jueves, 25 de febrero de 2016

Cuéntame un cuento, cuéntame qué hay.

El cuento del jueves: Corazones Solitarios (Brasil)     
 De secretos en revistas y amores sobre letras.*
Hoy terminamos de limpiar el escritorio. Hubo que desinfectar con cloro y Marx**. La película de Julia Roberts tenía cuatro cigarrillos sabor cereza encima, los instructivos para llorar y las letras de poesía eres tú…, estaban llenos de me gusta cuando callas… La novela con nombre de enfermedad en el estómago, sonreía pretenciosa bajo el florero vacío y, frente a éste, el papel color azul con la mentira escrita: te extraño, estaba gastada por tanto ser vista. Acabamos medio idiotas, la gente se pone mal en estas fechas, lo admitimos, también caímos. Caímos bien bajo.

¿A dónde van las historias de amor después de ser contadas? Para el escritor brasileño Rubem Fonseca la respuesta está aquí, en los Corazones Solitarios. Publicado en el año de 1975 como parte del libro Feliz Año Nuevo, Corazones Solitarios presenta como personaje principal a un ex reportero de crímenes policiales el cual, aparentemente, conoce ciertas cosas sobre el amor. Haciendo uso de un argumento narrativo sin igual, Fonseca asegura la atención del lector desde sus primeras líneas.


“Trabajaba  yo en un diario popular, como reportero de la sección Policiales. Hacía mucho tiempo que no sucedía en la ciudad un crimen interesante, involucrando a una rica y linda joven de la sociedad, muertes, desapariciones, corrupción, mentiras, sexo, ambición, dinero, violencia, escándalo. […] La cosa es cíclica; cuando menos se lo espera, estalla una de aquellos escándalos que dan material para un año. Está todo podrido, a punto. Sólo hay que saber esperar. Antes del estallido me despidieron.” (Fonseca, 1975)
“- ¿Ya leíste Mujer? -preguntó Peçanha.
Admití que no. Me gusta más leer libros.
[…] - Mujer no es una de esas publicaciones acarameladas para burguesas que hacen régimen. Está hecha para la mujer de clase C, que come arroz con porotos, y a la que no le importa engordar. Dale un vistazo.
Peçanha me tiró un ejemplar del diario, Formato tabloide, titulares en azul, algunas fotos fuera de foco, fotonovelas, horóscopo, entrevistas con artistas de televisión, corte y confección.
-¿Serías capaz de hacer la sección De Mujer a Mujer, nuestro consultorio sentimental? […]” (Fonseca, 1975)


El espacio femenino-ficticio que identifica a las páginas de la revista Mujer se contrapone al espacio masculino-realista que se presenta en las oficinas de la misma. Nuestro personaje principal, cuyo verdadero nombre jamás nos es revelado pero que será conocido como Dr. Nathanael Lessa, juega en contra de esta dualidad establecida. Su visión masculina intentando adaptarse a las normas femeninas-ficticias que requiere su sección, se verá reflejada en sus primeras cartas, las cuales serán rudas, irónicas y un tanto polémicas.


“- Nathanael Lessa.
- ¿Nathanael Lessa? - dijo Peçanha, sorprendido y chocado, como si hubiese dicho una mala palabra u ofendido a su madre.
- ¿Qué tiene? Es un nombre como cualquier otro. Y estoy rindiendo dos homenajes.
Peçanha pitó el habano, irritado.
- Primero, no es un nombre como cualquier otro. Segundo, no es nombre de Clase C. Aquí sólo usamos nombres del agrado de la Clase C, nombres lindos. […] finalmente la irritación de Peçanha había ido aumentando gradualmente, como si estuviese sacando un cierto provecho de ella- aquí nadie, ni yo mismo, usa seudónimo masculino. ¡Mi nombre es María de Lourdes! Miré otra vez el diario, incluso el equipo editorial. Sólo había nombres de mujer. […] Aquí ellas se sienten dueñas de su nariz, confían en uno, como si fuésemos todas comadres” (Fonseca, 1975)”

