿qué es esa cadena de oro con
medalla salpicada de brillantes que tienes en el pecho? - ¡Ella tiene una
medalla igual! ¡Son hermanos! - ¡Tú eres mi hermano desaparecido! –grita la
joven. Los dos se abrazan.” (Fonseca, 1975)
…
“Roberto y Betty están comprometidos
y van a casarse. Roberto, que es muy trabajador, economizó dinero para comprar
un departamento y amueblarlo, con televisión en colores, combinado, heladera,
lavarropas, enceradora, licuadora, batidora, máquina de lavar platos,
tostadora, plancha automática y secador de cabellos. Betty también trabaja.
Ambos son castos. La fecha de casamiento ha sido fijada. Un amigo de Roberto,
Tiago, le pregunta: ¿Vas a casarte virgen? Precisas iniciarte en los misterios
del sexo. Tiago lleva entonces a Roberto a la casa de la Superputa Betatrón. […]
Cuando Roberto llega verifica que la Superputa es Betty, su noviecita. ¡Oh!,
¡cielos!, sorpresa terrible. Alguien dirá, tal vez el portero: ¡Crecer es
sufrir! Fin de la novela.” (Fonseca, 1975)
La realidad termina superando la ficción, pero sin
esta última lo real jamás existiría. El último giro narrativo que se presenta
en este cuento brasileño apuesta por la premisa enunciada. El cierre promete
dejar al lector estupefacto. La temática literaria amorosa siempre es una
moneda al aire, un juego de azar, puede ganarse o fallar; Rubem Fonseca lanza
la apuesta y da en el clavo, realidad y ficción se mezclan para dar lugar a
algo más. No podría elegirse un mejor texto para encerrar a todos los corazones
literarios que han caído en la soledad de nuestras líneas.
Isadora Cabrera
*Un abrazo y mil gracias para las Divagaciones en la geografía metafísica de
Ana Laura Bravo. Colega, escritora y editora de esta entrega. ¡Benditas sean la maestría de su pluma y su encantadora colaboración!.
**El Capital
es buena apuesta contra el amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario