jueves, 11 de febrero de 2016

La Ciudad Oculta

El Barrio de la Cruz: capítulo 2. Observando desde el centro del corazón


Para esta sesión, disfrutaremos un rico chocolate desde el corazón de Santiago y mientras degustamos la rica bebida observaremos atentamente todo lo que esta plaza de los fundadores nos puede ofrecer, agudizaremos la vista y poco a poco lo que nos pueda parecer algo común y rutinario transmutará en un detalle valioso para nuestra confusa misión que es apreciar de lleno a la Ciudad Oculta.


Empecemos por el sitio en el que estamos resguardados del frío nocturno común en el febrero semidesértico, este sitio es una representación del valor híbrido de la ciudad, una panadería que a su vez es un restaurante, un centro de entretenimiento y un punto de reunión para la comunidad artística. El local está adornado de una forma singular, carga con cierto toques parisinos, murales de la ciudad vista desde la abstracta visión de un pintor, un pequeño altar al Buda y de las bocinas sale un avantgarde jazz para ambientar a este escenario rompecabezas. La cereza del cosmopolita pastel es el nombre: La Vieja Varsovia. Dejaremos de hablar por un momento del cálido negocio para describir a la Plaza Fundadores.

La plaza cuenta con una hilera de restaurantes, cafeterías y bares (el andador gastronómico) cada uno con una propuesta interesante, estos sitios le dan un aspecto refrescante a la plaza y constituyen una parte importante el carácter del Barrio de la Cruz y a su vez del centro histórico. Desde este sitio se pueden presenciar espectáculos urbanos y humanos de todo tipo; la fiesta de la cruz y otras celebraciones religiosas, grupos de danzantes urbanos, locos cantando desafinado, jóvenes moneándose enfrente de los elegantes restaurantes y un sin fin de escenas excéntricas es por eso que constituye una parte esencial para saborear la condimentada vida en esta ciudad. 

Nuevamente se hace presente un factor de suma relevancia en el fenómeno de la Ciudad Oculta: el choque inevitable entre el pasado estático, inamovible, con sus raíces bien fundadas y los vientos del progreso que trae consigo a hombres y mujeres de todo el mundo, con ideas radicales que en vez de trastocar la tradición queretana, la embellece y la revitaliza, permite que el jardín hermoso que es una ciudad se llene de flores y plantas exóticas; en nuestro caso, hay garambullos conviviendo tranquilamente con San Pedros y hasta uno que otro cerezo. Es emocionante la convivencia entre las personas que ha vivido todas sus vidas en el Barrio con los jóvenes emprendedores que han  elegido al cerro de Sangremal como su hogar.

Mientras disfrutamos los últimos tragos de nuestros chocolates, un dúo de músicos entran a La Vieja Varsovia, desenfundan sus armas (un acordeón y un contrabajo) y disparan a diestra y siniestra contra las estrellas una versión de My Fvorite Things con tratado de tango, las campanas del Templo de la Santa Cruz los acompaña. Ésta es una noche más en el febrero semidesértico.

Venga, lo llevamos para que descanse.

Anselmo Jiménez
  

No hay comentarios:

Publicar un comentario