“Estimado Dr. Nathanael Lessa: Tengo veinticinco años, soy dactilógrafa y virgen. Encontré a este muchacho que dice que me ama mucho. Trabaja en el Ministerio de Transportes y dice que quiere casarse conmigo, pero que primero quiere probar. ¿Qué piensa? Virgen Loca, Parada de Lucas. Respuesta: Fíjate bien, Virgen Loca, pregúntale qué es lo que va a hacer si no le gusta la experiencia. Si dice que te deja, entrégate, pues es un hombre sincero. No eres grosella ni sopa de verdura para que tengas que ser probada, pero, hombres sinceros quedan pocos, vale la pena intentar. Fe y mantente firme.”(Fonseca, 1975)


La “mejora” de las cartas en la sección De Mujer a Mujer o bien su adaptación al objetivo y público de la revista, permite que nuestro estimado “doctor” pase a convertirse en la escritora de las fotonovelas, Clarice Simone. Nos encontramos, nuevamente, con la conversión de la oposición por parte de nuestro protagonista hacía lo establecido; una búsqueda de innovación, encuentra su freno en la realidad. “¿Dónde voy a conseguir […] los dos jóvenes rubios esbeltos de ojos azules? Nuestros artistas son todos medio mulatos.”, la fotógrafa Mónica Tutsi apunta: ¿Cómo nos venden el amor?, ¿Cómo es en realidad?


“Un niño rico es robado por los gitanos y lo dan por muerto. El chico crece pensando que es un gitano verdadero. Un día encuentra a una muchacha riquísima y los dos se enamoran. Ella vive en una fastuosa mansión y tiene muchos automóviles. El gitanillo vive en una carreta. Las dos familias no quieren que se casen, Surgen conflictos. Los millonarios mandan a la policía a apresar a los gitanos. Uno de los gitanos es baleado por la policía. Un primo rico de la muchacha es asesinado por los gitanos. Pero el amor de los dos jóvenes enamorados es mayor que todas esas vicisitudes. Resuelven huir, romper con sus familias. En la fuga encuentran a un monje piadoso y sabio que consagra la unión de los dos en un antiguo, pintoresco y romántico convento en medio de un bosque florido. Los dos jóvenes se retiran para la cámara nupcial. Son lindos esbeltos, rubios de ojos azules. Se sacan la ropa - ¡Oh! - dice la chica -, ¿qué es esa cadena de oro con medalla salpicada de brillantes que tienes en el pecho? - ¡Ella tiene una medalla igual! ¡Son hermanos! - ¡Tú eres mi hermano desaparecido! –grita la joven. Los dos se abrazan.” (Fonseca, 1975)
“Roberto y Betty están comprometidos y van a casarse. Roberto, que es muy trabajador, economizó dinero para comprar un departamento y amueblarlo, con televisión en colores, combinado, heladera, lavarropas, enceradora, licuadora, batidora, máquina de lavar platos, tostadora, plancha automática y secador de cabellos. Betty también trabaja. Ambos son castos. La fecha de casamiento ha sido fijada. Un amigo de Roberto, Tiago, le pregunta: ¿Vas a casarte virgen? Precisas iniciarte en los misterios del sexo. Tiago lleva entonces a Roberto a la casa de la Superputa Betatrón. […] Cuando Roberto llega verifica que la Superputa es Betty, su noviecita. ¡Oh!, ¡cielos!, sorpresa terrible. Alguien dirá, tal vez el portero: ¡Crecer es sufrir! Fin de la novela.” (Fonseca, 1975)


La realidad termina superando la ficción, pero sin esta última lo real jamás existiría. El último giro narrativo que se presenta en este cuento brasileño apuesta por la premisa enunciada. El cierre promete dejar al lector estupefacto. La temática literaria amorosa siempre es una moneda al aire, un juego de azar, puede ganarse o fallar; Rubem Fonseca lanza la apuesta y da en el clavo, realidad y ficción se mezclan para dar lugar a algo más. No podría elegirse un mejor texto para encerrar a todos los corazones literarios que han caído en la soledad de nuestras líneas.

Isadora Cabrera



*Un abrazo y mil gracias para las Divagaciones en la geografía metafísica de Ana Laura Bravo. Colega, escritora y editora de esta entrega. ¡Benditas sean la maestría de su pluma y su encantadora colaboración!.

**El Capital es buena apuesta contra el amor. 

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